JAIME BASURTO

Escritor y creador del Correo de la Sierra en la costa de Jalisco

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EL ABEJORRO

De repente el silencio es roto por el ruido del aletear furioso de un abejorro que se arrastra por el suelo, tratando inútilmente de iniciar el vuelo; el golpeteo de sus alas es tan intenso, que casi lo veo brillar de sudor por el esfuerzo.

Arrastra, atorada en su cola, una red de telaraña, su peso es insignificante, pero suficiente para descompensar su equilibrio y evitar que se eleve, apurado por deshacerse de lo que le impide ser libre. El golpeteo de sus alas se hace más y más violento.

En su deambular desordenado tropieza con una toalla que cuelga de una silla, a la que trepa hábilmente ayudándose con sus múltiples y ganchudas patas.

Ya una vez entremetido en los pliegues de la toalla, se me pierde de vista unos instantes.

Durante ese tiempo, que se me hace eterno, nada más alcanzo a oír el sonido de un aletear furioso amortiguado por la pesada tela.

Cuando reaparece y se empieza a alejar de la toalla, ya está libre de lo que tenía pegado en la cola, sin ese impedimento, y una vez recuperado su equilibrio, procede a tomar pista y volar velozmente hasta perderse de mi vista.

Una ley de la ingeniería aeronáutica asegura que:

De acuerdo a la proporción de peso y tamaño de las alas, un abejorro no debería volar; sin embargo, este animalito lo hace con toda facilidad…desafiándola.

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Cuando se me vino la casa encima.

Las tejas quebradas, las láminas rotas, horcones y morillos que se vinieron abajo con la caída, pedazos de cinta que eran parte del tejaban permanecen esparcidos por el suelo, como un recordatorio de lo que pasó en esa ocasión. “El día que se me vino la casa encima”. Como olvidar el estruendo ¡Fue aterrador¡ Y uno viéndolo tan cerquita, en medio de todo, viviéndolo todo, sintiéndolo todo. Apreciando la magnitud del momento, el peligro que acabas de correr. El estimulo de la adrenalina que se dispara por medio de las emociones fuertes. Una sensación increíble la reacción de las endorfinas durante la experiencia cercana a la muerte y vaya que estuve cerquitas. Me salvé de milagro. ¿Cómo olvidar el momento de la caída del pesado tejaban, el ruido de los horcones que lo sostenían cuando empezaron a crujir cediendo finalmente a la gran inclinación a la que estaban sometidos. Un error en su construcción, sobrepeso en un extremo, los había llevado irremediablemente a esa peligrosa inclinación. Luego, vinieron las lluvias y con el peso del agua, se inclinó todavía más. Poco le faltaba para poder llegar al extremo… al punto de quiebre. A punto de derrumbarse, de venirse abajo. De sufrir las consecuencias de la caída, que infructuosamente tratamos de evitar. Desde el principio estuvo mal construido, un trabajo muy cuachalote, al aventón, irresponsable. Los horcones que lo sostenían no estaban suficientemente enterrados y quedaron muy altos. Mal repartido el peso entre las dos aguas, mucho más cargado de un lado que del otro. En fin tenía muchas fallas, de algunas me di cuenta al momento pues yo estaba al tanto de su construcción supervisando y asistiendo al que vino a levantarlo como su ayudante, vigilándolo de cerca y aun así “se me durmió el gallo” y permití que se hiciera así de todos modos. Al final de cuentas yo también soy culpable de que se cayera.

Desde que adquirí mi trailer hace algunos años (una casa movible de aluminio) para que lo proteja de la lluvia y de los rayos del sol, mi casa-habitación  que es un espacio de lujo y comodidad en donde soy muy feliz y que aprecio mucho. Cada que me cambio de lugar le construyo un tejaban que lo cubre por completo en sus 10 metros de extensión. Un techo de dos aguas que a la vez me proporciona un corredor de sombra enfrente y a lo largo del tráiler.

A las pocas semanas de construido, empezó la inclinación. Yo creo que se ablandó la tierra con las lluvias y penetró agua en donde estaban clavados los horcones y los aflojó un poco, acelerando el declive. Al principio no me preocupó mucho, pensé, que una vez que dejara de llover y se secara todo, se detendría la inclinación, cosa que no sucedió. Confiado en el amigo que lo construyó y que me prometió cuidarlo y buscar la forma de enderezarlo. Me fui a México D.F. a pasar mi cumpleaños con mi familia y estuve fuera un par de semanas. Cuando regresé encontré mi casa en completo estado de abandono. La maleza crecida y hediendo a humedad y el tejaban más inclinado que la torre de Pisa… el tipo este en quien yo deposité mi confianza, ni lo cuidó, ni lo reparó. Se gastó el dinero que le dejé para pagar la luz y otros gastos y desapareció. No se paró ahí ni un solo día.

“ Con amigos como este, para que quieres enemigos”.

Pues ni modo hay que apechugar. Me puse a trabajar, a limpiar, cortar el pasto, arreglar el jardín. Y a pensar como le iba a hacer para enderezar el cada día más inclinado tejaban. Llegué a la conclusión de que si le quitaba peso al lado que estaba sobrecargado, a lo mejor lograría que se nivelara y de esta forma, se detendría la inclinación. Para que se hiciera cargo de esta reparación le hablé al “güero” un albañil que conozco para que en sus ratos libres, después de ordeñar, viniera a echarme una mano. Llegó pardeando como a la seis de la tarde. Ni tardo ni perezoso, ágilmente se subió al tejaban y empezó a desmantelarlo. Un hombre joven y fuerte de volada empezó a desclavar y a quitar láminas, cintas y algunos de los morillos más gordos aligerándolo ostensiblemente. Aunque no lo suficiente, ya que la inclinación persistía

  • Yo creo que vamos a tener que jalarlo de algún modo, a ver si se acomoda. Le dije al güero en tono de sugerencia.

Mi vecino Don Chava  que ya tenía un rato observándonos trabajar se ofreció solicito a ayudarnos y entre los tres pronto lo tuvimos listo, bien amarrado para jalarlo. Le dimos unos tirones y al ver que no se movía con nuestras fuerzas, le gritó el güero a Don Chava .

  • Ahora si tráigase su tecle Don Chava, con ese va a ver que se mueve porque se mueve. Enseguida se fue a su casa y regresó con la polea, una gruesa cuerda y una estaca que clavo en la tierra de donde aseguró el tecle, el otro extremo lo amarró al tejaban y procedió a jalarlo. El güero desde arriba del tejaban también lo empujaba con fuerza. El tecle funcionaba de maravilla, los horcones que sostenían el pesado tejaban empezaron a ceder y la estructura a desplazarse lentamente. Crujiendo con un ruido atemorizante a medida que los tirones eran más fuertes
  • Viene, viene, viene, un poco más ya mero. Se oían los gritos de Don Chava. A jalones y estirones lo estábamos enderezando… ya casi lo teníamos derechito cuando de repente se atoró con algo y ya no pudo avanzar más … detuvimos la operación por unos minutos para ver que era lo que le impedía que se siguiera moviendo y pronto descubrimos, que una de las cortinillas que le da sombra al trailer se había desprendido de su sitio con los jalones y tenía atrapado al tejaban de un extremo … eso era todo, teníamos que desatorarlo para hacerlo recorrer los escasos centímetros que nos faltaban para que finalmente se acomodara en su lugar. Para que me ayudara a destrabarlo le pedí a Don Chava que se viniera cerca de donde yo estaba para entre los dos destrabarlo, quedamos en un espacio, un huequito que se hizo debajo de la cortinilla y a un costado del trailer… ese movimiento lo salvó de que se le cayera el tejaban encima, pues este se derrumbó exactamente en donde él estaba. Ya que justo en el momento que lo destrabamos liberándolo ¡se nos vino encima¡

Asombrados vimos como nos pasaban por un lado las vigas y los pesados horcones. El tejaban completo, cintas y tejas de barro desquebrajándose en la caída con un gran estruendo. Sin tocarnos … milagrosamente estábamos  a salvo. En el sitio en donde habíamos quedado se formó un huequito que nos protegió de la debacle. De morir apachurrados. Nos permitió salir ilesos gracias a Dios sin ningún golpe o herida, sin fractura de huesos, lastimaduras que a nuestra edad ( los dos somos de la tercera edad ) tardan años en sanar. Afortunadamente nada más el susto, que nos dejó impávidos. Se nos fue de la sangre de la venas y se nos erizó el pelo y quedamos blancos como fantasmas. Mudos, atónitos nos mirábamos uno a otro para comprobar que estábamos bien, que a pesar de haber estado tan cerca no nos había pasado nada.

Tal vez porque nos veíamos todos pálidos por el susto y nos hizo gracia vernos como fantasmas. Tal vez, por la felicidad, la alegría de sentirnos sanos y salvos. Nos entró una euforia, una excitación que nos provoco una risa histérica. Nada más nos veíamos uno a otro y con el güero que permanecía trepado en el trailer y que también estaba a salvo y nos invadía una risa de fuertes carcajadas de las que te hacen llorar. No podíamos parar de reír.

Ya era de noche cuando cada quien se fue para su casa. Nos despedimos con el compromiso de reunirnos al día siguiente, a tratar de limpiar y acomodar lo que se pudiera. Yo me metí a mi trailer a oscuras ya que en la caída el tejaban había arrastrado con los cables de la luz, el teléfono y el Sky.

En la comodidad y seguridad de mi trailer, me preparé a pasar la noche, a tratar de dormir. Aunque los sucesos dramáticos recién acontecidos, me impedían conciliar el sueño. Me asomaba por la ventana y veía los destrozos de “ cuando se me vino la casa encima” y me invadía nuevamente la risa, que me duraría algunas semanas.

La alegría de saber que estaba a salvo. Que por esta vez, gracias a Dios la había librado con bien.  FIN.

P.D. Mi bicicleta que quedó debajo de los escombros sufrió graves daños, la parte delantera manubrio, frenos y rin, quedaron irreparables. El cuadro descuadrado. Me costó tiempo y dinero repáralos, molestias. Pero que bueno que fue la bicicleta y no yo. Nunca me pude recuperar, los destrozos ocasionados por la caída,  permanecieron en el suelo por mucho tiempo. Ya no pude reconstruir el tejaban. Mejor me cambié de sitio y metí mi trailer en una bodega-granero edificada con cemento y ladrillo. Haber si así se me vuelve a venir la casa encima. Solo temblor o inundación “Dios no lo quiera”.

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EL DOLOR DE MUELA

La primera señal de molestia se presentó hace como un año, cuando comiendo algo chicloso (alguna golosina), se me desprendió el casquete de metal con el que me habían tapado una muela derecha del maxilar superior; de las de más atrás (una antes del juicio), que, carcomida por la caries, se mostraba como un cráter, cuyas paredes se adelgazarían todavía más hasta quebrarse. Probablemente me comí el pedazo de metal sin darme cuenta, sucede frecuentemente, de lo que me di cuenta pronto, fue de que residuos de comida se quedaban atorados en la oquedad y provocaban mal aliento, aunque me lavara la boca, el mal olor trascendía y era notable y molesto para la gente (poca) y amigos (pocos también) con los que tenía yo contacto cercano. Relaciones de trabajo (en la computadora casi les respira uno en la oreja) así por el estilo. Tenía que recurrir a traer todo el tiempo un tubo de spray para combatir el mal aliento; hasta que llegó el momento en que la muela se hizo tan sensible que ya no podía comer nada frío (helado), ni muy caliente, tanto que opté por masticar nada más con las muelas del lado izquierdo.

Con el tiempo se acostumbra uno, “haces concha”, pretendes ignorarlo y se te olvida, puedes aguantar más tiempo y aplazar la visita al dentista, para curarte y darle una solución definitiva al problema, con lo desidiosos que somos los mexicanos, siempre dejamos que las cosas lleguen al extremo, y con la aversión natural a los dentistas, alargamos hasta el límite lo inevitable. Se tiene que estar cayendo solo de podrido y dolernos muchísimo el diente o la muela antes de que decidamos acudir al dentista. Aquí en el pueblo sólo hay uno, el doctor Ambrosio Rodríguez, afortunadamente es mi amigo, me estima y se ha hecho cargo de mi dentadura estos últimos años, le tengo confianza y es un buen doctor, que conoce su profesión y yo le doy gracias a Dios de que esté aquí y yo pueda acudir a él casi de manera incondicional, y cuento con que siempre me va a atender solícito y amable, el estimado “Bocho”, como se le conoce.

El problema se agravó cuando hace como dos meses y medio me empezó a punzar la muela, punzadas fuertes, profundas, que afectaban el nervio, cuyas terminales se conectan directamente con la muela cariada y todas las piezas dentales del maxilar superior derecho. El dolor penetrante era la primera manifestación de una infección que rápidamente se extendía, buscando contaminar las muelas contiguas a la zona dañada, inflamando la encía con una hinchazón que abarcaba todo el cachete.

Para el fin de semana el dolor era insoportable. Casualmente a mi regreso a Vallarta, me vine de “ride” con “Bocho”, el cirujano dentista. Un encuentro fortuito totalmente, de los que arregla Diosito; ya era tarde, así que solamente me recetó medicina para el dolor y algo de penicilina para combatir la infección. Hicimos una cita para el lunes siguiente, en la mañana, para que una vez que la infección bajara, poder trabajar en mi boca, había que hacer una limpieza y tomar unos moldes, raspar el área dañada con el taladro.

La penicilina surtió efecto casi de inmediato, para la noche del sábado, aunque había baile y las bocinas retumbaban hasta arriba (mi casa está en una loma), bien drogado con la medicina para el dolor y con la penicilina actuando eficazmente sobre la infección, desinflamado, me sentí mucho mejor y dormí de un jalón toda la noche y me quedé en cama hasta ya entrada la mañana, cuando me levantó el hambre. No me dolió para nada en todo el domingo, día que generalmente hay mucho que comer (las vecinas que son muy luchonas y sacan de comer antojitos, y los niños no paran en todo el día de ir ofreciendo el pan, que las donas, las gorditas de harina, los tamales, los colados; yo, sintiéndome a gusto sin molestias, le di rienda suelta a mi apetito, que había estado reprimido durante varios días por causa de la infección. Fue un banquete interminable, me atraganté el domingo de todo y mucho, bendito sea Dios, no hay nada como sentirse bien, saludable, el buen apetito es señal de buena salud (dice el refrán: “enfermo que come y mea que el diablo se lo crea”). Toda esa comida me fortaleció y contribuyó para que mi organismo, junto con la penicilina, acabara con la infección y volviera a la normalidad, convivir con la muela cariada, que necesitaba atención y que tenía que curarse antes de que continuara deteriorándose, hasta perderse irremediablemente.

Viendo películas me acosté muy tarde esa noche, pienso también que mi glotonería tuvo algo que ver, estaba muy lleno para dormirme luego luego, aunque no sentía molestias en la muela, me quedé dormido, convencido que al día siguiente, lunes, tenía que acudir a mi cita con “Bocho”, era prioritario, imperativo.

Desperté temprano y me levanté para ir al baño, con la infección completamente controlada, ya no sentía ningún dolor, ya casi se me estaba olvidando la molestia, pero de todos modos ya me había hecho el propósito de ir y no me iba a rajar a la mera hora…. Así que me lavé la boca y con pocas ganas me encaminé hacia el consultorio de “Bocho”, cuando estaba tan sólo a unos pasos de la entrada del consultorio, alcancé a oír el motorcito del taladro dental y el estridente ruido de la cuchilla, taladrando el hueso, el olor a hueso quemado sobresalía a los otros olores asépticos del consultorio.

El doctor Ambrosio estaba ocupado, trabajando en la boca de un paciente con el temido taladro. Sin que nadie se percatara de mi presencia, me senté en la sala de espera… Estaba yo solo, en ese momento no había más pacientes…. Pensé para mis adentros: “Voy a tener que esperar mi turno por quien sabe cuanto tiempo, oyendo como martirizaban a ese pobre”, porque yo ya sé qué se siente cuando te están triturando los huesos, penetrando, limando, raspando hasta el tuétano, porque hasta lo más profundo llega la podredumbre.

Ya he estado en la silla, con algún dentista, en el curso de mi vida, cuando la anestesia es insuficiente y vaya que duele el atemorizante instrumento de tortura… Y yo era el siguiente, a medida que pasaban los largos minutos, yo permanecía en silencio, escuchando ese ruido, que aumenta de volumen, me empezaba a acobardar el ambiente, las voces en la habitación de al lado, de “Bocho” y del paciente, el otro hombre que se quejaba, llegaban hasta mi y yo oía todo perfectamente: “le molesta un poco, ¿verdad?, es que tiene la boca en muy mal estado, vamos a ver si le podemos salvar siquiera estas de este lado, aunque están muy dañadas, les vamos a hacer la lucha” (refiriéndose a las muelas). El hombre asintió con un “umjú”, sin abrir la boca, probablemente enjuagándose… y nuevamente el taladro… Esto terminó por acobardarme por completo, antes de que alguien se percatara de mi presencia, caminando hacia atrás, sin emitir un sonido, de puntitas, me dirigí hacia la salida del consultorio, con el temor de que alguien me sorprendiera y cuestionara mi actitud.

Hice un gracioso mutis y salí volando… ¡Ahí la vemos!, no esta vez, por el momento la situación era tolerable, pero ¿Por cuánto tiempo?

Me regresé a mi casa, reanudé mis actividades cotidianas, pronto la rutina del periódico me absorbió, los frecuentes viajes al puerto, por razones de trabajo, me distraían y llamaban mi atención otros asuntos que ocupaban mi tiempo pensante. Dejé de preocuparme por la muela, aunque no me dolía por el momento, continuaba deteriorándose cada día más, sin remedio, sin reparación ni cura.

Las punzadas, primeras señales de infección, se manifestaron nuevamente a unos cuantos días de navidad. Para la noche del 24 de diciembre, el dolor en la muela picada y zona adyacente era estacionario, penetrante hasta el nervio, ya no podía masticar nada, sentía como si toda la dentadura se me hubiera aflojado. El dolor era intermitente y aumentaba su intensidad durante la noche.

Comenzaron las noches de insomnio, de sufrimiento, finalmente me dolía tanto que dejé de comer sólidos hasta que perdí el apetito por completo.

Para compartir los alimentos en la tradicional cena de navidad con su familia y amigos, el maestro Elio me había invitado a su casa con anticipación, yo ya había aceptado el compromiso y aunque mi estado de ánimo no estaba para fiestas, me había hecho a la idea de asistir y disfrutar de la compañía de las adorables niñas del maestro, que son muy inteligentes y sensibles, y yo me llevo muy bien con ellas. Existía una buena corriente de simpatía, su alegría, su presencia, levantándome el ánimo en esa significativa ocasión, la llegada de Santa Claus y los regalos en el árbol, tal vez por un instante lograran que me olvidara de las molestias que el dolor de muela me estaba causando.

A las diez de la noche, cuando me preparaba para salir de mi casa, recordé la existencia de una botella de Buchanan, (whiskwy escocés) que me habían regalado el año anterior. Sería un buen detalle si se la llevara al maestro, yo no tomo alcohol desde hace unos años, pero estaba seguro que él la disfrutaría en compañía de sus otros invitados a la cena…

Un vientecillo frío me acompañó en el trayecto a su casa, a unos 15 minutos de distancia, aunque estaba bien abrigado, el friíto que calaba estaba provocando que el dolor de muela se intensificara a tal grado, que por un instante pensé que tal vez sería mejor si me regresara a mi casa y me metiera en la cama tranquilo, sería más fácil controlar el dolor, dominarlo se había convertido en un reto, y ganar esa batalla, iba a poner a prueba mi control mental y el manejo de las endorfinas (opiáceos del cuerpo que actúan como supresores del dolor y que se manifiestan en estados de crisis nerviosa). Seguí mi camino….

Llegué a la casa del maestro, siempre puntual, era el primer invitado, los tomé desprevenidos, se estaban terminando de acicalar y la cena estaba todavía en el horno.

Es de muy mal gusto llegar a tiempo, aquí la gente acostumbra llegar por lo menos una hora más tarde, así estaba programado.

Me senté solo en un extremo de la gran mesa a esperar a que atendieran los últimos detalles, me ofrecieron coca cola o café para el dolor de muelas ¡olvídate!, el dulce va directo al nervio y el café todavía es peor. “No, muchas gracias, rechacé”, no tendrán de casualidad un poco de agua mineral?, se los agradecería, sólo eso, está bien mientras cenamos.

No tenían, así que mandaron al niño más grande a buscar a la tienda… Ya era tarde y estaba todo cerrado, le tomó al niño media hora para regresar con el líquido, media hora que yo sentía que el dolor de muela aumentaba incontrolable. El barullo de la casa me impedía concentrarme y lograr que las endorfinas funcionaran, dándome una tregua…

Sin nada que lo calmara, el dolor se hizo tan fuerte que le pedí al maestro que me pasara la botella de Buchanan ¡era un acto desesperado! Pensé… Lo voy a adormecer con unos buenos tragos de alcohol….

Abrimos la botella y fui el primero en servirme una buena porción, lo que sorprendió al maestro, que sabe perfectamente bien que yo no tomo desde hace 21 años…. “se va a emborrachar Jimmy, yo creía que usted no tomaba, a ver si no se pica, usted no es alcohólico anónimo, verdad?”.

“No se preocupe –le contesté-, es nada más para estar en ambiente, ponernos a tono, alegrarnos un poco”. No le dije que era para el “dolor de muela”, a esas alturas ya inaguantable, pero que yo alcanzaba a disimular muy bien para no incomodarlos….

“Llegaron los demás invitados, se sirvió la cena, brindamos por la navidad, nos dimos el abrazo, no hubo mucha sobremesa, los niños se acostaron pronto, anticipando la llegada de Santa con los regalos, nos despedimos… Se oían las campanadas llamando a la misa de gallo, cuando yo medio pedón, con media botella de whiskey en el estómago y la mandíbula entumecida, me encaminaba a casa apresurando el paso, para estar en cama dormido antes de que se me bajara la borrachera y me atormentara de nueva cuenta el maldecido “dolor de muela”…

La mañana siguiente a navidad, no se hace nada más que curarse la cruda, la mayoría la siguen de nuevo, anduve buscando a Bocho infructuosamente toda la semana, peleándole al dolor a base de control mental y endorfinas, finalmente lo encontré accidentalmente en su oficina, cuando recogía un material, el martes 31 de diciembre, último día de 1996…

EXTRACCIÓN INMINENTE

Ese fue el diagnóstico que pronunció Bocho después de explorar detenidamente la muela dañada con un pequeño espejo. La caries se está extendiendo a las piezas vecinas, se la tenemos que sacar inmediatamente…

Diciendo y haciendo, sacó un tubo de spray de su gabinete y me roció con novocaína las encías de la muela y a su alrededor, maravillosa droga, inmediatamente se me entumeció toda esa parte de la boca, extendiéndose hasta la lengua, el insoportable dolor de toda la semana desapareció como por arte de magia.

Alegre, retornó el buen humor, empecé a bromear con Bocho acerca de trivialidades y chismes del pueblo. Ya no sentía la aguja de la inyección de la otra droga que usan los dentistas para anestesiar, creo que es la quetamina.

No sentí el piquete pero sentí el efecto de la droga actuando en mi cerebro, alterando mi sistema nervioso y provocando alucinaciones, transformando mi sufrimiento en éxtasis. Tranquilo, relajado en estado de trance hipnótico.

Apoyando a Bocho con mi actitud mental, mientras jaloneaba con fuerza la tozuda, vieja y arrugada muela, que parecía que se iba a quebrar en pedazos de lo fuerte de los jaloneos, de los apretones, gracias a Dios Bocho, muy seguro de sí mismo, un hombre fuerte con firmeza tiraba de ella…

Mientras tanto yo concentraba mi atención en la luz que iluminaba mi cara y que le permitía a Bocho ver con claridad lo que estaba haciendo.

Se encontraba por encima de su cabeza, sostenida de un gancho una extensión del mueble parte de la silla, una luz que provenía de una potente lámpara y que me pegaba directamente en los ojos, el efecto de la droga me estaba dando una sensibilidad, una euforia… Su impacto es inmediato, alterando el cerebro.

Ver el centro de la lámpara es como ver un túnel de luz, me sumerjo en el túnel, me voy muy lejos (“what a rush ¡oh wow” what a high”), no encuentro las palabras para describir esa sensación.

Segundos, fracciones de segundo todo pasa tan rápidamente… Siento un jalón más fuerte, al final oigo como la muela cede y truena al despegarse la larga raíz de su base…

En ese instante vuelvo a la realidad, al consultorio, a la silla del dentista en donde estoy semiacostado, semiiconsciente….

“Ya la tengo”, me dice Bocho sonriendo satisfecho y orgulloso por ver su esfuerzo coronado por el éxito, enseguida me muestra muy apretada con las pinzas una muela enorme con el “raizón” ensangrentado más grande que he visto en mi vida.

“Me dio alguito de trabajo, pero le ganamos, ya estaba muy podrida y por momentos sentía que se me iba a fragmentar, es el puro cascarón, ¿qué tal? ¿le dolió algo? No le puse más anestesia porque de todos modos no le hubiera hecho efecto por la infección.

Pero usted cooperó muchísimo, se mantuvo muy relax, muy ecuánime, me facilitó mucho las cosas, ¿cómo se siente? Algo mareado, ¿verdad?.

No podía contestar, todavía me encontraba en estado de shock por la traumatología, fascinado por el efecto de las endorfinas, actuando en combinación con la poderosa droga con la que me había anestesiado. La sensación de que todo había terminado era grande. “No más dolor de muela”, se terminó la tortura, se fue la muela, se fue la infección, la caries, que bienestar tan grande, no más sufrimientos, que alegría, que felicidad, estoy radiante de contento, mis ojos tienen un brillo especial y sonrío triunfante… salgo del consultorio con un pedazo de algodón cubriendo el gran hueco que dejó la muela al salir de la encía, apretándolo fuertemente con la mandíbula, para evitar que siga saliendo sangre, todavía con la lengua entumecida, complacido con el buen resultado de mi visita al dentista, me despido de Bocho agradecido, nos damos un abrazo deseándonos lo mejor para el año nuevo, que llegará esa noche.

Y vaya que ha sido positivo empezar el año sin el empecinado “dolor de muela”.

POSDATA I

“El dolor de muela y el dolor de oídos son considerados de los más agudos que sufre el ser humano”.

POSDATA II

“Las mujeres son más resistentes al dolor y se acobardan menos que los hombres”.

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El hombre inorgánico

vs

El hombre orgánico

Los inorgánicos.

Con la biogenética interviniendo en los procesos de evolución y crecimiento de los seres humanos. Se han presentado cambios en el tamaño y volumen modificando sus organismos que al igual que muchas otras especies han sufrido transformaciones genéticas.

En la actualidad los infantes los jóvenes adolescentes parecen ser más altos, grandotes, uniformes en sus gustos, modas, forma de pensar. Desde la lactancia la mayoría ya no fue alimentada con la leche materna (el pecho). En su lugar, recibieron fórmulas enriquecidas con vitaminas, en la leche sintética artificialmente administrada en biberones. Esta alimentación les permitió que crecieran más rápido. Surgiendo una generación de niñotes bofos, huecos y obesos. Que durante su crecimiento continuaron comiendo alimentos artificiales, comida chatarra, grasas y harinas, azúcares y colorantes transformándolos irremediablemente en una generación con malos hábitos de adolescentes con tendencias a la obesidad, la bulimia, la anorexia.

El estilo de vida de estos jóvenes, que no tienen que hacer ningún esfuerzo para sobrevivir, sólo tienen que estirar la mano y exigir; Con padres tolerantes y consentidores los ha hecho flojos y atenidos. Si así lo quieren, no tienen que trabajar, ni estudiar. Sin deseos de superación se consumen en la indolencia, en el aburrimiento.

Carentes de estímulo intelectual y cero interés por la cultura y las artes se refugian en las drogas sintéticas. (Sustancias químicas artificiales) que terminan por sorberles el seso y la poca inteligencia que les queda.

“Estos son los hombres inorgánicos”, los que sufrieron cambios, mutaciones como resultado de consumir alimentos artificiales, los hombres del ahora, monoformes, incoloros, inodoros, reemplazables, desechables.

Los orgánicos

Hace algunos años vamos a decir hasta la primera mitad del siglo XX “todo era orgánico”. Los alimentos, las frutas, los cereales, las verduras se producían “naturalmente”. Tal vez eran más chiquitos pero también eran más dulces, más concentrados, más sabrosos, más nutritivos. Por lo tanto los hombres que los consumían por consecuencia también eran orgánicos. Desde bebés se amamantaban con la leche materna (el pecho) continuando de esta manera la transmisión genética. Tal vez eran más chiquitos, pequeños en tamaño, aunque más fuertes, más resistentes, longevos de buena madera. Más sanos, más sabios, más íntegros, de mejor calidad humana. Vivían en armonía con la naturaleza, la cuidaban, la respetaban. Pero como siempre algunos individuos no estaban conformes. Poseídos de una ambición desbordada de riqueza y querían ganar más dinero produciendo alimentos mejorados, injertados, cosechas más abundantes y se llenaron los supermercados de frutas y verduras más grandes y uniformes. Así dio comienzo “la revolución verde” y la sobreproducción. En el afán de lograr su propósito proliferaron los fertilizantes químicos, los desinfectantes, los plaguicidas. Saturándolo todo, contaminando tierra, agua y aire. Se revirtió el proceso natural. “La revolución verde” tuvo un éxito relativo y la producción masiva un alto costo y pronto mostró sus grietas. La degradación de la tierra. La destrucción paulatina de los recursos naturales, deforestación, desertificación. La agresión constante a la flora, a la fauna, al hábitat, poniendo en alto riesgo todo lo orgánico. Hombres y plantas orgánicos se vieron amenazados, en peligro de extinción.

 

 

 

 

 

 

Surge lo transgénico-resurge lo orgánico

 

Con el avance de la ciencia y la tecnología en el campo de la ingeniería biogenética finalmente se logra transformar la composición genética de los alimentos. Obteniéndose especies mejoradas resistentes a las plagas y enfermedades, que sobreviven en condiciones más severas del clima, sin necesidad de fertilizantes o plaguicidas, pero que su consumo tiene efectos colaterales imprevistos.

Volver a lo orgánico es la única solución.

El hombre orgánico, presente en el pasado ausente en el presente “el hombre del futuro”.

LA OBESIDAD LIGADA AL CONSUMISMO

(COMIDA CHATARRA)

La facilidad con la que se puede adquirir comida chatarra en la actualidad es increíble, accesible hasta el último rincón del país.  Una publicidad incitando a su consumo en todos los medios, anuncios subliminales dirigidos a los niños, primer objetivo. Toneladas de basura, contaminación ambiental. ( Envases desechables plástico, papel etc. )

Golosinas, pasteles, frituras, refrescos de cola y toda una gama de productos elaborados con grasas, harinas y endulzantes artificiales, presentados atractivamente para despertar el apetito y las ganas de comerlos hasta la saciedad.

Los niños se vuelven adictos desde chiquitos y no quieren comer otra cosa. Desprecian la comida elaborada en casa, por buena que esta sea, pues para la hora del desayuno, comida o cena habituales, ya no tienen hambre, ya que han estado atascándose de comida chatarra todo el día.

El precio que se paga en la salud por consumir esta clase de alimentos, es alto. Aumento de peso, la chatarra engorda en serio. Más niños y niñas obesos, con dientes cariados y mala vista, flojos sin energía ni ganas de jugar,  más que con las maquinitas (video juegos) o sentados frente al televisor por horas sin hacer nada de ejercicio, tan necesario en la etapa de crecimiento, Todo esto se refleja en un bajo rendimiento en la escuela que terminan por abandonar (alta deserción).

De allí que la obesidad sea el primer paso para formarse como una criatura inorgánica. Consumiendo  alimentos transformados artificialmente  no naturales. Alterados para hacerlos ricos en carbohidratos, sin ningún valor nutritivo. Comer comida chatarra, adquirir malos hábitos que van a perdurar toda la vida. Los hábitos  alimenticios, así como la ausencia de actividad física. Los mexicanos somos flojos, nos subimos al coche hasta para ir al mercado y no nos bajamos de el ni para comer. Comemos en la calle una mezcolanza de comidas rápidas, antojitos callejeros, fritangas saturadas de grasa, hamburguesas de cartón, pizzas y una serie de alimentos  que han sido modificados para el consumo en forma  deliberada por los grandes vendedores de comida, alimentos con alto contenido de calorías, que llenan fácilmente de momento pero que también hacen aumentar de peso.

No existen estudios toxológicos que determinen las dosis de exposición humana en dietas (hábitos) alimenticios de los mexicanos que pueden aumentar significativamente el riesgo de cáncer y otras enfermedades crónicas degenerativas, resultado de la grasa acumulada en el abdomen que indica que se padece sobre peso, obesidad, estas condiciones favorecen la aparición de un infarto, desarrollar una enfermedad cardiovascular o sufrir un  accidente vascular cerebral.

Se pueden evitar estas enfermedades consumiendo alimentos solo orgánicos. A la vez mejoramos nuestros hábitos alimenticios, al reducir la ingesta de calorías. Consumir alimentos que tengan fibra, (naturales). En general, comer bueno y bien, despacio sin prisa, no deglutir la comida, saborearla. Masticarla bien, ayuda a tener una buena digestión y junto con el ejercicio (indispensable) salud y larga vida.

ALIMENTO PARA EL HOMBRE DEL FUTURO

“COMES ORGANICO, EN ORGANICO TE CONVERTIRAS”

Resurgen para contrarrestar lo inorgánico.

Nuevas generaciones de orgánicos. Toman conciencia de que es lo mejor para obtener buena salud. Recomiendan la dieta macrobiótica, sus beneficios. Imprescindible una alimentación equilibrada que incluya frutas, verduras, cereales integrales, alimentos de bajo contenido graso, carne magra y pescado, así como aceites de girasol, maíz y olivo.

Prioritario dejar de comer comida chatarra, prevenir la obesidad, haciendo ejercicio diario, moderado, reduce el riesgo de alteración cardiovascular, entre otros beneficios.

La producción de alimentos orgánicos, que promueve el respeto al medio ambiente que conlleva su cultivo y la demanda cada vez mayor de este tipo de productos, que ha logrado que tengan un mejor precio y sea más rentable, su comercialización. Que se realiza directamente del productor al consumidor, evitando al intermediario, que es el que más gana.

El catalogo de productos orgánicos en el mundo es amplio, abarca 1,200 productos que van desde vinos, jugos, helados y golosinas, desde luego alimentos sanos, con la certeza de que se consumen productos libres de fertilizantes, insecticidas, fungicidas químicos.  Certificados como orgánicos. Está certificación empezó en EEUU en el 2000 con diferentes niveles de etiquetado. En México se promueve una iniciativa de Ley de productos orgánicos que conlleve a crear un organismo descentralizado de la SAGARPA; el Consejo Nacional de Producción Orgánica, que se encargara de la certificación de estos productos.

La producción de Alimentos Orgánicos

Motivación

Cultivar Alimentos Sanos para el Hombre Orgánico del Futuro

Fomentar la Agricultura Orgánica

La primer granja agroecológica  en nuestra región surge en el valle de el Tuito, Cabo Corrientes, Jalisco, pioneros en la producción de alimentos orgánicos, Fernando Cano y Mónica Sánchez (los dos egresados de la Universidad  Agraria Antonio Narro , (segunda más importante en el país, después de Chapìngo). Establecen  en “La primavera”, (un rancho de la localidad) la primer granja dedicada totalmente a la producción – cultivo de alimentos orgánicos. Habilitando una pequeña parcela para sembrar lechuga. Con la intención de para después extenderse a otros cultivos orgánicos de hojas. Acelgas, espinaca, alcachofa, cebollines y diferentes variedades de jitomate para gourmet tipo cherry.

Inicialmente se trabajaba a cielo abierto,  lo cual limitaba la producción a solo las épocas propicias. Una cosecha de verano y otra en invierno.  Con el establecimiento de invernaderos, la producción-cultivo se podía sostener durante todo el año. Para así satisfacer la creciente demanda de un mercado de  productos orgánicos, en el vecino Puerto Vallarta.

A  un año de haberse establecido nace Hoxitos primer empresa en la región que produce y comercializa  alimentos orgánicos. Con una página en Internet promoviéndola.   Una expansión  constante y un mercado creciente, que requiere de una mayor infraestructura, garantizando empleo a más trabajadores, agricultores, mozos, choferes, secretarias, una fuente de trabajo para los habitantes de esta región, que obtienen ingresos a la vez que aprenden a trabajar en el campo sustancialmente. Respeto a los recursos naturales, mejor alimentación para sus familias al consumir alimentos más sanos. Producidos por ellos mismos.

Fernando y Mónica son los dos jóvenes empresarios que con su empuje, trabajo y entusiasmo, han hecho posible este proyecto, que nos beneficia a todos los que apreciamos las bondades de los alimentos orgánicos. Con  optimismo y esfuerzo quieren mejorar la salud y el estilo de vida de la comunidad fomentando el consumo de alimentos sanos.

Un bebé orgánico

Son orgullosos padres de una niñita de nombre Emilia,  un bebé completamente orgánico. El niño del futuro.

Platicamos con Mónica acerca de Emilia, de sus planes, de sus sueños, de sus experiencias, de su escolaridad. De cómo llegó  al Tuito y por qué escogió ese hermoso valle para establecer su granja de productos orgánicos.

Mónica Sánchez nació en Torreón, Coahuila. Hace 27 años desde niña le interesó la agricultura y decidió estudiar agronomía, y donde mejor que aquí en su estado natal. Ingresó a  La Universidad Autónoma Agraria, Antonio Narro. Aquí cerca en Saltillo. Allí conoció a Fernando Cano que es tabasqueño y los dos se graduaron como ingenieros en Agroecología,  especializándose  en cultivos orgánicos.

Después de trabajar por un tiempo en la producción de melón con campesinos de la región lagunera. Nos fuimos a Alberta, en Canadá, en donde estuvimos un año trabajando y aprendiendo en una granja de producción orgánica, que contaba con invernaderos para crear las condiciones ideales de  cultivo. Ya que hace mucho frío. Siendo la papa la especialidad de la granja.

Durante ese año se adquirió la experiencia y el conocimiento necesario para después desarrollar nuestros propios proyectos, adaptándonos al entorno y a las condiciones del terreno. Y tener condiciones óptimas en nuestros cultivos.

Mónica Sánchez nos cuenta de cómo se dio su llegada al Tuito. Arribé a este hermoso valle contratada por los dueños de “La Primavera”,  que son de Monterrey, para que les hiciera un trabajo de localización y clasificación de aves exóticas, principalmente guacamaya. Ya estando aquí descubrí que la tierra y el clima eran propicios para el cultivo de productos orgánicos. Así dio comienzo la historia que ustedes ya conocen. El establecimiento de la granja. El inicio de la producción. El crecimiento de la familia. Los hijos, Emilia y uno que viene en camino.

¿Ahora que sigue?.

Seguir progresando, buscar más tierras, tener más invernaderos,  más variedad de cultivos, otras hortalizas para gourmet. Ya estamos trabajando  de lleno en la reforestación. La producción de arbustos y palmas endémicos  de la región. Nuestra grano de arena para la preservación de la naturaleza.

Nos despedimos de la dinámica, incansable, y trabajadora Mónica Sánchez, estamos seguros de que tendrá éxito, en todo lo que se proponga, y nosotros los que consumimos alimentos orgánicos saldremos beneficiados. ¡Muchas gracias Mónica y Fernando, Felicidades! Ojala hubiera mas mujeres como Mónica, bien preparadas, activas, como profesionistas, y como mujeres (Madre-Esposa). El país marcharía mejor.

Conclusiones

 

Las cartas están sobre la mesa. Las navajas amarradas

¿Quién ganara la contienda?

El hombre orgánico, presente en el pasado. (Hace unos años todo era orgánico) Hombres-Alimentos

Ausente en el presente. (En la actualidad domina lo inorgánico) consumo de comida chatarra. Hombres-Alimentos Alterados artificialmente para su consumo masivo.

 

¿Resurgirá el hombre orgánico para convertirse en el hombre del futuro?

De mejor salud, conciente de su relación de respeto con la naturaleza, aumentara el consumo de  alimentos orgánicos, su producción, sus beneficios.

Datos Duros (Estadística)

Importancia de la Agricultura Orgánica en México.

La agricultura orgánica se encuentra vinculada con:

  1.  Los sectores más pobres del ámbito rural.
  2. Los grupos más marginados y desprotegidos de todo el país, los grupos indígenas.
  3. La producción sustentable de alimentos.
  4. La recuperación y conservación ecológica de los recursos naturales.
  5. El mejoramiento de la calidad de vida de los productores.
  6. Un desarrollo rural incluyente.

Ventajas de la Producción Orgánica

El productor:

  • Obtiene mejores precios (20-40% más)
  • Conserva sus recursos naturales (suelo y agua).
  • Produce alimentos sanos para él, su familia y el mercado.
  • Trabaja en un ambiente sano, libre de productores químicos.
  • Mantiene un empleo bien remunerado y genera alternativas de trabajo para su comunidad
  • Contribuye a consolidar su organización de forma autogestivo, facilitándose también el acceso de recursos, insumos y comercialización de sus productos.

México. Importancia de la Agricultura Orgánica y perspectivas de crecimiento.

1996 1998 2000 2006*
Superficie

(Ha)

23,265 54,457 102,802 215,843
Número de Productores 13,176 27,914 33,587 53,577
Empleo (1000) 3,722 8,700 16,448 34,534
Divisas generadas

($US1000)

34,293 72,000 139,404 280,698

Política de Estado.

  • México no cuenta con una Estrategia Nacional para el desarrollo de sistemas de producción de orgánicos.
  • La agricultura orgánica nacional recibirá algunos apoyos aislados como ha ocurrido en el pasado, pero no se prevé hasta ahora que haya una visión y estrategia a largo plazo.

Propuesta de Política de Apoyo al sector Orgánico

    1. Apoyar a la formación de una organización Nacional de Productores, Procesadores y Comercializadores Orgánicos Mexicanos
    2. Crear un centro Nacional para el Desarrollo de la Agricultura Orgánica Mexicana.
      • Desarrollar investigación y brindar apoyo a la agricultura orgánica
      • Capacitar a productores y promotores campesinos.
    3. Crear un marco normativo para la producción Orgánica
    4. Crear un sistema nacional de Certificación. Desarrollar un sello Orgánico Mexicano
    5. Otorgar apoyos directos a los productores
    6. desarrollar el Mercado nacional Orgánico. Crear campañas de promoción de alimentos orgánicos a nivel nacional, que fomenten el abastecimiento constante y diversificado de los productos orgánicos en el mercado nacional.

Prevalecerán “Los hombres inorgánicos” Los que sufrieron cambios, mutacionales, como consecuencia del consumo de alimentos, artificialmente alterados cada vez mas vulnerables, enfermizos. Mas generaciones de niñotes, bofos, huecos y obesos, monoformes, incoloros, remplazables, desechables.

Según Enrique Romero, jefe del Instituto de Endocrinología y Nutrición del Hospital Civil “Juan I, Menchaca”, el problema es que los infantes, e incluso adolescentes y jóvenes, no comen la cantidad de nutrientes que su cuerpo necesita, ya sea por desconociemito o por que prefieren ingerir alimentos ricos en azucares.

La consecuencia de esto es que el 13 por ciento de la población mexicana menor de 5 años esta desnutrida, lo que limita su capacidad cognitiva, además de que impide que los niños crezcan en los niveles que deben hacerlo.

De acuerdo con un estudio de la Comisión Económica Para America Latina y el Caribe realizado en el 2005, la disminución en estas capacidades representa también un costo para el Estado, pues algunos niños requieren de clases extras que les permitan alcanzar las metas de aprendizaje del grado que estudian y, si hay reprobación, deben adecuarse cursos integradores para quienes quedan rezagados.

Si el problema no se ataca, cuando estos niños se convierten en adultos son menos productivos que los que tuvieron una nutrición adecuada, lo que podría costarle al país del 2 al 4 por ciento del Producto Interno Bruto.

Según la Encuesta Nacional de Salud 2006, cerca del 25 por ciento de los niños entre 5 y 11 años, y el 33 por ciento de los adolescentes de 11 a 18 años  presentan problemas de sobrepeso u obesidad.

Únicamente alrededor del 60 por ciento (de los padres) identifican al niño con sobrepeso como un niño sobrepeso. Para muchos padres, 40 por ciento de los papas de niños con obesidad, el niño no tiene nada, esta normal.

Si los infantes no son atendidos a tiempo, tanto por desnutrición, como obesidad, sobrepeso y trastornos alimenticios, pueden desarrollar patologías crónicas como diabetes, hipertensión o niveles altos de colesterol, que merman su desarrollo social.

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EL MAESTRO APARECE SÓLO CUANDO EL DISCÍPULO ESTÁ LISTO

Esta frase de Serge Rainaud de la Ferriere (Yogananda) me recuerda que “la vida es un eterno aprender”. Siempre vamos a encontrar a un maestro que esté dispuesto a enseñarnos.

También creo que algunas veces llegamos a pensar que lo sabemos todo, cuando esto sucede, siempre aparece un maestro que nos muestra algo nuevo que desconocíamos.

Muchas ocasiones ha estado a nuestro lado sin que lo reconozcamos, y aún así, sus enseñanzas nos han impresionado profundamente.

En otras, lo buscamos inútilmente sin encontrarlo y casi siempre nos encontramos con él i n e s p e r a d a m e n t e, en diferentes personas, en diferentes etapas de nuestra vida…

Algunas veces, permanece con nosotros por un tiempo. En otras ocasiones los encuentros son breves y de gran intensidad.

La madre es la primera gran Maestra, el primer Ejemplo a seguir, el más importante. Sus enseñanzas perduran toda la vida. La mía era toda sabiduría. Lo que aprendí de ella es Universal y Eterno. Poseía una memoria prodigiosa, recordaba con precisión fechas, acontecimientos, sabía decir los más bonitos poemas, conocía los más sabios refranes, cantaba con una bella y afinada voz trozos completos de las operetas de moda.

De ella aprendí: el orden, la limpieza, la obediencia. Aprendí del cariño, del respeto, del amor, de la nobleza, de ella aprendí cómo comer, cómo hablar, cómo caminar.

DE ELLA APRENDÍ EL AQUÍ Y EL AHORA…

Después…cuando crecí un poco, vinieron los maestros formadores de mi Primera Educación.

Recuerdo con cariño y con respeto a todos mis maestros de primaria. Sus enseñanzas, sus personalidades. Sobre todo a mi maestra de primer año. El modelo de maestra, toda dulzura, toda bondad. Se llamaba Angelita y hacía honor a su nombre, era un verdadero ángel, y yo un diablillo…

Una mañana, cuando no me veía nadie, me subí a un banco y coloqué una botella de tinta negra en el extremo superior de la puerta de su estantero, de manera que cuando ella abriera la puerta, la tinta de la botella sin tapadera se derramara encima de ella, manchándola de negro.

Cómo nos reímos de la pobre maestra, de su coraje, de su impotencia, de su desesperación por quitarse la tinta.

El castigo no se hizo esperar. Me sentó en una esquina hacia la pared. Yo sonreía burlón. Ahí permanecí el resto de la mañana y mucho tiempo después, a la salida de los otros niños.

Cuando nos quedamos solos, se acercó a mí, se le notaba que acababa de llorar, estaba muy seria…

Me dijo:

-¿Comprendes que lo que hiciste estuvo mal? Quiero que te arrepientas y me prometas que ya no vas a hacer más maldades. Tienes que ser un niño bueno de ahora en adelante.

Después empezó a hablarme acerca del Bien y del Mal. Me habló muy bonito, muy claro. Lo que me dijo esa mañana no se me ha olvidado…

Platicamos mucho. Para cuando mi mamá vino a recogerme, yo ya era un niño diferente. Había aprendido la lección…

Ya era casi un adolescente, estaba en sexto año cuando recibí otra inolvidable lección. Durante un juego de soft ball que se realizaba en el patio de la escuela y que todos presenciábamos. El maestro de sexto año, quien fungía como ampayer en el encuentro, tuvo que tomar una decisión en una jugada dudosa.

Indudablemente, la decisión que tomó beneficiaba al equipo formado por sus alumnos. Sólo yo protesté y cuestioné su decisión. Le demostré que estaba equivocado y desenmascaré su marcado favoritismo. Se puso furioso, perdió los estribos…Y me abofeteó fuertemente en la mejilla con la mano abierta.

Me castigó injustamente, nunca se me olvidó esa cachetada ¡Cómo me dolió!…

El tiempo pasó y el destino, que todo lo cobra y nada olvida, se encargó de hacerme justicia y, ándale, que se va enfermando el maestro de sexto año y…que dicen quesque le dio un aire y le torció la boca y que a puras cachetadas se la van a enderezar.

¡Ay! Pobre maestro, a puras cachetadas. ¿Tú crees?

Sí, yo sentía placer, lo imaginaba sollozando al ser golpeado. Sintiendo dolor. Sufriendo. ¡Cuánto pagó por esa injusta bofetada!

Esta experiencia me enseñó…Para siempre…

EL PLACER Y EL DOLOR

Pasó la secundaria como un suspiro. Y vino la preparatoria.

Ahí me estuve preparando mentalmente para conocer a mi Segunda Gran Maestra:

LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Mi Alma Máter. Mis maestros universitarios. Qué hombres tan brillantes. Eran los autores de los libros de texto, cuyos cerebros estaban al servicio del estudio, de la investigación, de la enseñanza.

Aprender con ellos lo más sofisticado del conocimiento del Hombre. Su funcionamiento, su comportamiento, sus leyes.

Aprender leyendo en las Bibliotecas. Asimilando, absorbiendo, almacenando ese conocimiento puesto a mi disposición. En ese tiempo adquirí la disciplina de la lectura, el amor por la lectura.

La Biblioteca de la UNAM y mi primer encuentro con los cerebros más notables en la ciencia, en la literatura, en la filosofía.

Pasar todo el tiempo leyendo, algunas veces diferentes libros al mismo tiempo…

Leyendo con pasión en la madrugada, en la tarde, como embrujado, hambriento de saber…

La expansión de la mente. El conocimiento de la mente.

LA MENTE ACTUANDO COMO MAESTRA

“MI TERCERA GRAN MAESTRA”

Aprender acerca de la mente: la propia y la de los otros. La mente estimulada y los efectos de esos estímulos.

Yo y muchos como yo, enamorados de la mente. Estimulándola en salas de conciertos, en teatros, en cines, en exposiciones, con discos, fotografías, paisajes.

Aprender de la mente estimulada con drogas. Las aceptadas por la sociedad, como el alcohol y el tabaco. Y los entógenos que conducen a la visión del Dios genético, esencialmente la marihuana (cannabis), el peyote (mezcalina) y los hongos sagrados (psilosibina).

Los sabios maestros se convierten en shamanes, en gurús, en hombres de conocimiento. Cada experiencia con entógenos es una enseñanza. “Las enseñanzas de la mente”. La mente alerta, la mente siempre aprendiendo…

Aprendiendo de la vida y…de la muerte.

Para que exista una…tiene que existir la otra.

Son ambivalentes…

La vi desde temprano, en la mañana…y me extrañó verla tirada en el suelo. Ya sé que esa clase de arañas son del aire, del espacio. Tejen las primeras líneas de su red de un punto a otro. Y la parte más importante de su estructura, el centro, donde el tejido es más cerrado, es en el espacio. Viven en las partes altas, por eso fue que me extrañó verla tirada en el suelo.

El viento aquí suele ser tan fuerte, que pienso que tal vez alguna corriente rompió la red y la proyectó al piso. Hace unos momentos pasé cerca de ella y reaccionó brincando al percibir mi presencia.

Yo, dándome cuenta de su situación desesperada, decidí ayudarla. No es fácil ayudar a una araña en problemas. Primero le aproximé mi cuaderno de notas y la animé para que se trepara a él, para así, poder transportarla a su red. No quería subirse, pero yo insistí y la empujé con más fuerza, hasta que la volví de espaldas.

En ese momento su miedo era tal, que dejó de moverse, se paralizó…

¿Qué hacer para reanimarla? Me aseguré de que estuviera viva. Le aproximé un objeto terminado en punta, donde se pudiera sujetar. En cuanto lo sintió cerca se asió de ella con todas sus patas, desesperadamente. Una vez que estuvo sujeta firmemente la trasladé y la deposité con suavidad en su Tela de Araña, en donde permanece inmóvil, paralizada aún por el susto. Reaccionando lentamente…

Estaba casi muerta, pobre araña, se le paró el corazón del susto.

Qué lección aprendí, que es posible sufrir un ataque al corazón, o una embolia que paraliza las actividades del hombre, provocados por el terror, o por el miedo…

Experiencias cercanas a la muerte. A la muerte real o a la muerte imaginaria.

Inyección inmediata de endorfinas, proyección de la imagen del Maestro de Maestros: Jesucristo, sus enseñanzas transformaron el pensamiento de la humanidad…

Y nos acercaron a Dios. El Ser Supremo, poseedor del Conocimiento Universal.

Las enseñanzas del Gran Maestro abarcan todo… y más lo que no existe todavía. El Gran Maestro es el rector de la Universidad de la Vida.

Las enseñanzas en la escuela de la vida son continuas, puede ser que empiecen desde la formación del feto y terminen con la muerte. Yo continúo aprendiendo…aprendo de la naturaleza humana y me beneficio directamente de ese conocimiento que a mí mismo me convierte en maestro, el que tiene un poco de todos los demás y que de ahora en adelante es Autodidacta…

Experiencias en carne propia. Piloto de pruebas en el espacio interior. Explorador del Conocimiento Universal, aventurero.

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El Matrimonio Perfecto

Los casamientos, matrimonios, uniones, en la actualidad ya no sólo se realizan con el sexo opuesto con el objetivo de procrear hijos. Las más de las veces, se realizan para llenar la gran necesidad de compañía (llenar el vacío, compartir el espacio, alguien con quien hablar, con quien comunicarse).

Una vez que se obtiene esa compañía se crean toda clase de compromisos y desaparece la privacidad, la autoestima.

Una pareja duerme en la misma cama generalmente. En donde también comparten la privacidad del subconsciente, intercambian sueños, libidos, establecen el tránsito de ideas de pensamientos que por consiguiente son similares, ya que coinciden en gustos, en estilos de vida, en clase social, tienen los mismos valores. Buscan las mismas metas, y son de personalidades afines. En el mejor de los casos. En el peor de los casos: la desesperación por la soledad, la gran necesidad de compañía, permiten que se pasen por alto disimilitudes y defectos, y nada más para mantener una relación vigente, se hacen compromisos, se toleran desavenencias.

Buscando un sustituto para esa clase de compañía. Cuando se carece de una buena relación de pareja o definitivamente cuando no se tiene una, se llevan a cabo otra clase de matrimonios, otras uniones.

Así es frecuente oír cuando se refieren a cierta persona que tiene hábitos solitarios: “Es que está casada con su profesión”.

Los sacerdotes, las monjas que hacen votos de castidad. Están casados con Dios, con la iglesia, obligados al celibato a vivir sin pareja, a no compartir su cama. El sustituto a la compañía es la espiritualidad, y así es como muchos solitarios se vuelven beatos.

La vida moderna, la tecnología, nos permiten disponer de innumerables sustitutos para suplir esa compañía. El primero y más atractivo (adictivo) es la televisión (nos casamos con la televisión y le dedicamos toda nuestra atención y tiempo).

La relación “PANTALLA-ESPECTADOR” Es el matrimonio perfecto. Antes de la televisión, existía la relación “Libro-lector” y la lectura llenaba el vacío de compañía. Un matrimonio que duró muchos años y que todavía funciona. Amor, entrega absolutos, disponibilidad total.

“Mirar juntos a la misma dirección”, “Amor sublime”.

De lazos más firmes, a muy temprana edad surgió el amor por el cine. Entregado en cuerpo y alma a la pantalla gigante. Solo en la oscuridad de la sala. Percibiendo con todos los sentidos, inmerso en el celuloide. Aparecimos los “amantes del séptimo arte”.

El matrimonio se consumó cuando llevamos las películas a la privacidad de la casa. La relación “PANTALLA-ESPECTADOR”, se hizo todavía más íntima.

La videograbadora-reproductora nos permitió por primera vez, interactuar. Al tomar control llevamos la unión, el matrimonio a la entrega total. A cualquier hora sin levantarnos de la cama podíamos establecer contacto. Con sólo apretar un botón del control remoto se recibía un estímulo al cerebro directo. Inmediato. A partir del momento en que aparecen las primeras imágenes, las primeras escenas. A través de nuestros ojos, nuestro cerebro se inunda de luminosidad cuando engullimos la pantalla, y penetramos a una “realidad separada”, capturada por una cámara y reproducida por la video. La comunión es total y sustituye a cualquier clase de compañera. La pareja formal que demanda ciertos privilegios y atención constante ilimitada. Y de todas las demás cargas emocionales del matrimonio tradicional.

“Un matrimonio perfecto”

(La relación ideal)

Nuevamente la tecnología nos proporciona un conducto por medio del cual podemos interactuar con las imágenes que se proyectan en la pantalla y estrechar nuestras relaciones aún más, al hacerlo de una manera más directa. Sufrimos un nuevo enamoramiento. Esta vez de la pantalla del monitor de la computadora. Desde el primer instante en que ponemos nuestros ojos en ella y empezamos a recibir información. Imágenes que provienen de un cerebro que funciona a semejanza del nuestro. Que tiene memoria (la memoria RAM).

Y que se puede entremezclar con nuestra memoria y enriquecerla.

“Amor a primera vista”, “un matrimonio de cerebros”. La computadora, la compañera perfecta. El producto de esa unión proyectándose en la pantalla del monitor.

Más adelante: La mente universal (conocimiento universal) Sabiduría humana conjugándose con la sabiduría del hombre a través de sus legados, por primera vez accesibles al individuo en un disquette condensado o en un compact disk.

Apenas empezábamos a conocer y teníamos que cortejar a la que se iba a convertir en nuestra “computadora personal”. Nuestra compañera para el resto de nuestras vidas.

En las buenas y en las malas. En la salud y en la enfermedad (las computadoras se infectan de virus y se dañan y pueden morirse si no las vacunas a tiempo).

La elección se tenía que hacer con mucho cuidado. No se casa uno con la primera que se le presenta. Ultimadamente se iba a llenar el hueco, el vacío por la necesidad de la compañera finalmente el sustituto perfecto de la pareja. Así me di a la tarea de localizar a mi “compañera ideal”. Mi futura esposa. La madre de mis hijos (en mi caso mis libros de cuentos, mis historias, mis novelas, mi periódico) y todos los productos de la unión de su cerebro con el mío. Los resultados de nuestra fecundación de nuestra comunión que pronto nacerían y verían la luz al materializarse por medio de la impresora…. Qué maravilla.

De esta manera empezó el cortejo que duraría algunos años paulatinamente.

La empecé a conocer mejor, a adentrarme más en ella, a depender más de ella. Hasta que le pedí que me revelara sus secretos más íntimos, para esto teníamos que estar solos… (me respondió ruborizada). “Tengo que llevarla a casa a como dé lugar”, me dije a mí mismo. Ya no puedo vivir sin ella, creo que estoy realmente enamorado. Las últimas noches ya no podía dormir más pensando en ella y en todo lo que podíamos hacer cuando estuviésemos juntos las miles de posibilidades, de combinaciones, creatividad sin límites, entendimiento, comprensión, armonía absoluta. “La tengo que llevar a casa”, me repetía obsesionado y veía mi nombre ligado al suyo. Imaginando un futuro prometedor que se nos presentaría cuando nos realizáramos como pareja y tuviéramos hijos y éstos crecieran y se volvieran grandes, fuertes e independientes. Faltaba muy poco para que se llevara a cabo el matrimonio de nuestros cerebros, una unión perfecta y duradera. Lo que yo más deseaba en la vida “nuestro casamiento”. Todavía tenían que pasar muchas cosas para que esto sucediera.

Antes de traer a casa a “la mera buena”, tuve varias amantes. La primera fue una mexicanita (Printaform) muy elemental, básica, chiquita. La saqué de la tienda nuevecita y me tocó estrenarla, le puse las manos encima y no le aflojé, hasta que casi me la acabo. No tenía mucha capacidad y después de sacarle lo más que pude la deseché y me conseguí otra. Esta vez una gringuita (Data view) de las que se sientan en tus piernas (una lap top), mucho más capaz, compacta. Estaba buenísima cuando la agarré, y me prendí de ella grueso. Íbamos juntos a todas partes. Vaya qué romance, qué pasión, fue con la primera que me compenetré más profundamente, ya que prácticamente dormíamos juntos, comíamos juntos. Empezaba a adueñarse de mi tiempo, de mi vida… a dominarme.

Estaba tan buenota que pronto empezó a ser codiciada por otros y dos de ellos se encapricharon y llegarían a cualquier cosa con tal de quedarse con ella.

En una ocasión me la pidieron prestada, sólo por unos días. Quesque para un trabajo muy importante. De mala gana accedí, vinieron por ella, fue nuestra primera separación. Como la extrañé…

Por “angas o mangas” se tardaron más de la cuenta en traérmela de regreso.

Yo creo que la sobrecargaron de trabajo y abusaron de ella en esos días, para cuando llegó nuevamente conmigo, ya venía algo desgastada y se notaba enferma, mucho más lenta, se veía pálida, ya no tenía la misma brillantez, algo le habían hecho “ya no era la misma”.

“Qué mala suerte”, estando fuera se había contagiado de un virus muy maligno, que en poco tiempo se había apoderado de ella y a medida que la enfermedad avanzaba la iba consumiendo cada día más.

Cuando ya no pude hacer nada más con ella, la llevé al hospital de computadoras para que la vieran los especialistas, a ver si le podían salvar la vida. Le iban a hacer la lucha, aunque no me prometían nada, ya que su deterioro aumentaba y se veía muy dañada… ya no respondía… estaba condenada a morir… a menos que le hicieran un trasplante de cerebro…. Era una operación demasiado costosa para mis posibilidades. No había más remedio que afrontar la pérdida total. Con todo cuanto la quería me resigné a renunciar a ella y dejarla en el hospital. Jamás volví a recogerla, ignoro su suerte, a la mejor encontraron el antivirus milagroso y se salvó y por ahí anda todavía. Yo por mi parte la di por muerta y doné sus órganos todavía aprovechables.

Pasó el tiempo, seguí trabajando con otras computadoras. Para cuando empecé a hacer “El Correo De La Sierra”, un quincenario cultural ecológico y turístico para la región, ya me había olvidado de ella y entregado a otras experiencias con toda clase de máquinas de diferentes tamaños, cada vez más poderosas, más completas, capaces de hacerlo todo rápida y eficazmente. Más resistentes a los virus (vacunadas). Mejor equipadas con cerebros de más capacidad provistas de CD Room

Para darle movimiento a la imagen y llegar a la realidad virtual: “FAX MODEM” para enviar la imagen del monitor a través de la línea telefónica a distancia, transmitir el mensaje de su cerebro a otros cerebros en todo el mundo, hasta llegar a la conexión máxima. “La supercarretera de la información (INTERNET). La comunicación total y la consumación del matrimonio perfecto con el substituto de la pareja que ahora domina mi vida, controla mis emociones, es dueña de mis sentimientos y es quien acapara mi tiempo pensante y toda mi atención. Mi PC, “mi compañera ideal”. La que vive conmigo desde hace un año, un regalo del presidente municipal de Vallarta, por haber ganado el premio nacional de periodismo cultural (Regional). De la cual ya no me separaré nunca. Estamos comprometidos a tal grado que siento que mi cerebro ya está dentro de ella e integrados nos dirigimos a la eternidad…

P.D. Es preocupante hasta donde se llega a humanizar la relación pantalla-espectador. La relación afectiva con una maquina, con un robot, que siempre están dispuestas a satisfacer tus necesidades más intimas. A cumplir tus caprichos en el momento que se los pides.

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EL QUE LE VENDIÓ SU ALMA AL DIABLO

“Puede suceder en cualquier época, ya ha sucedido antes y puede suceder ahora en cualquier lugar”.

Es antes del amanecer, a la hora que cantan los gallos, afuera de su cabaña, en lo alto de la sierra; un hombre se pasea nervioso con una taza de café en la mano, se le nota preocupado, desvelado, la clásica expresión de la persona que tiene un problema que no está en sus manos poder resolver, la impotencia se refleja en su rostro. ¿Qué hacer?, se pregunta desesperado, estoy a punto de perder todo esto que he obtenido con tanto esfuerzo, la realización de mis sueños, de nada ha servido trabajar tanto para lograr lo que tengo, ahora lo voy a perder sin remedio, a menos que suceda un milagro, ¡Sí! Un milagro es mi única esperanza.

Él es un hombre al que siempre le ha gustado vivir en la soledad del campo, se nota que es un ranchero trabajador, su casa tiene todo lo necesario para vivir cómodamente (sin llegar a los lujos), un corral con algunos animalitos, un gallinero, unas jaulas para gallos finos, y un granero.

Su parcela no es muy grande, pero se ve que está muy bien aprovechada, se siente armonía.

Al ver todo esto, uno se preguntaría, ¿Por qué sufre este hombre?, ¿qué problema lo aqueja?, ¿qué amenaza esta tranquilidad?

Absorto en sus pensamientos, el hombre que es de mediana edad, fuerte, hecho para los trabajos del campo, se dirige hacia la cocina de la casa para prepararse otra taza de café. Está tan ensimismado en sus pensamientos, que no alcanza a ver cuando una sombra se desliza hasta el interior de la cocina. Cuando percibe su presencia, el hombre reacciona sorprendido ante lo inesperado. ¿Quién es usted? ¿Qué hace en mi casa a estas horas de la mañana? ¿Cómo llegó que ni lo sentí? ¿Qué se le ofrece?

El recién llegado sonríe misterioso, tiene un extraño e irresistible fulgor en los ojos. Viste bien, las joyas lucen en su cuello y en sus dedos; parece un ranchero con mucho éxito. Sus manos están bien cuidadas y su sonrisa muestra un diente de oro.

Antes de que pueda reponerse de la sorpresa, lo saluda con una voz melodiosa:

  • Buenos días, no se asuste, tranquilícese. Parece que oí decir que va a perder todo y que sólo un milagro lo puede salvar, dígame, ¿qué tan serio es su problema?, a lo mejor yo puedo solucionárselo, téngame confianza, ¡yo lo voy a ayudar!, ya he ayudado a muchos otros y los he sacado de sus problemas, dígame, se trata de dinero ¿verdad?
  • ¿Cómo sabe que tengo problemas de dinero? ¿Quién es usted? ¿Quién le dio derecho de meterse en lo que no le importa? ¡Váyase de aquí inmediatamente por donde entro! ¡No me moleste!, qué no ve como estoy, tengo los nervios destrozados, y usted se me aparece de repente y me pega tamaño susto. ¿Cómo llegó hasta aquí? ¿Quién le dijo donde vivía y por qué está aquí? Yo a usted nunca lo he visto en mi vida, y ultimadamente, ¿qué es lo que quiere de mí?…
  • Tranquilo, no se exalte, soy su amigo, invíteme una taza de ese buen café y vamos platicando. Estoy seguro que después de que hagas trato conmigo, tu suerte va a cambiar para siempre.
  • ¿De qué trato está usted hablando? ¡Le repito que yo a usted ni lo conozco!, menos voy a querer hacer un trato con usted, mejor ya váyase. Tengo bastantes problemas y quiero estar solo.
  • No te preocupes más, yo te voy a ayudar. ¿Conoces a Mariano y a sus hijos?, yo los ayudé, y mira que bien les ha ido, ya todos tienen camionetas nuevas, sus buenos cuetes y ganado. Les ha ido muy bien desde que se unieron a mí. ¿Conoces a los Orozco?, a esos también les estoy ayudando; ellos fueron los que me dijeron que viniera contigo, me dijeron que estabas muy necesitado y que eres hombre de arranque, decidido, de los buenos; que no le tienes miedo ni al mismísimo diablo. Ten confianza en mí. ¿Cuánto necesitas?

Diciendo esto, empieza a desenrollar un grueso fajo de billetes de veinte dólares y extiende unos cuantos sobre la mesa.

  • Ándale, ¿cuánto necesitas? Lo que quieras como un adelanto, ¡tócalos!, siente su tersura, huélelos, son todos tuyos. Son de los buenos.

El hombre lo miraba incrédulo, se había hecho el milagro. Veía con lujuria aquel montón de billetes que significaban la solución de sus problemas.

-¡Está bien!, dijo finalmente: ¿Qué es lo que tengo que hacer?

Lo había convencido. Aquel hombre estaba en sus manos, sonrió con malicia y aquel extraño fulgor se reflejó en sus ojos nuevamente.

Del mismo morral de donde sacara el dinero extrajo una bolsa que procedió a partir, el contenido de la bolsa se desparramó en la mesa, unas semillas que el hombre identificó inmediatamente…

  • Sólo tienes que sembrarlas, no es mucho trabajo, éstas son de una clase que crece más rápido. Vas a ver que pronto serás un hombre rico y tendrás todo lo que quieras.
  • Pppero eso es muy peligroso y lo castiga la ley. Lo más fácil es que termine en la cárcel, pues yo no tengo ninguna experiencia en ese tipo de cosas.
  • Tú no te preocupes, la gente que trabaja conmigo está protegida, nada te va a pasar. Vas a ver que bien te va a ir, dinero, mujeres, lujos. Tu vida va a cambiar, te lo aseguro; te va a convenir ser uno de los míos.
  • ¡Está bien! ¿Y cómo le voy a pagar?

Exclamó decidido, mirándole a los ojos. Ya empezaba a operarse un cambio en él, a partir de ese momento ya no era el mismo. Su mirada empezaba a adquirir la misma frialdad que la del otro hombre.

  • Eso es lo de menos, a su tiempo yo vendré nuevamente a visitarte y me haré cargo de todo. ¿Trato hecho?

– ¡T r a t o    h e c h o!

Respondió el hombre.

Se cortaron las muñecas respectivamente, y sellaron el trato con sangre.

  • ¿Cuándo sabré nuevamente de usted?
  • En tres meses, cuando la cosecha esté lista para levantarse sabrás de mí. Mientras, disfruta tu dinero, diviértete, paga tus deudas y ponte a trabajar. Yo cumpliré mi palabra y tú te convertirás en un hombre rico y poderoso.

El hombre se dirigió a un estante de donde sacó una botella de licor, volviéndole la espalda, instante que el otro aprovechó para desaparecer por donde había entrado, sin hacer ruido, como una sombra…

  • ¡Brindemos para celebrar! Nadie…

No había nadie, el otro hombre había desaparecido, pero el rollo de billetes y las semillas permanecían en la mesa, como mudos testigos de que lo que acababa de suceder no había sido tan sólo un sueño.

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El que sigue; el ahijado de la muerte

Quién va a ser el siguiente en la cola de los que van a morir, el próximo muertito. En el pueblo donde vivo desde hace algunos años, en mi comunidad, entre mis conocidos cual de mis amigos, de mis parientes. Un misterio, quien decide por qué y cómo. Qué parámetro se usa, tal vez es del deterioro del organismo humano al final de su ciclo de duración, quizás, los daños severos irreversibles, ocasionados por enfermedades crónicas, o progresivas, dolencias, fracturas, mutilaciones. ¿Pérdida de las facultades mentales?

El grupo más vulnerable, sin lugar a dudas, es el de la tercera edad. Los viejos, los ancianos, a los que ya les empieza a fallar el sistema inmunológico y son más susceptibles a contagiarse, a infectarse, a enfermarse. Porque sus resistencias están agotadas al igual que su energía, y su deseo de vivir.

¿Son todos estos factores determinantes para decidir quién va a ser el siguiente? ¿Verdad que no? Porque cuantos casos sabemos que la muerte se adelanta y siega vida de todas las edades con su guadaña. De manera fulminante, sorpresiva. También para nosotros, cuando nos enteramos, que fulanito con quien estuve platicando hace unos días dejó de existir.

¡Cómo que se murió, si la última vez que nos vimos se veía muy repuesto y lleno de vida. Y lo que pasó con aquella niñita tan chiquita, tan bonita que se les murió de una infección en el estómago, algo que se comió que le hizo daño, la pobre ya no alcanzó a llegar ni al centro de salud. Un descuido lamentable.

Veinte, veintiún años tenían los primos. El que llegó del otro lado (de Estados Unidos) venía invitando todo, traía la dolariza y ganas de divertirse. El de aquí, el dueño del carrito (un compacto) él manejaba… (era el conductor designado).

Tenían ya tres días en la borrachera durmiendo nada más a intervalos y aunque se caían de sueño ya picados querían seguirla adonde fuera pero era en la madrugada y ya estaban cerradas todas las cantinas. “Hay que seguirla a donde sea que esté abierto toda la noche, tú eliges primo, Tomatlán o Vallarta, vámonos a Tomatlán, la carretera está más recta y menos curvas; vamos a llegar más rápido”.

Impredecible… una lotería… una ruleta… la mala suerte… una ponchada de llanta…. se quedó dormido y se salió de la carretera. Una volcadura en la recta… venían a más de 150 Km. Por hora y no vio la vaca a la mitad del camino… ¡rataplán! Quedaron irreconocibles.

Pensar que se pudiera evitar que murieran. Si detenemos el reloj del tiempo y lo regresamos, a los ruegos de la madre, de las hermanas, que viendo el estado de embriaguez en que se encontraban les pedía que se quedaran, que ya no fueran a ningún lado. No hicieron caso… siguieron su destino.

MORIR O NO (SEGUIR VIVIENDO).

¿Se puede desafiar a la muerte? ¿Ganarle una batalla? ¿Arrebatarle una vida? La vida de la niñita si hubiera recibido atención médica a tiempo. Prevenir que no comiera, lo que le hizo daño en primer lugar. Pero no, tenía que cumplir su destino.

Acaso, se pudo salvar de morir fulanito a quien vimos tan repuesto y lleno de vida aunque ocultara muy bien que estaba enfermo del corazón y a punto de sufrir un infarto y así lo disimulara pintándose el cabello ya se veía muy envejecido y sentenciado a muerte con un cáncer de piel desde hacía unos años.

Él también tuvo que cumplir con su destino y se convirtió en el siguiente.

¿Quién lo iba a predecir. Quien lo puede predecir?

EL AHIJADO DE LA MUERTE

La predicción de la misma muerte que te dice. Yo soy tu futuro.

Déjenme que les cuente una historia, de un señor amigo y vecino del pueblo donde vivo.

Él platicaba que su madrina era la muerte, que todas las noches en las madrugadas como a las tres de la mañana, como que sentía… oía un aletear en su oscuro cuarto, un viento frío que se le metía hasta los huesos y que lo despertaba atemorizado y sudoroso. Inmediatamente después, la muerte hacía su aparición Se le presentaba con distintas personalidades, disfrazada, con caras distintas. Algunas veces nada más platicaban. No había ningún mensaje de muerte que entregar. Pero cuando le quería decir quién iba a ser el siguiente, la muerte adoptaba su personalidad y apariencia…. de esta manera le avisaba…. Siempre certera en su fatalidad se cumplía el sino de morir del candidato señalado y a los pocos días nos enterábamos de su deceso. Porque lo estaban cafeteando ya en su féretro… o porque le estaban rezando su novenario.

Alguna de esas muertes ya se esperaban ya fuera porque estaban muy enfermos, muy viejos, cualquiera podía presentir el desenlace fatal. Y al predecirlas Don Panchito que así era conocido nuestro amigo, era infalible. Y yo por mi parte también podía confirmar lo que ya sabía de antemano ya que Don Panchito me lo había dicho con unos días de anticipación.

Nos llegamos a conocer en el trato cotidiano y tuve la oportunidad de platicar con él en varias ocasiones. Un tipazo, un señor de los de antes que sabía muchas cosas que le tocó la suerte de vivir en aquellos tiempos tan bonitos de los hombres valientes donde valía el respeto, la honradez, el orgullo, el honor. Protagonista de historias emocionantes y aventuras de todas clases.

Me contaba una historia con lujo de detalles de cuando anduvo echando bala con los cristeros, del enfrentamiento que tuvo con unos malvados y cómo terminó herido con una bala en el muslo, que de rebote mató a su compañero que estaba a centímetros de él. Como pudo se defendió y repeliendo la agresión, también se echó al pico a uno de los maleantes. Se armó la balacera. Pero él estaba en desventaja ya que los otros eran más y estaban mejor armados… dándose por perdido, lo único que le quedaba para salir con vida era hacerse el muertito y jugársela. Tenía que convencerlos de que estaba bien muerto, sin moverse para nada aunque lo zarandearan. Sabía que si lo lograba podía evitar que le diera el “tiro de gracia”.

Morir o no, seguir viviendo. Había desafiado a la muerte haciéndose “el muertito”, ganándole el desafío. Aún seguía vivo. La muerte lo había perdonado y a partir de ese momento se convertiría en su madrina.

A partir de ese encuentro lo visitaba frecuentemente y platicaba con él. En confiaza, le dejaba ver la lista. El que junto a su nombre tenía marcada una crucecita negra, era el que venía a llevarse.

Don Pancho el ahijado de la muerte era todo un personaje, conocido en toda la región. De una de las familias tradicionales. Fue terrateniente, ganadero y tabernero. En la bonanza del raicilla le tocó lo mero bueno. Llegó a ser rico y poderoso. Bien parecido fue enamoradizo, mujeriego y coquetón. Tan coqueto que ya entrado en años tenía un cambio con todo y sombrero para cada día de la semana y presumía de hacer sus conquistas. Para verse más joven se alisaba las arrugas a base de cremas y se pintaba las cejas. Vestido impecablemente limpio todas las mañanas salía de su casa situada en el portal oeste de la plaza la cual atravesaba dos o tres veces al día ya fuera para hacer sus mandados como ir por las tortillas en la mañana, acompañado de sus fieles canes a la carne al mediodía y ya en la tardecita a la casa de Don Nicanor a jugar a la baraja o al dominó.

Yo podía oír el arrastrar de sus cansados pasos, su caminar lento, desde el lugar en que yo me sentaba todas las mañanas. En una mesa que sacaba al corredor de un cibercafé que puse en esa esquina de la plaza (Portal Hidalgo). Desde allí se divisaba toda la acción de la presidencia. Quien iba, quien venía, los dimes y diretes, los chismes, la grilla. Se me presentaba la oportunidad de saludar a Panchito en la mañana cuando iba por las tortillas ya que por fuerza tenía que pasar por donde yo estaba: “Buenos días Panchito, qué tal? Cómo le va? Me da gusto verlo”. Me respondía aunque nos hubiéramos visto el día anterior con la misma alegría y buena disposición. Siempre respondía lo mismo al reconocer mi voz. Pues ya no veía muy bien y con trabajo alcanzaba a distinguir a las personas. “Me da gusto verlo también, pues aquí nada más batiéndole y jugándosela a mi madrina”. ¿Y qué le ha dicho últimamente? ¿Tiene alguna novedad? ¿Ya le dijo quien va a ser el siguiente?

No le era difícil predecirlo pues conocía a todo mundo. Especialmente a sus contemporáneos, los otros viejos del pueblo, los que sabía que padecían enfermedades crónicas y en el umbral de la muerte. Acertaba la mayoría de las veces… pasó el tiempo. Por causa de la mala situación me vi forzado a cerrar mi cibercafé y dejé de venir a la plaza. Se perdió ese contacto y no volví a ver a Don Panchito y a oír sus predicciones. No me alcanzó a decir que su madrina ya lo andaba rondando apareciéndosele dos o tres veces adoptando su apariencia, como si fuera un desdoblamiento de su personalidad y estuviera platicando consigo mismo o advirtiéndole que él era el siguiente…

Dicen que murió de peritonitis, de manera fulminante, se fue en un par de días. Un atascón de comida puerco, grasa, chile, comiendo de todo lo que le tenían prohibido como si le anduviera buscando, no duró mucho, su madrina vino y se lo llevó.

Una tarde al pasar por su casa vi a la gente rezándole sus rosarios. Don Pancho estaba tendido en su féretro, en medio de cuatro cirios, se le podía ver maquillado y vistiendo sus mejores galas, puesto que para irse con su madrina. La muerte, su postrer conquista.

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EL REGRESO

Entre los míos… ¡sí nuevamente entre los míos..!, después de cinco días de ausencia, les agradezco la bienvenida, sinceramente. De veras no saben lo bien que se siente estar en casa con ustedes a mi lado, sentirme seguro, confiado. Ver que nada ha cambiado.

¿Me extrañaron? Yo los extrañé muchísimo, simplemente siento un jubilo interior al estar otra vez entre lo que me es familiar: mis objetos preferidos, mis libros, mis muebles, mis trastes. El placer de dormir en mi vieja cama (suspendida en el aire sin tocar el suelo, colgando en el techo). Dormir de un jalón toda la noche sin despertar, en la oscuridad y el silencio. Abrir los ojos con la luz del sol, bien descansado y dispuesto a seguir adelante.

Esos cinco días se me hicieron eternos, nunca pensé que pudieran pasar tantas cosas en sólo cinco días.

-Oye, nos tenías bien preocupados, no sabíamos de ti ¿dónde estuviste?, ¿por qué no nos avisaste que te ibas a ir?, ¿qué pasó contigo?

-Todo sucedió tan intempestivamente, y me tomó tan de sorpresa, que no tuve tiempo ni para avisarles, simplemente me dejé llevar por el flujo de los acontecimientos. Pero en fin, ya estoy aquí de regreso en casa, y todo va a estar bien de ahora en adelante.

No cabe duda que es en los momentos difíciles, cuando mejor se ponen a prueba los atributos del hombre: su calidad, su valentía, su entereza, su espíritu, su instinto de conservación.

-¿A qué te refieres?, ¿cuéntanos, quién te puso a prueba?

-Pues mira, empecé por ponerme a prueba yo mismo, las circunstancias me obligaron.

Esa mañana me desperté como todos los días (ustedes me conoce, soy un hombre de costumbres, cuyas actividades se desenvuelven en un radio no mayor de doscientos metros a la redonda).

Me levanté descansado, animoso, dispuesto a seguir la rutina de mi vida con la mejor disposición. Salí a mi pequeño patio, y observé con atención todo a mi alrededor como acostumbro hacerlo. Normal, todo se desarrollaba tranquilamente, nada indicaba que un incidente fuera de mi ámbito de control, pronto iba a romper el orden en la secuencia de mis actividades rutinarias.

De momento, mis instintos de prevención no mostraban ninguna señal de que pronto se rompería esa rutina, y mi vida generalmente libre de sobresaltos se convertiría en una aventura.

-¿De qué clase de aventura estás hablando? Te conocemos bien y tu no eres de tipo aventurero.

-Mira, lo que me sucedió, a cualquiera le puede pasar, nada más que algunos de nosotros estamos mejor preparados física e intelectualmente, y de algún modo siempre salimos a la orilla.

-Nos tienes en ascuas ¡cuéntanos, sácanos del suspenso…!

-Sucedió de un momento a otro, cuando menos lo esperaba, recibí un fuerte golpe que me hizo perder el conocimiento.

No sé como lo recibí, ni de donde vino, ni por qué lo recibí; fue un golpe en la cabeza que me pudo haber matado, creo que me lo dieron con la intención de matarme, pero afortunadamente lo resistí y aquí estoy para contárselos.

Desde ese momento sentí amenazada mi vida, debí estar inconsciente por algunas horas, no tengo idea de cuánto tiempo…

-¿Qué pasó cuando despertaste?, ¿en dónde estabas?, ¿no estabas en el mismo lugar?

-No, no estaba en el mismo lugar. No tenía la más vaga idea de donde estaba. Sólo tenía la sensación de estar muy golpeado en algún lado de mi cabeza. Una sensación de vació, todo era muy confuso, oscuro, me costaba trabajo coordinar las ideas, no podía pensar.

Estaba “vivo” y eso era lo que contaba en ese momento. Cansado… tan dolorido, que lo único a lo que yo aspiraba, era volverme a dormir. La realidad me asustaba. -“Tal vez si duermo más, cuando despierte y me sienta mejor, la realidad no sea tan cruda. Yo me conozco bastante bien, y se que puedo actuar y pensar con más calma después de una situación de estrés”-. Razonaba mientras me concentraba en dormir, en relajarme.

Siempre me ha gustado ver a los animales, observar sus hábitos, sus costumbres, sus reacciones ante las crisis, ante el dolor causado por el daño físico, cómo se auto curan, cómo convalecen, cómo se recuperan…

Lo primero que hace un animal cuando está herido (digamos un gran gato, un león o un tigre), se refugia en su guarida, y no se mueve para nada hasta que (no) se siente recuperado, “inmovilidad absoluta”. El instinto de conservación le dicta lo que tiene que hacer, si no se mueve, no se dispersa su energía, y la puede convertir en energía “curadora”. Lo mismo hacen los tiburones en el mar cuando están heridos, se van al fondo y dormitan. Después de observar ese comportamiento en diferentes ocasiones, me pude dar cuenta de como el instinto puro, “el espíritu del animal” actúa, y el animal sabe lo que tiene que hacer. Ese instinto también funciona cuando las hembras van a dar a luz para preservar la especie y superar el dolor.

-El espíritu del animal. El instinto de conservación, ¿de qué estás hablando? El ser humano moderno ya no depende de ellos. Ahora depende de otras cosas mucho más complicadas; mecanismos de defensa, terapias de superación, métodos para el control de la mente.

-El hombre moderno tiene el instinto de conservación atrofiado, ya casi no lo usa, no lo aprovecha, no le da importancia; es indiferente al dolor de los animales, al dolor de otros seres humanos.

Meditando sobre estas cosas logré relajarme y descansar, simultáneamente me fue invadiendo un sabroso sopor, hasta que me quedé completamente dormido.

(El) Sueño reparador con el que se descansa, con el que uno se recupera.

Mi siguiente regreso a la realidad sería más revelador, porque aunque la realidad nos asuste siempre tenemos que regresar y aceptar el temido despertar.

Después de adaptarme a la penumbra de la habitación donde me encontraba, me di cuenta de que estaba completamente solo. La habitación era un cuarto de unos tres metros cuadrados, desnuda, sin muebles, sólo el catre de lona donde me encontraba acostado, y un pequeño retrete en una de las esquinas, sin ventanas, ni puertas. Yo creo que me introdujeron por el techo, ya que de ahí provenía la luz que se alcanzaba a colar por una ranura. Una habitación a prueba de ruidos, un sótano, una celda, una bodega, no lo sé, pero de algún lado llegaba un viento y se sentía fresco, estaba limpio y no olía mal. Una cubeta con agua aparentemente pura, una manzana, dos naranjas y un plátano en un platón de metal, completaban la decoración del lugar.

Considerando las circunstancias, el lugarcito no estaba nada mal. Totalmente aislado, incomunicado, no se oía nada del exterior, silencio absoluto. Sólo pude oír mi respiración y los sonidos que hacía al desplazarme. -“…Pronto me estoy adaptando a mi nueva situación y a medida que eso sucede me empiezo a sentir mejor. Aumenta mi bienestar y me siento más tranquilo…”-.

¡Cuántas cosas empezaron a pasar por mi mente a partir de ese instante! Traté de encontrar explicaciones. ¿Me estaban poniendo a prueba para observarme?  ¿Quiénes?  ¿Por cuánto tiempo?  ¿con qué derecho? Tengo que hablar con alguien, tienen que interrogarme. ¿Sabrán quien soy?  ¿no se habrán equivocado? Yo no tengo enemigos, no tengo cuentas pendientes. Soy amante de la paz y de el respeto, se tienen que haber equivocado.

¿Y que tal si ya no vuelvo a salir de aquí, si me confundieron con un criminal, con un enemigo político y me quieren desaparecer..?

Me tienen completamente en sus manos. ¿Son dueños de mi destino!

¿Qué puedo hacer? No tengo idea de dónde estoy ni por qué estoy aquí. Ya no sé ni qué pensar…

-“Cordura, no pierdas la cabeza, no te desesperes. Serenidad, tú sabes que estás bien, tienes que ser firme de carácter, de convicciones, tienes que mostrar fortaleza, inteligencia, valentía. En el momento que te vean flaquear estás perdido. Determinación, confianza en que pronto vas a salir…, todo se va a aclarar. Tranquilo… no pierdas la cabeza… Mantente alerta… activo… Ocupa tu mente positivamente, mantén en alto el optimismo. Pronto vas a salir porque tú no naciste para estar encerrado. Tú amas la libertad más que a nadie y sabes que tu pensamiento es libre”-.

Ya una vez que me di cuenta de la realidad de mi situación, lo primero que pasó por mi mente fue cómo usar mi instinto de conservación. Tengo que planear cómo voy a sobrevivir. Cuento con lo elemental para hacerlo. Tengo agua…, algo de fruta… Debo prepararme para un largo ayuno, un poco de ejercicio. Nada más lo necesario para no atrofiarme. Relajamiento y movilidad para no dispersar la energía. Como los astronautas que navegan por días en sus pequeñas cápsulas por el espacio. Yo en el microcosmos de mi mente.

Con la mente activada por el ayuno, hubo momentos en que realmente me llegué a sentir en el espacio, viajando de la mano de Dios; porque también en esos momentos difíciles de incertidumbre, el hombre piensa en Dios. Y se refugia en el rezo.

Nunca me había sentido tan solo, tan aislado en el silencio, sólo con mi pensamiento, sólo con mi pasado; con mis recuerdos, con mis arrepentimientos, lo que hice, lo que dejé de hacer.

Una constante exhibición de la película de mi vida, en cámara súper lenta, para que no se me escapara ningún detalle.

En el ayuno prolongado, la mente divaga en diferentes direcciones. Algunas veces nos lleva al dolor, y tenemos que luchar para salir de ese estado depresivo, otras veces nos lleva a la angustia y al miedo, entonces tenemos que mostrar entereza.

Esperar, esperar con paciencia. Lo que más afecta es la incertidumbre. No saber qué es lo que está pasando qué es lo que va a pasar.

Me aterra no tener control sobre mi destino. Sobre mi vida. Me aterra saber que alguien lo tiene, que estoy en sus manos. Que nada puedo hacer. ¿Qué querrán de mí?

El tiempo ha dejado de existir para mí, yo no sé si es de día o de noche, ni cuanto tiempo llevo en este lugar. No sé cuanto tiempo más pueda aguantar, pero aún no pierdo la fe, y sé que mi destino es ser libre. En mi interior yo sé que pronto voy a estar en libertad y podré tomar control de mi vida nuevamente…

-“Aguanta…  resiste…”-. Me quedé profundamente dormido. Esos fueron mis últimos pensamientos antes de entrar en la inconsciencia total. Me sentía casi muerto, muy débil y súper cansado física y mentalmente…

En ese corto tiempo vivido a tal intensidad, había envejecido unos cuantos años. Se me había encanecido la barba, me colgaban los pellejos, y se me duplicaron las arrugas.

Era tan profundo mi sueño, que pudo haber pasado una locomotora a mi lado y yo ignorarla.

¿Cuándo me trasladaron? ¿Cuándo me movilizaron? ¿Cómo me sacaron de ahí? No tenía ni idea. ¿En manos de quién estuve? ¿Por qué me tuvieron cautivo ahí? Nunca lo sabré. ¿Eran comunistas, capitalistas, rusos, chinos, americanos, mexicanos, o tal vez hasta extraterrestres…?

Por más conjeturas que hago, no puedo llegar a ninguna conclusión. No pude encontrar algo en ese cuarto que me indicara en donde estaba ubicado. Los objetos eran comunes y pudieron ser fabricados en cualquier lugar del mundo. No tenían etiquetas ni marcas de manufactura.

No escuché una palabra, en ninguna lengua, nadie se dirigió a mí. No sé que objeto tuvo el hacerme pasar por todo lo que pasé…

¿Fue una experiencia? ¿Lo soñé? ¿lo viví?

Nunca lo sabré… Nunca… Nunca.                                                               

 

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LA GUERRA DE LAS AMIBAS

Las amibas, los parásitos, las lombrices, qué animalitos tan terribles, cuando atacan al hombre, pobrecito. De veras lo debilitan y ponen a prueba sus defensas.

Algunas veces tiene que librar verdaderas batallas en contra de ellas, otras tienen que prevenir sus ataques.

Hervir el agua, tomar remedios caseros, tés, lavativas, etcétera…Especialmente hervir el agua siempre funciona.

Yo la dejo que hierva un poco más, puedo imaginar que las amibas y todos esos bichos mueren por millones, y que disfruto enormemente viéndolos morir.

Pero son enemigos de consideración y tienen muchas formas de atacar; son muy sutiles y se disfrazan tan bien que resultan difíciles de detectar.

Como si supieran que el agua es la vía perfecta de ataque, el cuerpo humano contiene un setenta por ciento de agua y su consumo es esencial para la vida. El hombre consume un mínimo de un litro de agua al día.

La mayor parte de esa agua llega a la superficie de la tierra en forma de lluvia, (H2O, la forma más pura, pienso yo) al atravesar el aire contaminado es abordada por muchas de estas amibas que flotan en el aire (Les llamaremos amiba cosmonauta).

Y en esta forma comienzan su invasión, el agua transporta a millones de ellas hasta la superficie de la tierra y las convierte en su vehículo perfecto, al cual se adaptan inmediatamente.

Se sienten felices en este medio ambiente que les sienta tan bien.

Ya una vez en la superficie de la tierra, las imagino organizándose para atacar; casi puedo oír a los superiores dar sus órdenes:

  • Nuestro objetivo es penetrar en los organismos que contengan agua.
  • Y, ¿cómo le vamos a hacer? (proclaman al unísono emocionadas).
  • Lo vamos a hacer de manera invisible, van a saber de nosotros cuando su situación sea ya insostenible.

Este ataque, les prometo, va a ser devastador.

  • ¿Dominaremos al mundo? (preguntaron exaltadas).
  • Sí, ya hemos salido triunfantes en varios enfrentamientos y ahora la batalla va a ser frontal, ¡vamos a atacar con todo!

Para este ataque contamos con aliados poderosos. Somos invencibles. Repitan conmigo:

  • ¡S O M O S INVENCIBLES!  (repitieron imponentes).

Nuestra organización es perfecta; el ataque será sorprendente, inesperado.

Todos nosotros estamos autoprogramados y tenemos un cometido que cumplir. Destruiremos sus defensas. Los atacaremos por todos lados, por afuera, por dentro, por arriba, por abajo, adaptándonos a sus organismos, reproduciéndonos, invadiéndolos.

Y ahora, todos a cantar el himno de la Victoria:

(Todos cantando)

Adelante, compañeros, la batalla a ganar, adelante este intento pronto va a fructificar a vencer o morir con entrega y honor.

Poco a poco…se fueron controlando los ánimos, cesaron los cantos y todos comenzaron a movilizarse hacia sus posiciones, todo estaba listo…

Se declaró la guerra.

Pronto empezaron a llegar alarmantes boletines de noticias al centro de salud. Se podía oír la voz metálica a través de las bocinas. ¡La invasión ha comenzado! ¡Alerta rojo,

alerta rojo!

Repito: la invasión ha comenzado, estamos bajo un ataque importante. Todos a sus puestos. ¡Alerta rojo!

Se suspenden las licencias, todos deben estar disponibles para la defensa…Glóbulos rojos, blancos, neuronas, todos sin excepción.

Y nuevamente más boletines.

Atención, atención, somos vulnerables en varios puntos y en otros tenemos que fortalecernos.

Se han infiltrado entre nosotros y tienen amibas espías por todas partes. Nos estamos debilitando notablemente y ellos aprovechan la situación para infiltrarse más profundamente. Son muy inteligentes y decididos, conocen muy bien nuestro sistema digestivo, están atacando posiciones claves.

Atacan de todas formas: guerrillas, actos terroristas, siempre desestabilizando, deteniendo el buen funcionamiento. Organizan huelgas, revueltas, manifestaciones.

Hemos detectado fallas en algunos sectores y tratamos de remediarlas descubriendo a los saboteadores a tiempo; es decir, antes de que actúen y removiéndolos inmediatamente o eliminándolos en el lugar.

Sabemos que están entre nosotros…Algunas veces, haciéndose pasar por los nuestros.

La habilidad con que logran imitarnos es asombrosa.

Están aquí con intenciones de quedarse. Pero nosotros no lo permitiremos.

Va en juego nuestra SUPERVIVENCIA…

Enfrentamientos, combates cuerpo a cuerpo, escaramuzas, la batalla se había generalizado.

Atacando por el lado de arriba (oral) venía el general Epazote, un general de reconocida eficacia. Sus fuerzas bien entrenadas, compuestas por varios soldados también dispuestos al sacrificio, lo acompañaban sin miedo, respaldándolo. Cubriendo la retaguardia (enema) venía el general Istafiate, otro militar de la sierra, con una tropa fuerte y bien alimentada. Hacía de las suyas causando numerosas bajas. Los encuentros eran encarnizados.

El coronel Ajo Macho, fuerte y de mucho valor, se ofreció de voluntario y en una misión suicida también les causó mucho daño.

Ninguno de los dos ejércitos cedía terreno. Por momentos parecían dominar los generales.

Cuando esto sucedía, su Alto Mando solicitaba refuerzos, y venían, por el mismo camino, feroces (giardias) bien protegidas, resistentes taenias, atacantes solitarias.

Entrincheradas, Trichuras Tricuris.

Toda clase de parásitos mayores, menores, de distinta jerarquía. Esta vez atacaban con TODO.

El panorama se hacía ensombrecedor…

Se tenía que realizar una reunión de emergencia, tomar medidas urgentes, usar un arma capaz de acabar con ellos para siempre. ¿Qué arma?, ¿existe un arma capaz de acabar con ellos?…

Nuestros científicos están trabajando en ella y pronto esperan tener lista la superbomba, el último recurso…

Les vamos a lanzar un ultimátum…

No fue solamente un bomba, fueron diez y ocho bombas de poderoso Mebeciclol (hasta la fecha lo más efectivo contra ellas).

Fueron lanzadas en el curso de tres días y pronto empezaron a morir por millones, un verdadero holocausto.

Muchas trataron de huir, pero era demasiado tarde, pues el efecto de las bombas aún se hacía sentir después de haber sido lanzada la última bomba.

La mayoría fue evacuada inmediatamente. Las pocas que quedaban con vida esperaban su turno para ser evacuadas también. Sus cuerpos mutilados mostraban lo azaroso de la batalla.

Estaban completamente derrotadas…

Pronto, todo volvió a la normalidad, la amenaza había concluido.

Los nuestros recuperaron sus posiciones haciéndose más fuertes e inteligentes.

 

 

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LA LUZ ASTRAL

Esperando el eclipse de luna.

Jueves 20 de enero, año 2000, 9 de la noche.

La fiesta de luz y sombra.

La sombra de la tierra proyectada en la superficie de la luna, totalmente llena cubriéndola, impidiendo que refleje la luz solar.

La noche es clara, no hay nubes en el cielo y es temprano, la luna brilla en todo su esplendor enviando una luminosidad que se refleja en todos lados, en el agua del río, en las copas de los árboles, en el sendero, en los cerros que rodean este maravilloso valle.

Bultos y sus sombras se alcanzan a distinguir con claridad.

Oscurece un poco empieza el eclipse, aumenta la penumbra, la luna es ahora mitad luz, mitad sombra. Como el símbolo del yin y del yan, partes iguales, negro y blanco, equilibrio perfecto, luminosidad, oscuridad.

Yo afortunado mortal, vestido de etiqueta, (blanco y negro) preparado para concurrir a la cita, presente en tiempo y espacio.

Tener el privilegio de presenciar un grandioso acto de la naturaleza.

“La desaparición de la luna en el espacio”.

Un pase mágico, el movimiento de las manos.

Ahora la ven….. ahora ya no la ven…..

¿En dónde quedó la lunita?…. desapareció….. en unos minutos más, el evento estelar de la noche.

La aparición de la reina del cielo ataviada con su corona lunar acompañada de su séquito de estrellas.

La oscuridad ha ganado la batalla, surgen más estrellas que permanecían opacadas por el brillo intenso de la luna llena, las otras brillan aún más, ahora la noche es negra, se siente frío. Ya no se distinguen ni las sombras ni los bultos. Los perros dejan de ladrar, los gallos de cantar. La oscuridad, el silencio, la quietud, la umbra, la penumbra…

La luna desapareció….

Son casi las diez de la noche, ha pasado una hora.

¡Qué emoción…! ¡Está sucediendo!, el esperado eclipse…. y yo soy el invitado de lujo, en primera fila, binoculares en mano, puesto para admirar este espectáculo maravilloso. Las estrellas más luminosas de la bóveda celeste en todo su esplendor. Perseo, Orión, el can mayor, virus, las Hyades, las Pliades, Capela, Casiopea….

La luna se ha tornado color rojizo, el anillo lunar es color del oro, le queda perfecto cubre su circunferencia. Es una visión hipnotizante….

No puedo dejar de ver el eclipse ni si quiera por un instante, no me quiero perder nada.

El próximo eclipse total de luna se presentará hasta el 2003.

La Luz Astral II

 

Hace unos años (20) tuve la fortuna de encontrarme con una revista de astronomía (Astronomy) editada en los Estados Unidos y que en su contenido tenía las mejores fotografías y las más detalladas gráficas del universo que yo había visto hasta entonces. Me gustó tanto que le pedí a mi esposa Shrry que me regalara una suscripción (una americana con quien estuve casado).

Recibí la revista mensualmente por algunos años y se convirtió en mi maestra de astronomía.

Una de las secciones de la revista que atraía más mi atención era la página central que mostraba la bóveda celeste del mes. Las constelaciones, las estrellas de primera magnitud, las conjunciones, los planetas, las fases lunares, solares, las lluvias de estrellas y los cometas.

Empecé por tratar de aprenderme de memoria todo lo que venía en esa página central, para después salirme por la noche a observar el cielo. Y cotejar e identificar las estrellas, las constelaciones con las que veía en la revista, pronto me familiaricé con este universo de objetos luminosos que brillaban en el cielo y se volvió hábito para mi, observar el cielo al anochecer, y el cielo de la madrugada (por aquello de la “aurora boreal”).

Me hice de unos binoculares (para ver más en detalle me vine a vivir a El Tuito, que en ese tiempo no tenía luz) y las noches más claras y estrelladas que yo recuerde en mi vida, adquirí un gran conocimiento de todo lo que nos rodea y en cualquier época del año, yo podía salir en la noche e identificar todos los objetos luminosos que alcanzaba a ver por su nombre, por su ubicación, por su relación con otras estrellas, al mismo tiempo logré desarrollar una relación permanente con el macrocosmos, que me fascinó y me llevó a comprender muchas cosas. Con la ayuda de mi memoria y a través de la concentración mental y del control del pensamiento, inicié una copia en mi cerebro, exacta a la que percibía del universo, para así transportarla a mi espacio interior, una reproducción perfecta, el micro cosmos, que puede proyectarse con todos sus detalles a voluntad. Este cúmulo del conocimiento dejó impreso en mi memoria, mis primeros encuentros con la luz astral y me enseñó una dimensión del universo que me ha acompañado toda mi vida, nada más tengo que cerrar los ojos y concentrar mi pensamiento en esa luz astral, para poder llegar con el poder de mi fuerza de voluntad, al conocimiento universal y buscar el contenido de mis historias, de mis cuentos y todo lo que me encuentro por ahí y quiero materializar para poder influenciar las esferas mentales de otros y dejar un testimonio de mi contacto con la luz astral a través de mis escritos.

 

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La Muerte

Emocionante, excitante. El reencuentro con la lluvia, de nuevo a suspirar con alivio porque ya está aquí un aguacero fuerte con rayos, truenos. Por primera vez en el año suficiente agua para hacer charcos, impregnar la tierra, anegarla. Que se junte mucha agua para que haga renacer el río.

Tormenta sorpresiva que nos vino de repente, no hubo cantos de rana y brillaron las estrellas la noche anterior, el sol calentó toda la mañana y en la tarde después del mediodía se nubló y empezó a llover fuerte, con algo de viento que refrescó y bajó la temperatura, se quitó el calor que nos venía agobiando desde hacía unos días. Ya tiene como una hora cayendo el agua y todavía siguen los truenos, los rayos cada vez más cerca de donde yo estoy, tan cerca que puedo apreciar el resplandor ¡Huy, qué miedo! Retiembla la tierra. Se siente uno impotente, una sensación inquietante cuando caen tan cerca, que se puede ver el alcance de su fuerza destructora. Sintiéndote tan vulnerable, tan indefenso, sin nada qué hacer más que esperar el momento en el que te toque el tuyo.

¡Que me caiga un rayo! Una maldición o una bendición. No sería una mala forma de decirle adiós a este mundo. Dar el paso al más allá de una manera rápida y eficiente, sin dolor “matrimonio y mortaja del cielo baja” tocado por el dedo de Dios todo poderoso que ordena las tormentas eléctricas y los torrenciales aguaceros.

Morir de un “toque”, eléctrico. Abatido por un relámpago, suena muy romántico y el pensamiento pasa por mi mente cada vez que me encuentro en medio de una tormenta y los rayos caen tan cerca, aunque es muy poco probable, he sabido de varios casos que así ha sucedido en el transcurso de mi vida. Gente que ha caído muerta, calcinada por una descarga eléctrica, un rayo…. Circunstancial, accidental, afortunado, desdichado “al que le toca la toca”. Morir electrocutado convertido en cenizas. El designio de Dios aplicado de una manera instantánea “polvo eres y en polvo te convertirás” tiene sus ventajas por lo menos te vas a ahorrar lo de la cremación y por las dudas más te vale alejarte del “tocadero”.

“Al que le toca le toca”

El tocadero “la calaca tilica y flaca” está mucho más cerca de ojalá que me caiga un rayo (sería mucho pedir) y no respeta rango, ni edad. Un accidente mortal como al señor que picaron las abejas africanas, un ataque al corazón, una infección estomacal, envenenamiento tóxico por agua, por comida en mal estado, un tumor canceroso, leucemia, fiebre carbonosa, por no decir fuerte cabronazo, una pulmonía cuata. Te vas en menos que canta un gallo y ni adiós dices.

La muerte: me gusta el tema y escribo esto al morir el día, los últimos rayos del sol, los últimos reflejos de luz, la agonía, la palidez, los colores cuando muere la tarde. El vacío tan grande que queda en el espacio en donde estaba el sol lamentamos la pérdida, su desaparición… no volveremos a verlo hasta el nuevo día con el sol naciente.

“Nacer y morir”

La muerte natural, etapa final de un proceso. El sol naciente es el inicio del día que muere al morir la tarde. El recién nacido empieza su vida y su proceso natural, es crecer, reproducirse y morir, el mismo ciclo de todo lo que tiene vida en este planeta.

La muerte no natural ocurre cuando ese ciclo se interrumpe y termina de una manera abrupta con el proceso natural, accidental, premeditado, impredecible, siempre certero en su fatalidad. “Morir es condición de vivir”.

Lo ideal sería morir de una muerte natural. Ya muy anciano irte a dormir en la noche como lo has hecho todas las noches de tu vida… y no despertar. Trascender durante el sueño en el estado de inconsciencia. Somos más vulnerables cuando estamos completamente dormidos y todos nuestros sistemas de defensa están desconectados, desactivados. En la madrugada entre las tres y las cuatro de la mañana sucede la más alta cantidad de muertes en las salas de desahuciados de los hospitales. Yo siento que cada noche cuando me voy a dormir en mi alcoba oscura y silenciosa, en el momento que alcanzo la inconsciencia total, muero un poco. Tal vez sea como un entrenamiento para que le vaya perdiendo el miedo y me prepare…. para entrar a la zona de la muerte, a las sensaciones anteriores al descenso, a las experiencias cercanas a la muerte, las señales de alerta, los presentimientos de que el fin se acerca, de que pronto la vida va a terminar, acabarse, ¿pero realmente se acaba? Media humanidad piensa que continúa… por medio de la reencarnación y de esta manera se efectúa la transmisión de memoria, de genes, la transferencia se realiza de padres a hijos, herencia, características individuales, personalidad, conocimientos. Pero, qué pasa con ese caudal cuando no existe la transmisión genética como en mi caso, yo no tengo hijos pero tampoco los tuvieron Cristo, Buda, Mahoma, Sócrates, Nietsche o Van Gogh.

NOTA: (Tal vez la medicina moderna con la clonación de un ser humano permita la preservación de ese caudal de conocimiento y la vida después de la muerte).

No nos vamos a entretener analizando si hay vida después de la muerte, si la vida –alma- herencia genética, se va al cielo o al infierno después de muertos. Cada religión tiene sus propias creencias, aunque yo, personalmente pienso que cuando la vida abandona al cuerpo se acaba todo. El corazón deja de palpitar, cesa el flujo de energía y se apaga el cerebro que es lo último en apagarse, y de nosotros, sólo quedará lo que alcancemos a respaldar de la memoria, a través de una expresión manifiesta.

La muerte fea

Mi concepción de la muerte ha cambiado en el transcurso de los años. Cuando murió mi padre, fue la primera vez que me encontré con ella de frente, mi padre expiró en mis brazos. En aquellos días yo era un hombre joven de carácter impresionable, sensible y ese momento quedó grabado en mi memoria por mucho tiempo. La muerte le llegó a mi padre como una bendición al terminar, de una manera definitiva con el dolor y el sufrimiento que le infligió un cáncer maligno, que le brotó de la próstata y se le extendió por todo el estómago, todo su cuerpo era una llaga pululante, el color que le causaba este traumatismo era tan intenso, que sus gritos se oían por todo el hospital, como si lo estuvieran torturando; el cáncer fuera de control carcomiéndolo por dentro, mientras, nosotros su familiares atados de manos, nada más viéndolo sufrir sin poder hacer nada para mitigar su dolencia. Con un gesto piadoso los doctores le empezaron a inyectar morfina y pudo descansar un poco, durmió él, el que estaba de turno cuidándolo y los demás pacientes del ala en donde estaba encamado, la de los desahuciados. El efecto de la droga le duraba entre dos y tres horas, cuando se diluía, el dolor le volvía más intensamente y los gritos se convertían en alaridos aterradores. Sin poderlo soportar por más tiempo, los médicos decidieron cercenarle las cuerdas vocales. Los gritos camuflados se convirtieron en estertores de muerte. El fin estaba cerca, se sentía, se presentía, se deseaba…

Se imploraba. Después de verlo sufrir por tanto tiempo, le pedíamos a Dios que se lo llevara. Casi le recriminábamos por qué lo mantenía todavía con vida, cuando ya su cuerpo desintegrándose, parecía más un cadáver descarnado hasta quedar en los puros huesos. Mal oliente, ya que por las sondas que salían de lo que fue su intestino, sus vías urinarias, todo a su alrededor despedía un hedor a muerto, como que ya empezaba a apestar y por más que nos esmerábamos, era difícil mantenerlo limpio, sin que la repulsión y el vómito nos sorprendiera. Finalmente su respiración se hizo cada vez más pesada, como si se estuviera ahogando, vinieron los estertores mortales, los pulmones dejaron de oxigenar sangre y el latido de su corazón se detuvo…

Mi padre había terminado su martirio, la muerte se había apoderado de él completamente, se lo llevó y de sus despojos sólo quedó un esqueleto y una calaca con ojos saliéndose de las órbitas, el reflejo de su imagen. El retrato de una muerte horrible, impresionante. Una prueba, una lección para mi presenciarla, apreciar su grandeza, suponer destructivo, su fealdad, su fatalidad. Mi primera gran oportunidad de conocerla de cerca, de sufrirla, de temerla.

Cuando la muerte se llevó a mi padre se transformó en él y le dio su apariencia. Una muerte dolorosa en extremo para mi padre, que la tuvo que sufrir hasta el final. Hace cincuenta años no había en los hospitales equipos de control del dolor como los que existen ahora, con los que se les ayuda a los pacientes terminales a bien morir, anticipando la muerte y la opción para los familiares de aplicarle la eutanasia a sus seres queridos. Eutanasia pasiva, desconectarlo de los medios artificiales que lo mantenían con vida. Eutanasia activa, inyectarle una sustancia que acelerara su muerte.

La presencia de la muerte se hizo sentir “el rigor mortis”. El ataúd gris. La tapa del torso levantada, para que los deudos vestidos de luto puedan ver los despojos. El olor a cirio. El velorio, los llantos de las mujeres, los rosarios, las guardias, los pésames. El café con piquete para aguantar toda la noche. Los grupitos de hombres contando chistes colorados, ya medio borrachos, despiertos hasta el amanecer. Los ojos rojos, los lentes oscuros. La funeraria, la carroza, el cortejo fúnebre hasta el panteón, la fosa… el entierro… el adiós… el abandono… el olvido… la tumba que casi ninguno de nosotros recuerda donde está. Que no volveremos a visitar, a llevarle flores. Sólo nos queda seguir con nuestras vidas y buscar borrar esas imágenes desgarradoras de nuestra memoria.

Los pensamientos encontrados. El complejo de culpa, las reflexiones, las recriminaciones. ¡Acaso puede hacer algo más para evitar tanto sufrimiento! ¿Por qué no tuve los suficientes pantalones para arrebatarle la vida? Ponerle una almohada en la cabeza, convertirme en un asesino, en un homicida. “Sólo dios otorga la vida y sólo Dios la quita”. Usurpar ese derecho es herejía. Si la vida me diera otra oportunidad. ¿Me convertiría en un hereje? ¿Un parricida?

Una muerte bonita

La muerte tiene muchas caras, muchas formas de manifestarse, de sorprender a las personas. Tuvieron que pasar unos cuantos años, para que yo me topara con ella nuevamente. Contrario a la muerte de mi padre, la muerte de mi madre que también expiró en mis brazos, fue completamente diferente. Sucedió veinte años después de la de papá y fue una muerte natural, ya que ella tenía ochenta y dos años y su deceso fue la culminación de su ciclo de vida. Todo transcurrió tranquilamente. Sin escenas desgarradoras como las que vivimos con mi padre en el hospital, falleció mamá en el seno de su hogar rodeada de sus seres queridos, hijos, hijas, nietos, toda la familia acompañándola y ella con la lucidez suficiente para darnos su bendición de despedida.

Realmente la muerte de mi madre fue una muerte bonita, sin angustias, sin sufrimientos para la cual nos preparamos concienzudamente con anticipación, principalmente yo, que junto con mi hermano David, los dos más chicos de la familia, la cuidamos y atendimos hasta el final. Nuestra relación madre-hijo fue de lo más íntimo, de lo más cercano. Mi hermano David que era soltero vivía con ella en la casa familiar. Se parecía muchísimo a ella física y espiritualmente y yo, que la amaba tanto y que alguna vez llegué a pensar que si ella es moría, yo me quería morir con ella.

Y cómo no iba yo a quererla. Mi madre era la mujer más buena que yo he conocido. Toda amor, toda dulzura, una santa que vivió los últimos días de su vida en estado de postración, sin exclamar ninguna queja. Simplemente, aceptando su sino con estoicidad, con valentía.

Víctima de una apoplejía, resultado de una lesión en el hemisferio izquierdo de su cerebro, quedó paralizada de todo su lado derecho, la parte del cerebro que controla el habla, y la mano derecha, que es la que ejecuta las órdenes, la que escribe, la que pinta. En ese estado se mantuvo en silencio durante los ocho años, hasta su muerte, sin poder caminar, sin oportunidad de valerse por sí misma ni para comer o hacer sus necesidades. Algo terrible para ella tener que depender de alguien en todo y para todo. Cuando toda su vida fue una mujer independiente, autosuficiente, que prefería vivir sola en su casa, que de arrimada con alguno de sus hijos. Esa era mi madre, una mujer admirable. Todos, vecinos, familiares, la queríamos por igual, la respetábamos, la idolatrábamos: era mi adoración y con ningún ser de este mundo era yo más feliz que con ella. Platicábamos por horas, me consentía, me chiqueaba. Hacía mis platillos favoritos. Me podría envenenar con sus enchiladas de mole, las más ricas que he probado en mi vida, y aunque estuviera lejos, yo veía cómo le hacía para estar presente el diez de mayo y cantarle las mañanitas y siempre, en Navidad. Por eso, cuando cayó postrada decidí que lo mejor que podía hacer, para ver que estuviera bien atendida y que nada le faltara, era estar a su lado los últimos seis meses, las últimas semanas, los últimos días, las horas, los minutos, los últimos segundos de su paso por este mundo. Acompañándola, platicando con ella, consolándola, tomándola de la mano. Siempre al pendiente de su estado, dándole de comer por medio de la sonda que se le introducía por una de sus fosas nasales. Aseándola, cambiándola de pañales (al último nada más se dejaba cambiar por mi y por mi hermano David). Nosotros los menores, los más apegados a ella y los solteros, los únicos que no teníamos familias propias, podíamos dedicarle tiempo completo y hacerle más llevadera la carga a mis hermanas, que por obligación y por costumbre eran las responsables de cuidar a los enfermos de la familia. Venían a quedarse a la casa de mamá y la cuidaban junto con sus hijos por períodos de hasta seis meses. Así se repartieron la responsabilidad durante los ocho años que duró la enfermedad. A cada uno de nosotros los hijos, nos tocaba un turno de doce horas durante los últimos días en que ya se presentía el final, aunque yo ya no me quería alejar de ella por mucho tiempo, pues a como diera lugar quería estar presente en el momento en que ella pasara a mejor vida. Tratándose de un ser humano excepcional como yo consideraba a mi madre, anticipaba que algo milagroso, sobrenatural iba a tener lugar en el momento de su muerte. Una señal divina. Una luz emanando de su cuerpo. Un halo formándose sobre su cabeza. Su alma elevándose al cielo en forma de nube como un fantasma, no sé…. La presencia de Dios en la habitación…. Extendiéndole los brazos.

Nada… no sucedió nada. Simplemente dejó de respirar mientras yo le sostenía la mano… Sin muchos aspavientos murió tranquilamente.

“Cuando se acaba la vida, se acaba todo”. Mi madre estaba en el reino de los cielos “con todo y tenis”. Qué sensación tan profunda cuando el momento esperado por tanto tiempo finalmente arriba…

Sentimientos de congoja por la pérdida, de alegría porque ya acabó todo. No más sufrimientos, no más dolor, no más rictus de angustia reflejada en sus facciones, no más desesperación, impotencia ante lo inevitable. Tristeza, sí, una gran tristeza, nostalgia porque ya no la volveremos a ver, a escuchar su voz, a sentir su presencia, sólo nuestros recuerdos de cuando era joven, de cuando nos enseñaba a amar la vida, a ser felices.

¡Estela…, David…., Carlos…., Olivia…, muchachos, mi mamacita ya terminó…. Vengan. Vamos a rezar un rosario….

El espejo para ponérselo debajo de la nariz y comprobar que ya no respira, que está muerta.

Pasados los primeros minutos, las primeras reacciones; ¿Quién se va a encargar de avisarles a los demás familiares? ¿A quién le toca los arreglos con la funeraria?. Los que hemos pasado toda la noche en vela y que ya traemos varias noches acumuladas, a sus casas, a descansar un poco, asearse, a cambiarse de ropa.

Todos se han ido y me han dejado a solas con mi madre muerta. El único a su lado. Todavía en estado de shock, paralizado, aún con sus manos entre mis manos. Viéndola como hipnotizado, cavilando, pensando. Sin lágrimas en los ojos, extrañamente tranquilo, inmóvil. Sin atinar qué hacer. Todavía esperando que suceda una manifestación divina. Al fin y al cabo es la muerte de una santa. En silencio empecé a rezar un rosario contestándome yo mismo. La luz de la luna llena se filtraba por la ventana, llenando la habitación, con una luz nebulosa, espectral, dándole a la cara de mi madre una coloratura patinada de nácar, que con la palidez de la muerte contrastaba con la blancura de su larga cabellera que a medida que pasaban los minutos se tornaba azul plateada. Ante mis ojos se veía hermosísima en su lecho de muerte. Con mucho cuidado como con temor a despertarla y romper ese embrujo, procedí a quitarle la sonda de plástico que tenía introducida en una de sus fosas nasales. Su conducto de alimentación por todos estos años, ya no era necesario y usarlo todo ese tiempo le había ensanchado la nariz deformándosela. Cuando terminé de quitarle la sonda, su carita adquirió una expresión de dulzura, de paz, de espiritualidad. La magia del momento en el que la luz de la luna le dio de lleno mientras yo le peinaba el cabello. Le amarré un paliacate azul, para sostenerle la quijada. Le cerré los ojos y le acomodé sus manos en forma de rezar.

¡Ahí estaba el milagro! Con la muerte mi madre se había transformado en una virgencita de retablo. Ya de por sí era chaparrita, con la edad y la enfermedad, se contrajo un poco más y quedó de un tamaño que fácilmente se podía poner en un altar y preservarla para que la gente viniera a rezar por ella, a pedirle milagros “La virgencita de la Unidad Modelo”.

Con la familia reunida se tomó la decisión de cremarla a la mañana siguiente. Un velorio de sólo unas cuantas horas. Una misa de cuerpo presente en la iglesia de la colonia a unos cuantos pasos de su casa. De ahí, a la funeraria al horno de cremación. Todo sucedió tan rápido que en lo que pareciera sólo unos instantes. Ya nos estaban entregando una cajita con sus cenizas que recibimos casi con expresiones de júbilo. ¡Miren aquí está mi mamacita! ¡Bendito sea Dios que ya la tiene en su reino! La tuvimos en la casa los nueve días del rosario, y de ahí la llevamos a su morada final. La urna en la Basílica de Guadalupe que adquirió la familia, y a la que posteriormente también llevaríamos los restos de mi papá para que estuvieran juntos.

 

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La Reina de las Drogas

PREFACIO

El tráfico-comercio de drogas en la actualidad se ha consolidado como la segunda actividad comercial en el mundo, siendo las armas el objeto que más dividendos genera y el petróleo el tercero.

LAS ARMAS-LAS DROGAS ESTÁN ESTRECHAMENTE LIGADAS

Las primeras, destinadas a causar destrucción, dolor y muerte (el ser humano está en constante guerra, y vive períodos de paz). Las segundas, destinadas a aligerar el dolor. A curar, aliviar las enfermedades, siempre presentes en la vida del hombre y a su disposición en la herbolaria universal, en la naturaleza (las drogas provienen de las plantas).  Desde sus orígenes el hombre ha utilizado las drogas con fines medicinales, para aliviar el dolor, para insensibilizar. Hoy día sería inconcebible realizar una intervención quirúrgica, una cirugía sin la asistencia de un anestesista, un especialista en administrar las drogas. Que permitan que el que está sufriendo el trauma de los cortes del bisturí en su epidermis no sienta nada, mientras lo mutilan, lo hieren, lo sangran, le extraen y lo reparan.

Tenemos un contacto tan directo con esa clase de drogas que ya no nos pueden sacar una muela sin que nos administren una buena dosis inyectada, directa al torrente sanguíneo para que surta efecto inmediato. Y la extracción sea “sin dolor”.

El matrimonio de las medicinas con las drogas que se convierten en fármacos, al comercializarse para consumirse en forma masiva. Cuando se hacen accesibles al individuo en droguerías como calmantes para el dolor, narcotizantes (somníferos) y depresores nerviosos. Se vuelven indispensables, de uso cotidiano. Adictivas junto con el alcohol y el uso del tabaco se vuelve abuso. Peligrosas, ilegales. Prohibidas, prohibitivas, cada vez más sofisticadas, más costosas, entre más recreativas más lucrativas. Más en demanda por parte de una sociedad de consumidores, cuyo apetito por estas substancias es voraz, insaciable. Por sus efectos, por la forma en que actúan para modificar el estado de ánimo y estimulan las áreas de placer en el ser humano. La heroína-morfina.

Tenía 18 o 19 años de edad cuando me encontré por primera vez con la reina de las drogas. El séptimo hijo, miembro de una familia de clase media de la ciudad de México, cursando mi primer año de leyes. En la recién inaugurada Ciudad Universitaria. Un conjunto de edificios e instalaciones deportivas, que la UNAM había construido en el Pedregal de San ángel (en las afueras del DF por el sur). C.U. estaba lejecitos de nuestras casas. En diferentes puntos de la ciudad y por fuerza, teníamos que autotransportarnos para llegar hasta allá. Para mi más de una hora de camino, la mayor parte de los estudiantes, lo hacíamos en el transporte público, en ese tiempo camiones y trolebuses (todavía no existía el metro). Yo no tenía intenciones de hacerlo por mucho más tiempo, me gustaban las motocicletas. La velocidad, me erizaba sentir el aire en mi cara. Cuanto más rápido iba más me excitaba la sensación de peligro.

“La adrenalina”, la primera de las drogas naturales, sustancias que nuestro cuerpo elabora (opiacios del cuerpo), que reconocemos, produce una modificación en nuestro estado de ánimo, en nuestras percepciones de la realidad, la secreción de adrenalina significa un estímulo al cerebro. Que se transmite al sistema nervioso, y que se manifiesta en forma de excitación de energía, de euforia. Es tan potente la inyección de esta droga, que nos permite realizar hazañas de otra manera, impensables, reaccionamos más rápido, actuamos más rápido. La sensación es tan excitante que sin darnos cuenta nos volvemos “adictos” al “adrenalinazo” y lo buscamos constantemente. Nos hacemos temerarios en la aventura. Es atrayente enfrentarse a las situaciones que ponen en peligro nuestra integridad. Es un reto dominar el miedo, accionar los mecanismos para proporcionar al cuerpo mejores defensas y hacerlo más resistente.

Atraído desde niño por las emociones fuertes. Fui muy travieso, me gustaba mucho explorar en terrenos poco conocidos, subir, saltar, correr, pelear. Siempre poniéndome a prueba sin medir las consecuencias, tuve muchas caídas de árboles. Seguido me golpeaba, me cortaba o me raspaba. Me emocionaba sobremanera tirarme a una alberca desde el trampolín más alto. No me daba miedo la altura, por el contrario, me excitaba muchísimo estar al borde de un precipicio. Y me soñaba frecuentemente volando. A velocidades vertiginosas.

Sensaciones que pueden ser duplicadas en la actualidad por medio de los paracaídas, los planeadores y últimamente “el salto bongee”, provocar el “adrenalinazo” sin tener que arriesgar la vida, sin necesidad de llegar a las experiencias peligrosas que ponen en riesgo nuestra integridad corporal y terminan destruyéndonos. Ese gusto por las emociones fuertes, se acrecentó durante la adolescencia, al igual que los deseos de experimentar sensaciones desconocidas como disfrutar el placer del sexo, “el adrenalinazo”  del orgasmo, la excitación que provoca la “velocidad pura” como la montaña rusa y otros juegos mecánicos y simuladores.

Aprendí a manejar, y desde el principio me gustó correr, me encantaba meterle o que le metieran el acelerador hasta el fondo al coche para alcanzar altas velocidades y emocionarnos jugando carreritas y arrancones en las calles y avenidas de la ciudad, cuando había chance a la carretera a correr como locos, me empezaba a juntar con amigos que tenían dinero. De familias ricas, sus papás les compraban sus automóviles o motocicletas para que fueran a la Universidad, los “juniors” (hijos de papá). (Que no les negaba nada y que los consentía). También eran los más rebeldes y los que se veían más influenciados por el cine de Hollywood y las películas de ese entonces, cuyos héroes eran motociclistas y corredores de autos (James Dean y Marlon Brando). Los que por su capacidad económica podían tener más emocionantes aventuras, se podían dar el lujo de vivir la vida más intensamente. Yo nunca tenía dinero, pero tenía carisma. No era junior ni mucho menos, pero también era atrevido, audaz, con agallas y al igual que ellos prendido del “adrenalinazo”. Con el gusanito de la velocidad, andar como diablos en competencia más para ver quien le mete mas, quien se atreve a cruzar los linderos imposibles al otro mundo…. ¿Quién es el más macho?… Calando nuestro valor, nuestra pericia, poniéndonos a prueba, arriesgándonos.

“Cosas de juventud”

De ese grupo de amigos, algunos la libraron sólo con huesos rotos. Otros no tuvieron tan buena suerte y dejaron el pellejo en el pavimento.

Yo quería una motocicleta a como diera lugar. De veras la necesitaba para ir a la Universidad. Me consideraba un buen estudiante, serio en mis pretensiones de convertirme en profesionista, la motocicleta me permitiría llegar a tiempo y aprovechar mejor mis horas libres. Tal vez tomando un trabajo que me permitiera pagarla. Se me presentó la oportunidad de adquirir una “Norton Dominador 500 CC” una belleza de máquina casi nueva, una moto inglesa de lujo, potente, segura. El autotransporte de mis sueños, estaba un poco raspada de la pintura, porque al chavo que se la compraron le había sucedido un accidente leve y a sus jefes les dio miedo de que fuera a pasar algo más grueso. Querían deshacerse de la moto y la daban barata.

Me costó mucho trabajo convencer a mi mamá para que le dijera a mi papá y éste accediera a comprármela. Yo era buen hijo, y aunque no teníamos recursos más que para lo necesario (con 3 en la Universidad), hicieron el sacrificio y me dieron el dinero para adquirirla.

Las primeras semanas que la tuve me llegué a compenetrar de la motocicleta. A tal grado que comía sobre ella y casi dormía en ella. Un delirio de querer estar montado en ella, todo el santo día. Conociendo su funcionamiento. El motor y el carburador, la suspensión, los frenos, limpiándola, pintándola, sacándole brillo; era un orgullo, la tenía reluciente. Perfecta para presumirla a los amigos, para impresionar a las chavas. Les encantaba que las subiera atrás muy pegaditas a mi, abrazadas. Las mujeres se preden del adrenalinazo igual que uno, y algunas que hasta más. Sentía cómo mojaban el asiento y aumentaban su excitación a medida que íbamos más rápido y se emocionaban hasta el clímax.

En unos cuantos meses ya la tenía dominada. La hacía para arriba y para abajo y la movía según yo, “como si fuera parte de mi cuerpo”. Cada vez con más confianza la conducía a más velocidad. Y se me hacía fácil retar a cualquiera, a unos arrancones, o a ver quien hacía menos tiempo en llegar a C.U., o simplemente las carreritas de glorieta a glorieta, en mi colonia. Terminé metiéndome a un “motoclub”. Dios los cría y ellos se juntan. Puros fanáticos del motociclismo, de las carreras, de la velocidad y por ende del adrenalinazo. Pa’ pronto estaba corriendo, representando a mi motoclub en las carreras de motocicletas que se organizaban en la periferia de la Ciudad de México. Carreras en óvalos de tierra, como Acolman o el Hipódromo de las Américas y pistas para campo traviesa en los llanos de la Marquesa y en Zumpango.

En diferentes categorías año con año se organizaba una carrera de México a Cuernavaca por la carretera vieja. De esta camada de corredores de motos salieron los hermanos Pedro y Ricardo Rodríguez, que después se convertirían en figuras del automovilismo mundial y todavía en plena juventud dejaron la vida en un autódromo corriendo un veloz auto de carreras.

“En aras del adrenalinazo”.

Mi moto era una máquina para turismo con llantas y suspensión para carretera. Sí tenía potencia, pero no era de carreras. Yo aferrado en correr en ella le había recortado las salpicaduras y cambiado el tanque de la gasolina por uno más chico para quitarle peso. Se veía como un verdadero león rasurado. Alineada en la fila de arranque con su número 13, en la parte del manubrio donde estaba el foco, lista para darle la pelea a la más “pintada”. Y yo calientísimo por correr. Super excitado acelerando impaciente el motor, inyectado de adrenalina, con el creciente rugir de las máquinas, listo, tenso, dispuesto a poner a prueba mi valor, mi temeridad. Demostrar mis agallas, ser el primero en la meta, ganar, con mis sentidos atentos al disparo de salida.

Arrancar como cohete para ponerme en la punta desde un principio y no dejarme pasar en toda la carrera. Metiéndole más que los demás, arriesgando más en cada vuelta. Llegando más cerca de los límites de posibilidad de accidente, apostado a mi buena suerte. Tratando de hacer lo imposible, conduciendo con un exceso de confianza, enajenado por la velocidad. Sin miedo de perder la vida, jugándomela todo el tiempo… Demostrando “quien es el que tiene más huevos”. Te sientes intocable “nunca piensas que te pueda pasar algo”. No a ti, que conoces tan bien tu moto. Que la haces como quieres, “presumes que la haces reaccionar como si fuera parte de tu cuerpo”. No piensas que el más leve descuido o una falla mecánica, puede mandar todo al traste y terminar destruyéndote… o mandarte al hospital, no piensas en las angustias que pasa tu madre y la preocupación que les causa que corras. A todos los de tu casa, que nada más están esperando que te pase algo, con el Jesús en la boca. Siempre temiendo lo peor. “Tantas veces va el cántaro al pozo…. hasta que se quiebra”.

Una motocicleta que no era de carreras, no iba a soportar el trabajo pesado que exige la competencia que es cruel, dura, en contra de motos especiales, para cada tipo de pista, con cuadros reforzados, llantas y suspensión adecuados y más resistentes. El desgaste estaba a punto de romper una horquilla de la suspensión delantera. En plena carrera, cuando se le estaba exigiendo el máximo. Al salir de una curva cerrada, se atoró el cable del acelerador, al romperse la horquilla, la rueda delantera, quedó sin control y la motocicleta sin poder detenerse se proyectó contra el muro de contención. Violentamente, arrastrándome en el impacto… Reaccionando ante el peligro me preparé para la colisión, el momento del encontronazo que estaba viviendo intensamente, razonando claramente y aceptando lo inevitable, diciéndome a mí mismo. “Hasta aquí llegaste campeón, ganaste la carrera a la muerte”… De puro milagro no me golpeo en la cabeza en la que sólo obtuve raspones y por lo tanto nunca perdí el conocimiento. Me aprisionó el muslo, y me trituró el fémur de la pierna derecha, los huesos astillados salían de la piel y los veía ensangrentados, cubiertos por la fuerte hemorragia de las venas que perforadas salpicaban sangre, que también manaba de las heridas en la piel, que lucía a carne viva. “Una fractura múltiple de fémur, expuesta”. Todavía en estado de shock, sin perder la cabeza ni la sangre fría, jalé con fuerza mi pierna rota que estaba fuera de su sitio por la fractura y traté de acomodármela nuevamente. Empecé a sentir los dolores más agudos, más intensos que he sufrido en mi vida…

“Las endorfinas”

El cuerpo humano es una maravilla para que se pueda soportar ese dolor tan intenso. Sin provocar un paro cardíaco y morir. El cerebro secreta las endorfinas, opiacios del cuerpo que insensibilizan, las endorfinas, una sustancia similar a la morfina, que actúa sobre las terminales de dolor para insensibilizarlas, y sobre las zonas de placer, intensificando la sensación de bienestar, de éxtasis… Mecanismos de defensa que se disparan, cuando el cuerpo ya no resiste más y ha superado todos los límites del stress y presiente las cercanías a la muerte. “El endorfinazo”, que sostiene a los heridos en combate, mientras llegan los paramédicos a atenderlos, el endorfinazo de los recién accidentados para que no sufran tanto.

Los ambulantes de la Cruz Roja tardaron unos cinco minutos en llegar al lugar del accidente. Precisamente cuando ya estaba saliendo del estado de shock y el efecto de las endorfinas empezaba a debilitarse, a esas alturas, el dolor de las heridas y del hueso fracturado, era inaguantable, intenso, de grandes proporciones. Uno de los dolores más fuertes que he sufrido en mi vida… Pálido, desencajado, con los ojos a punto de saltar de las órbitas, por la desesperación, imposibilitado, impotente para remediar la situación y encontrar alivio. Lo único que podía hacer, era encomendarme a Dios y pedirle que me quitara de sufrir…. Llegando a los límites. Deseaba la muerte, al borde de la crisis nerviosa, y la histeria… Por fin la ambulancia, los paramédicos, los vi acercarse a mí.

La Confusión

En la bruma. Dentro de mi mente, me parecieron ángeles. Con cuidado, me acomodaron la pierna rota, me pusieron en una camilla. Me subieron a la ambulancia, me revisaron y se dieron cuenta del estado en el que yo me encontraba y del dolor que las heridas me causaban, la fractura en el fémur. Yo había perdido el habla, nada más los miraba con los ojos desorbitados, con la cara descompuesta, pujando de dolor. Ay… ay…. Ay, quejándome.

Procedían, como lo hacían habitualmente. Darme una inyección de morfina (Heroína). De las drogas conocidas la más potente, la que actúa más rápidamente, insensibilizando a tal grado que el dolor por más intenso que sea, desaparece por completo. Dando paso a una sensación de bienestar. Transportándote al éxtasis… Perdí el conocimiento por instantes. No recuerdo adonde fui. Qué parte de mi cerebro recibió el estímulo. La morfina debe haber impactado las zonas del placer, que poseemos los seres humanos, los puntos más sensibles. Las visiones interiores, más increíbles, más fabulosas, realmente es indescriptible. Me estaban terminando de entablillar la pierna y acomodándome una venda de yeso cuando recuperé el conocimiento… Feliz de la vida de estar en la ambulancia, viendo todo lo que hacían para curarme, como si se lo estuvieran haciendo a otra persona, yo no sentía absolutamente nada, cero dolor, cero sufrimiento. Angustia o desesperación.

Mi cerebro reaccionando con una brillantez, con una claridad…. Sonriendo, con los ambulantes, contento, de no sufrir más, casi eufórico haciéndoles reír, bromeando acerca de mi estado, que era lamentable. Sin asombro veo cómo me están cosiendo las heridas, y lavándomelas, veo cómo penetra la aguja con el hilo mi piel desgarrada. Y me parece chistoso, decirle al paramédico para que aproveche la ocasión y me haga un tru tru. Todos nos reímos de la “Puntada”.

Parte la ambulancia con la sirena puesta, velozmente llegamos a la Cruz Roja, luego me cambiaron a una camilla con ruedas, todavía en esa camilla terminaron de acomodarme la pierna, al mismo tiempo cosiendo y lavando todas mis heridas. Y yo sin sentir nada. Moviéndome bruscamente. A los rayos X, y a una sala de terapia intensiva, repleta de camillas como la mía. Ahí en un completo caos, lleno de lamentos de los accidentados-heridos del día. Un lugar espantoso, ensangrentado, mal oliente, sucio, sabanas, paredes, pisos. Gente hecha pedazos, toda clase de heridas, huesos rotos, atropellados, de choques, de accidentes de trabajo, con brazos mutilados. Sin piernas, sin ojos, hasta degollados que ya ni se movían. Envenenados, intoxicados, algunos llorando de dolor, pujando, gritando; como si sufrieran la peor tortura.

Los más insensibles en estado de meditación. Fuertemente sedados con morfina, casi se podía adivinar por la sonrisa en sus labios, el momento tan placentero por el que la potente droga, los estaba induciendo.

Hace 40 años tuve mi primer contacto con la reina de las drogas. Se usaba entonces y se sigue usando como lo más efectivo para controlar el dolor. Para insensibilizar.

En la actualidad

La sensación que experimenté en esa ocasión dejó una profunda impresión, una huella imborrable, y una pregunta que el tiempo se encargaría de contestarme. “Qué se sentiría si pudiera partir de cero, y recibir un estímulo al cerebro, como el de la morfina (sin tener una fractura expuesta de fémur) cuyo objetivo sea inducir al placer, al ÉXTASIS, un estímulo sin pasar por el dolor. ¿Qué se sentiría?

 

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LAS COQUETAS DE ORO

Hace unos años, cuando la situación económica personal estaba atravesando por un mal momento y se presentó una emergencia, tuve que hurgar en el cajón de los tesoros. (Le nombro así, porque ahí tenía guardado mi  anillo de generación de la universidad, otro anillito que una vez me regaló mi mama, las arras de mi casamiento, un diente de oro y unas coquetas, las primeras que uso mi ex-esposa cuando le perforaron los lóbulos de las orejas, recién llegada a Vallarta de San Francisco (en Estados Unidos no se acostumbra esa moda). El primer material que atraviesa por esos orificios perforados para que no cause infección tiene que ser oro.

Me fui con mi amigo Héctor que tenía una joyería y le compré a mi mujer esas coquetas españolas con platina de oro viejo. Una vez que empezó a usar otros aretes se olvido de ellas y fueron dar al cajón de los tesoros. Nos separamos, se regreso a los Estados Unidos, y yo me quede con las coquetas, que permanecieron en esa cajita de fieltro roja, por  todos esos años sin que yo me acordara de ellas (nunca me han atraído las joyas, ni las codicio).

De todos esos objetos de oro, las de menor valor estimativo eran las coquetas, así es que decidí venderlas para salir del problema. Y empezó su “odisea”.

Anduvieron a partir de ese momento de arriba abajo, empezaron a circular y a cambiar de manos, a ser apreciadas, codiciadas.

Todos las quieren, ninguno se puede quedar con ellas.

Para que las valoraran y al mismo tiempo las restauraran y les dieran brillo, se les lleve a los orfebres del mercado, ellos las harían más atractivas, a lo mejor uno de ellos se enamoraría, de su belleza y decidía guardarlas para sí mismo.

  • Oye, que bonitas están, y sabes que han de ser antiguas, por el estilo y la forma que es única. Algo que yo no había visto por aquí, han de valer su dinerito. ¿Es oro de 18 quilates verdad?
  • Pues la mera neta, no lo sé, hace ya algunos años las compre para regalárselas a mi mujer, y lo que pague por ellas entonces no se me hizo la gran cosa. Aparte de su valor en oro, nunca pensé que fueran valiosas por ser antiguas también. ¿Cómo cuanto crees que cuesten?
  • Están pesaditas y finamente trabajadas, ese oro viejo amarilloso ya no lo hacen igual, ni tampoco ese trabajo de orfebrería, si no estuvieran tan bonitas, las fundiría para hacerme un anillo, pero sería un crimen destruirlas, un atentado a su integridad.
  • Te las compro como oro me dijo entusiasmado. En seguida salió otro interesado, dentro del mismo grupo de orfebres del mercado.
  • No la riegues como que fundirlas para hacer un anillo. Vamos a ver si nos arreglamos, y yo me quedo con ellas. Porque no me las dejas unos días, en cuanto salga una feria te las pago, pues hoy no he vendido casi nada, dame chance. Y no te preocupes yo no las voy a transformar en anillo.

La situación no se compuso, y mi amigo el orfebre no me pudo pagar. Con el dolor de su corazón me las devolvió y después de esa primera separación regresaron a mi lado, todavía en forma de “coquetas”. No por mucho tiempo.

Esta vez un iluso enamorado, con el corazón más grande que el capital, me pidió que se las vendiera en pagos. Son para mis hijas, me gustan muchísimo, déjamelas por favor, prométeme que ya no las vas ofrecer.

Por más que le hizo la lucha, no se pudo quedar con las coquetas y después de tenerlas por unos días, también me las regreso entristecido.

  • Guárdamelas por favor les encantaron a mi hija, y se le ven muy bonitas. Ya no quería regresármelas para dártelas, pero ni modo, se va tener que quedar con las ganas, porque ahorita de plano no se puede. Aguántamelas lo más que puedas, prométeme que lo harás.

No sé hasta cuándo podré cumplir esa promesa, le dije cuando me las devolvió y aunque están conmigo nuevamente, como todavía no soluciono mi problema, se que pueden partir de mi lado en cualquier momento. No me atrevo a pronosticar su destino…

Cambiaron de lugar dos o tres veces más. Sin embargo ninguna oreja pudo retenerlas. Por “angas o por mangas”, siempre regresaron a mí.

Finalmente decidí rifarlas, a la gente le encantan las rifas, es como tener una ilusión. Apostar en el juego de las posibilidades… “a lo mejor me la saco”.

Casi todos los que las tuvieron en sus manos compraron boleto, esperanzados de poderse quedar con ellas, en un golpe de suerte. Pronto se vendieron todos los números, algunos fiados, la mayoría pagados al momento.

La rifa se iba a llevar a cabo  de acuerdo a los dos últimos números del billete ganador del premio mayor de la lotería nacional del siguiente viernes (para acabarla de hacer de emoción, viernes 13).

Unas horas antes de que se anunciara el número ganador  en el diario que venía de México, todos los boletos que habían sido fiados excepto uno, fueron cubiertos, el que lo tenía me lo devolvió desilusionado.

Tal vez era el que las deseaba más  fervientemente, en honor a la verdad el más humilde, ya que no tenía ni siquiera para pagar el bajo precio del boleto…

Llego el momento y finalmente se dio a conocer al elegido.

La suerte en ocasiones suele ser caprichosa y la veleidosa fortuna es incomprensible. Más aun cuando se anhela o se desea alguna cosa con tal vehemencia. Ahí estaba el boleto ganador, el 13, el de la mala suerte, el que no me pudieron pagar a tiempo y me devolvieron.

Aparentemente yo era el del triunfo, mi problema económico estaba resuelto y las coquetas estaban en mi poder nuevamente.

Pero… ya no eran mías, en mi interior ya me habían despedido de ellas para siempre.

Después de cavilar sobre que hacer con las famosas “coquetas”, decidí entregarlas a su autentico dueño, el más humilde, el que las deseaba con mas fervor.

El que con esa vehemencia logro que su número fuera el ganador, el que las imagino colgadas de las orejas de su mujer, el que desilusionado, había visto sus esperanzas desvanecerse cuando me entrego el boleto con el número premiado. A él se las obsequie para que realizara su sueño.

“La realización de los sueños; es la felicidad completa”

“Colorín, colorado, este cuento está acabado”.

 

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SEPTIEMBRE CONSCIENTE

“HICIERON DE LA DESTRUCCIÓN DE ÁRBOLES UN DEPORTE”

Tengo la gran fortuna de vivir rodeado de árboles, algunos jóvenes y altos, pero otros viejos que no son tan altos, pero que tienen ramas largas que se entrecruzan con el azul del cielo. Tienen troncos anchos y poderosos, de madera endurecida por el tiempo.

Árboles que han estado en esta tierra por muchos años, porque se requiere de muchos años para tomar esas dimensiones gigantescas.

La mayoría de esos árboles crece en la cercanía de los arroyos, como la parota, a la cual nos vamos a referir en esta narración.

Es la triste historia de lo que sucede con la mayoría de estos árboles, de su destino final, y esta parota lo tuvo en una noche de eclipse de luna.

Estábamos en plena temporada de lluvias, recuerdo que por el efecto de los huracanes que llegan a tocar la costa; acá arriba en la sierra, la lluvia venía combinada con un fuerte viento. El cielo estaba oscuro debido a grises nubarrones, no cesaba de llover desde la madrugada y hacía días que no salía el sol.

Con el cielo en esas condiciones, pocas esperanzas iba yo a tener de poder observar el tan anunciado eclipse de esa noche (cuyo previo aviso había despertado  mi curiosidad).

Estuvo llueve y llueve durante todo el día, no en forma de tormenta -cuando el agua cae a cántaros-, más bien era un lloviznar constante, monótono, de esos que engordan los arroyos poco a poco, y que en un momento dado provocan una creciente que tiene como resultado que el agua alcance niveles insospechados, y al deslizarse pendiente abajo tome velocidad y fuerza suficiente para arrastrar todos los obstáculos en su camino.

Siempre me ha gustado vivir al paso de un arroyo o junto a un río. Pienso que de alguna manera el sonido del agua al deslizarse me tranquiliza y me proporciona paz interior.

Después de muchos años de vivir junto a ellos he llegado a apreciarlos, a conocer la fauna en sus proximidades, a presentir la frecuencia de sus crecientes, a calcular su potencia, a delinear la regularidad de su curso.

He aprendido a vivir con ellos, a reconocerles la importancia debida. ¡El agua es la vida! Los ríos y los arroyos son las venas y las arterias de la tierra. El planeta contiene, al igual que el ser humano, tres cuartas partes de agua.

Los árboles, los animales, los insectos, ¡todos! dependemos de ella para vivir.

Se oye un fuerte trueno a la distancia…y se sigue la cadenita de truenos acercándose, como el disparar de una batería de cañones. Al final del último rayo, la lluvia se intensifica y el sonido eléctrico se manifiesta con más potencia.

–    ¡Qué tormenta tan fuerte! ¿Será por la luna llena?, ¿será por el eclipse? Será lo que tú quieras, pero esta vez sí está lloviendo como Dios manda. Ahora sí va a subir de veras el arroyo. A ver hasta dónde llega.

  • ¡Qué bonito es ver llover y no mojarse!
  • No, no…en serio, ¡qué manera de caer agua!, este año, que yo me acuerde, no había llovido tanto.
  • Y ya está arreciando el viento, ha de ser la cola de un huracán, me parece que iba a tocar tierra en Manzanillo.
  • ¡Cómo me emociona ser testigo de estas manifestaciones de poder de la naturaleza! Me hacen sentir insignificante.

–    Y otra vez más tronidos y más lluvia…Ya tiene un rato cayendo. ¿Qué no se irá      a quitar?

–    Ojalá y no perjudique a la milpa, tanta agua le pudre las raíces y el viento tan   fuerte la quiebra. ¿Irá a llover toda la tarde? ¿Toda la noche?

  • Este árbol en el verano ¡da una sombra chulada!, y es tan ancho, que no alcanzo a abrazarlo con los brazos extendidos. ¿De qué especie es?
  • Mira, esos dos, uno situado frente al otro en orillas opuestas del arroyo, son parotas.
  • Y ese que está al lado, ¿también da mucha sombra, verdad?
  • Ese es una higuera blanca, la reconozco por sus grandes raíces que alcanzan a emerger a la superficie con el tiempo. Es un árbol viejo también.
  • ¿Y ese que está más atrás, de qué especie es? Tiene sus añitos y está bien alto y ancho.
  • Es muy bello, fíjate en la textura de su corteza, es como piel de víbora, y sus hojas, ¡qué verde tan profundo!
  • Sí, está sanísimo, es una Ceiba. ¿Ya te fijaste?, tiene muchas ramas pobladas de hojas en la punta, es un árbol muy raro, muy exótico.
  • Y aquellos de más arriba ¿qué son?
  • Esos son nogales, y junto a ellos, más hacia allá están los robles y encinos, y todavía más arriba la pinera. Y para abajo, rumbo a la costa, las maderas preciosas tropicales: Los cedros, las caobas, el tampiciran, los camichines, los barcinos, los brasiles, las primaveras, las rosas moradas, las avillas, el palo de rosa. Casi todas las especies.

–    Aquí, con tanta agua corriendo por todos lados, ha crecido de todo, ¡realmente es una región privilegiada!

–   ¿Ya te diste cuenta de que la construcción de esa barda, allá donde hace curva el arroyo, va a provocar que el agua se salga de su curso normal?, y con esta forma de llover va a inundar el parejo ahí, donde están las parotas.

–   A ver si no les arrastra la arena que les ha protegido las raíces. Imagínate, a salvo por tantos años, ahora por primera vez amenazados por un acto inconsciente de la mano del hombre.

– “Pobres e indefensos árboles”.

Las acciones del hombre rompiendo impunemente el orden de la naturaleza. Sólo la irresponsabilidad es capaz de desestabilizar ese equilibrio maravilloso.

El ser humano todavía no se da cuenta de que los daños que está haciendo son irreparables.

¡Hasta dónde vamos a llegar en nuestro afán por terminar con la naturaleza!

Cada vez más incendios de bosques. Incendios de zonas selváticas. Quema descontrolada de cuamiles. Deforestación. Erosión.

Uso indebido de pesticidas. Nuevas plagas desconocidas y más resistentes, completando el ciclo de destrucción. “Pobres e indefensos árboles”.

Está anocheciendo, todavía queda algo de luz, pero aún sigue nublado; como dicen aquí “está pardeando…”

Ya casi está dejando de llover y todo está muy tranquilo, sólo se oye el correr del agua en el arroyo cercano.

¡Sorpresivamente el silencio es roto por un fuerte crujido de madera al desgarrarse!

Inmediatamente después, el estruendoso sonido del ruido que hace el gran árbol al caer y golpear contra en suelo, desquebrajándose en pedazos sus largas ramas.

Nuevamente el silencio…

En la oscuridad se alcanza a distinguir la silueta de un hombre que se aproxima con cautela y recelo. Y se oye una voz entre asustada y admirada: ¡Vengan a ver, se cayó la parota, vengan!

Con el haz de una lámpara de mano recorre el largo tronco del árbol midiéndolo, sus ojos destellan con una mirada de codicia.

En la penumbra, atravesando el arroyo con su enorme cuerpo, se distingue el contorno del árbol derribado, agonizando, aferrándose a la tierra todavía; algunas de sus ramas y hojas aún vivas, se balancean  con la suave brisa que, con lentitud empuja a las nubes, a través de las cuales empieza a filtrarse la luz de la luna llena cubierta a la mitad por la sombra de la tierra, en la fase final del eclipse, proyectando imágenes fantasmagóricas en las ramas del árbol, que permaneció así el resto de la noche; iluminado por la luz de la luna llena, que ahora ya libre de la sombra de la tierra brillaba en todo su esplendor.

Los otros árboles, sus compañeros, parecía como si lo estuvieran velando, y el rocío que se desparramaba y escurría por sus hojas semejaba el llanto que nosotros los humanos producimos cuando sentimos el dolor de una pérdida irreparable.

La otra parota, su compañera de siempre, se veía triste y desolada en su orilla del arroyo, sus ramas parecían marchitarse y daba la impresión de estarse inclinando en la dirección de su compañero derribado en el suelo, prometiéndole pronto reunirse con él.

Al amanecer, cuando cantan los gallos, sin hacer ruido, se fueron acercando hasta  el árbol derribado. Venían armados con motosierras y hachas. Muy pronto aquel tranquilo paraje se convertiría en un infierno de ruidos.

Como zopilotes parados al rededor del árbol, esperaban ansiosamente la luz del sol para poder comenzar su labor descuartizadora…

¡Y dio comienzo la carrera de motosierras de 125 centímetros de cilindrada a tronco traviesa! El primer rayo del sol, fue el banderazo de salida.

En pocos minutos, recorrieron el grueso tronco, dejando las ramas más delgadas para la carrera de hachas.

“La fiesta había principiado”.

Se oyeron los motores y los golpes de las hachas durante toda la mañana, y no pararon hasta que no quedó un pedazo de árbol.

Aserraban con frenesí, enajenados en su loca carrera, desmembrando, mutilando, destruyendo.

Animados por la gente que presenciaba el evento y que reaccionaba emocionada vitoreando a los motosierristas después de cada corte.

Ellos detenían su labor por un segundo, levantaban la mano en señal de triunfo y agradecían sudorosos.

Para el medio día ya habían terminado con el árbol, y un árbitro cubicaba los montones de madera apilados a cada lado de los motosierristas.

Pronto se sabría el resultado. Participantes y espectadores esperaban ansiosos… se hizo el suspenso.

El anunciador aclarándose la garganta se dirigió al público expectante.

– ¡Para la motosierra amarilla… trescientos cincuenta pies!

Enseguida se escuchó una ovación que el competidor sonriendo recibió emocionado.

Se hizo el silencio y se oyó nuevamente la voz del anunciador.

-¡Para la motosierra roja… trescientos cincuenta pies!

Enseguida, procedió a levantar la mano derecha de ambos competidores, señalando un empate.

El público reaccionó sorprendido, no podían aceptar el empate, era imposible, tenía que haber un ganador.

Necesitaban otro árbol para dilucidar el empate y empezaron a buscar al rededor , hasta que depositaron los ojos en la enorme Ceiba y empezaron a gritar amenazadores, rodeando inmediatamente al árbol.

-¡La ceiba! ¡la ceiba! ¡la ceiba!

Rápidamente se formó un jurado y la condenaron por peligrosa. Dictaminaron que estaba bofa y que en esas condiciones, pronto iba a seguir el camino de la parota, amenazando al caer, unas casas aledañas.

Sentenciada a muerte, procedieron a sacrificarla sin que nadie saliera a su defensa.

Tomaron más de cien años para que ese árbol alcanzara esas dimensiones. Un árbol muy raro, exótico, muy pocos de esa especie casi en extinción (cuya madera no sirve más que para hacer javas).

Y nuevamente el sonido de motosierras atronó el espacio, y nuevamente la gente gritaba emocionada con cada corte…

Renovados los bríos, los motosierristas en pocas horas terminaron con el enorme árbol. Y cada quien, con su pila de madera a un lado, satisfechos y confiados esperaban el resultado del conteo…

El arbitro caminaba de un montón a otro cubicando, calculando, rectificando, consultando con los oficiales.

Finalmente tenía un veredicto y se lo entregó escrito en un papel al anunciador. Este se dirigió hacia los competidores levantando primero la mano de uno, y antes de que terminara la cerrada ovación levantó la mano del otro, señalando un segundo empate…

Estaban nuevamente parejos, iguales, todavía no había un vencedor. La gente no estaba satisfecha, quería más, necesitaban un héroe, un triunfador.

Y estalló el grito fanático de… ¡Otro árbol! ¡Otro árbol!

Sin pensarlo más, se fueron sobre los nogales más arriba del arroyo, y cuando terminaron con ellos, se fueron sobre los cedros, y sobre las caobas, sobre los barcinos, sobre los brasiles, y cuando no encontraron más árboles, se fueron sobre las palmeras.

Una vez que terminaron con las especies de la costa se siguieron con las de la sierra y organizaron competencias entre los pinos y los encinos.

Pronto quedaron unos grandes claros en los montes y dejó de llover…

“Pobres e indefensos árboles”…Nadie hizo nada por ellos, nadie levantó la voz en protesta, nadie los defendió.

-“¡Nosotros los protegeremos!”-. Poco a poco empezó a elevarse un murmullo de voces infantiles que pronto podían oírse por todo el valle, haciendo eco en la montaña. ¡Nosotros los defenderemos!, ¡somos sus amigos y lucharemos por ustedes porque los amamos!

Sí, finalmente los niños fueron los primeros en reaccionar y detener la destrucción. Pronto el bosque estaría a salvo y bajo su cuidado y amor se recuperaría para vivir por muchos años.

 

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THE MALECON MAN

Un hombre afortunado

El rey de los “rasta men” aparece por primera vez en la década de los 70´s. Un porteño con varias personalidades, donde destacan más la del artista músico y la del repartidor de la felicidad. Su misión en este mundo, por encargo divino: la fundación de la “hermandad de la liviandad”. Teniendo como prioridad en su vida atender las necesidades de su “rebaño de macizos” y a la vez establecer los lazos entre la gente de la sierra, encargada de la producción de la medicina “moxa” y los afortunados conversos.

Después de unos años de retirado a la contemplación y a la meditación en contacto directo con las fuerzas de la naturaleza, para así fortalecerse él mismo y enfrentar la “cruzada más importante de su vida”. La de defender a capa y espada lo que más ama en este mundo. El privilegio de ver reverdecer a los árboles al inicio de la temporada de lluvias. Respirar ese aire fresco y perfumado en la mañana. Oír el canto de múltiples aves, felices en las ramas de los árboles disfrutando de su alimento diario. Beber el agua pura y cristalina de los arroyos y embelesarse con el correr del río, que va cantando entre las rocas y cañadas. Vivir en ese contacto tan íntimo con la madre naturaleza logra que cada día la ame con más intensidad. “Se defiende con más fervor lo que más se ama”.

Labor obligada que el Hombre del Malecón percibe y almacena en su memoria junto con otras imágenes de belleza artística. Obligatorio ver todos y cada uno de los atardeceres. Apreciar la puesta del sol sobre el mar y buscar en la línea del horizonte la aparición del rayo verde (el último rayo de luz solar en el momento en que el astro rey desaparece en el horizonte). Se requiere de una gran concentración para lograr distinguirlo y apreciarlo. Vivir en contacto directo con el mar es prioritario. Escucharlo. Observar las mareas y las resacas, el sonido del correr de las olas entre las piedras sobre la arena, distinguir sus diferentes tonalidades, la curvatura de las olas y los encajes de blanca espuma que caprichosamente diseñados se desparraman en la playa.

Después de muchas aventuras, en las cuales siempre se salió con la suya y que siempre tuvieron un final feliz, lleno de satisfacciones, en un golpe de suerte se consagra llevando al cine su máxima representación al perpetuar la imagen del Hombre del Malecón en el celuloide.

Esta historia la podemos llamar una historia insólita. ¿Por qué insólita? Por la forma cómo sucede; la forma en que la magia y la buena fortuna intervienen para que un ciudadano común y corriente se actúe a sí mismo en un rol que está hecho a su medida, en donde va a tener la oportunidad de hacer dentro de la trama de una historia lo que más disfruta haciendo en la vida real. Una ocasión ideal para poner en práctica todo lo aprendido: control facial, agudeza en la memoria, poder de concentración, habilidad para la actuación y, sobre todo, la oportunidad de disfrutar la moxa frente a miles de espectadores.

Todo empezó a mediados de la temporada de lluvias, eran las siete de la tarde, poco antes del ocaso, la hora en que el Hombre del Malecón iniciaba su habitual recorrido del malecón de este maravilloso puerto, buscando estar en la mejor posición para observar la puesta del sol y así cumplir con el ritual impuesto hace muchos años, cuando durante una ceremonia se convirtió en adorador del astro rey y se mostró dispuesto a rendirle pleitesía. Puntualmente en la alborada –cuando aparece el primer rayo de la mañana y el sol asoma su cara redonda, y al atardecer, cuando desaparece en el horizonte, dejando tras de sí un espectacular espectro.

Esa tarde inició su caminata desde el lado sur del malecón, en donde estaba La Bota, un bar que era su lugar de trabajo y se percató de que una gran tormenta se avecinaba por el lado del mar (por donde siempre viene la lluvia). Se dio cuenta de que no iba a poder ver la puesta del sol, ya que todo el cielo estaba cubierto de negros nubarrones. Allá por Los Arcos –las grandes formaciones rocosas que se encuentran cerca de Mismaloya—se vislumbraban las caprichosas figuras de los rayos y centellas que producía la tormenta eléctrica, que se acercaba rápidamente formando una espesa pared de lluvia, que pronto mojaría todo, dejando a la gente empapada en unos segundos, a su paso.

Esa tarde septembrina nuestro personaje, ataviado con su sombrero y su elegante camisa étnica, muy blanca con bellos bordados, sus limpísimos y desgastados Levi´s, apresuró el paso para llegado el momento poder resguardarse de la lluvia que, como se veían las cosas, iba a caer a cántaros. Tal cual estaba previsto, cuando nuestro personaje se aproximaba a la altura de Carlos O´Brians empezaron a caer las gotas gordas del fuerte chubasco. Tenía que guarecerse inmediatamente si no se quería mojar. Cruzó la calle empedrada, saltando los charcos que ya se habían formado y se detuvo a las puertas del establecimiento. Ahí estaría a resguardo del agua mientras pasaba la tormenta…

Qué poco se imaginaba Yimi, the Malecon Man de la cita tan importante que pronto tendría. El tiempo y el espacio, el lugar y la hora, todo se iba a conjuntar en unos instantes más.

León Rosales, amigo de unos años de Yimi, se encontraba a las puertas del restauran, el O´Brians (del cual era fundador y trabajaba como capitán) recibiendo a la gente, que llegaba para comer, divertirse, tomar unos tragos y apreciar todo el “bull shit” que les daban León y los otros capitanes y meseros, que ya eran reconocidos hasta en el extranjero por ese trato tan casual que hacía que la gente se relajara y pasara un buen rato durante su estancia en este paradisiaco lugar llamado Puerto Vallarta. Parada obligatoria de turistas y residentes, O´Brians siempre estaba lleno hasta los topes.

En lo más fuerte de la tormenta, que ya se había convertido materialmente en una cortina de agua que caía a chorros y que corría como río, apareció un taxi, se acercó lo más que pudo a la acera, para que su ocupante pudiera descender sin mojarse. Se abrió la puerta del taxi y una mujer joven y bella, de pelo rubio, que tenía una pierna enyesada hasta el muslo, llamaba la atención de León para que la ayudara a descender del taxi y la protegiera con el gran paraguas que tenían ex profeso para estos casos.

Una vez que hubo salido del taxi la rubia inició una conversación con León, a quien obviamente ya conocía. Sin percatarse aún de la presencia de Yimi, que discretamente se había hecho a un lado ara dejarlos hablar. De repente, la bella extranjera volteó la cara y descubrió la presencia del Malecon Man. Su cara se iluminó de admiración y sorpresa. Casi para que no lo oyera nadie más que León, como en secreto, la preguntó en inglés:

Who is this man? ¿Lo conoces, es tu amigo? Lo quiero, lo quiero. ¡Está perfecto para la película, ya no tenemos que buscar más! Él tiene que ser Ricardo –uno de los roles protagonistas en la película cuyo rodaje estaban a punto de iniciar–.

–Claro que lo conozco bien –dijo León. Y pensando que todo era “bull shit” y que ella estaba bromeando como todos, le contestó también en tono de cotorreo: ¡Claro! ¡Él es el famoso Malecon Man, king of the rasta men, de los adoradores de la moxa! Y yo, ¡soy su representante! Todos sus tratos y negocios se arreglan conmigo… a ver, dime de qué se trata.

— No, no, no; en serio, seriously León. ¿Quién es este hombre, qué hace, habla inglés? ¿A qué se dedica?

Al darse cuenta de que se estaban refiriendo a él, nuestro personaje decidió intervenir y, en perfecto inglés, que sorprendió a su bella interlocutora le dijo:

Permíteme ponerme a tus órdenes; soy Yimi, the Malecon Man. Soy músico, cantante y además fundador de la Hermandad de la Liviandad en el puerto, un grupo de adoradores de la moxa. La maravillosa medicina que te ilumina la mente y que ayuda a disfrutar más de las mieles de la vida.

A quemarropa la lluvia le disparó la primera pregunta, que lo dejó sorprendido:

— ¿Te gustaría formar parte en la película que vamos a empezar a filmar en unos días más en este puerto? Existe un personaje dentro de la trama que eres tú, ni pintado. Tú eres “Ricardo”, te lo digo convencida. Estás perfecto con tu sombrero de hongo y tu camisa bordada. Hasta la ropa adecuada tienes; estás ¡increíble! La semana que entra llegan el director de la película y la maquillista, para que te conozcan. Les vas a gustar; estoy segura.

Continuó diciéndole más sobre la parte que iba a actuar, desbordada en su entusiasmo. Nuevamente le preguntó: ¿Sabes algo de actuación, de teatro, de espectáculo? El interrogatorio era en serio, más inquisitivo.  –Bueno… –titubeó the Malecon Man—si se puede llamar actuación entretener por medio de canciones y chistes a un grupo de turistas, para divertirlos y que disfruten un buen momento en el bar donde tengo la suerte de trabajar todas las noches. Si a eso le puedes llamar actuación… también es actuación pasar frente a los guardias aduanales de una garita fronteriza con el carro lleno de cosas de contrabando (fayuca) y convencerlos de que no es necesario que te revisen “porque no llevas nada”. Y siempre salirte con la tuya cada vez que lo intentas y logras pasar desapercibido y que gracias a tus dotes de actuación te dejen ir, como si nada. Si te refieres a esa clase de actuación, podemos decir que sí tengo algo de experiencia –terminó diciendo nuestro personaje.

Lo que escuchó la bella mujer –que terminó sendo la encargada del casting para actores y extras de la película—de parte de nuestro personaje, terminó de convencerla de que su elección era la acertada. Ya podía decirle con confianza al resto de los integrantes del staff que tenía a su Ricardo.

Antes de despedirse de ella, Yimi intercambió unas preguntas más acerca de la naturaleza del citado Ricardo. De los nombres de los actores principales que iban a intervenir: “¿Quién va a ser la estrella? –le preguntó, más por curiosidad que por interés.

— ¿Conoces a la actriz sueca Brit Eckland? (En ese tiempo, novia del roquero super estrella Rod Stewart). Una de las dos actrices que le dieron brillo al cine sueco en la era de Ingmar Bergman. Las dos excelentes intérpretes que fueron acreedoras a varios premios de cine en la década de los setentas, por películas como “Susurros y Llantos”. La otra actriz es Liv Ullman. – Ella tiene el papel principal y llega la semana que entra. La vas a conocer; está guapísima. Todavía sigue siendo una mujer atractiva y además es muy amable y sencilla… ¿en dónde te puedo localizar? Es muy importante que nos pongamos en contacto en diez días –dijo, y para finalizar:–  ¿Por qué no me dejas tus datos aquí con León? –a lo que el aludido dijo, todavía en tono de “bull shit”: –“si lo vas a convertir en hombre famoso, yo estoy aquí para representarlo… vamos a vernos aquí en O´Brians, aquí te lo localizo inmediatamente, considérame su agente a partir de este momento”, terminó diciendo León.

Chocaron las manos en señal de acuerdo y a la vez de despedida, y como ya la tormenta había cedido y la lluvia se había convertido en una suave brisa, Yimi continuó su recorrido diario por el malecón y emprendió el regreso a su casa junto al río. Para ya en la privacidad, disfrutar una vez más de la medicina moxa.

 

Teniendo como compañeros a la oscuridad de la noche y al murmullo del río. Sentado en la terraza de su humilde morada, the Malecon Man reflexionaba sobre lo ocurrido esa noche. De su entrevista con Iliana, que así se llamaba la bella rubia que afirmaba que él estaba perfecto para representa a Ricardo, uno de los principales roles de la película.

Sonaba increíble. Esa clase de historias suceden una vez en un millón. Eso de que te escojan para hacer un papel de relativa importancia en una película siendo un ciudadano común y corriente, no sucede todos los días ¿y acaso le iba a suceder a él? A la mejor todo había sido nada más la euforia del momento. Seguro que pronto encontrarían un profesional para que hiciera la parte, probablemente el director ya había mandado contratar a alguien de Hollywood, de México. Lo mejor, si quería ser realista, era olvidarse de todo, ni siquiera dedicarle tiempo pensando en ello. “Mejor me voy a pasar unos días a la montaña para acampar cerca de El Tuito. Tal vez emprender una jornada más con el honguito y explorar los confines de la mente”. Decidió que eso era lo que iba a hacer; a la mañana siguiente emprendería el viaje que lo mantendría ausente del puerto por los siguientes días.

El tiempo pasa volando cuando se disfruta de agradable compañía. Y que compañía más agradable que la del honguito (Psylosibe Cuvencis). Les decimos “San Isidros” porque crecen al inicio de la temporada de lluvias, en donde hay ganado, a los alrededores del pueblo, en las montañas que bordean el pequeño vallecito, y que se forman en el estiércol, donde se alberga la espora que produce los honguitos. Cobraron fama cuando la indígena mazateca María Sabina realizaba una ceremonia con cánticos y oraciones, que auxiliaban los efectos de estos místicos “hijos de Dios”, que en algún momento del viaje demuestran a uno la presencia de una divinidad que reside en los planos superiores. Es todo un viaje al interior de la mente, que te llena de sabiduría, por eso a María Sabina la llamaban “La Sabia” en su pueblo natal, Huautla de Jiménez, en el estado de Oaxaca. Ahí fue descubierta y dada a conocer al mundo por el etnomicólogo, de prestigio internacional, Gordon Watson.

Cada temporada nuestro personaje realizaba diferentes jornadas a las montañas en busca de esas experiencias que lo enriquecían espiritualmente, y que le permitían conocerse a sí mismo más profundamente. Se  involucraba tan intensamente en la meditación y en la contemplación que para cuando regresó al puerto, ya se había olvidado por completo de le entrevista con Iliana, y descartado toda la posibilidad  de su participación  en el rodaje de la película. Para dar por terminado el asunto, y cortar la última posibilidad de, contacto, esa tarde, cuando hacía su recorrido habitual por el malecón, y pasó por el O´Brians,  se pudo percatar que el establecimiento tenía sus puertas cerradas, y pegada a una de ellas estaba el letrero que León ponía cada vez que  O´Brians cerraba por mejoras, o simplemente porque querían descansar. Decía así: “Discúlpenos por no poderle atender pero nos fuimos a pescar. Estaremos nuevamente a sus órdenes dentro de dos semanas. Atentamente León”.

Que significaba esto, que el único punto de referencia se había perdido. Ahora sí iba a resultar casi imposible que Iliana pudiera localizar al “Malecón Man”.

Después de unos días de haber regresado de las montañas, como parte de su rutina para hacer ejercicio y mantenerse en excelente condición física, The Malecón Man corría medio fondo, (extasiarse en el “Runners High”).  (Euforia del corredor) diez kilómetros diarios y practicaba el tennis.
Esa mañana mientras peloteaba con su Brother Mauro (también adorador de la “moxza”) y en ese tiempo profesional de “Los Tules” en una de las canchas adyacentes al hotel, entablaron la conversación para comunicarse las nuevas, los últimos chismes, conquistas. Mauro aparte de ser un buen tenista, era muy bien parecido, simpático y agradable. Por ser de Tijuana y haber vivido en el otro lado, hablaba un excelente inglés, en síntesis un play boy que no dejaba ir una.

Nuestro personaje le contó acerca de su corta estancia en las montañas en compañía de “honguito”, invitándolo a viajar la próxima vez, a lo cual, Mauro acepto con gusto.

Mauro de que iba a hablar, más que de sus conquistas, la mayoría, que realizaba en el hotel, o en las canchas de tennis.

-“Ando tras los huesos de un viejota, yo creo que ha de ser artista de cine o algo así, una güera que está hospedada aquí, creo que viene en el equipo de producción de una película, inició Mauro la plática, mientras la pelota viajaba cada vez con más velocidad de un extremo al otro de la cancha, por encima de la red.

Los de la película ya estaban en el puerto, era un hecho que se iba a realizar. Lo que Iliana dijo en esa tarde lluviosa era cierto. Pensó “The Malecón Man” mientras devolvía la pelota. Y a manera de pregunta le inquirió:

-¿Cómo es la chava? ¿Es acaso un rubia que tenia una pierna enyesada?

-Me parece que sí, respondió Mauro, creo que se llama Iliana y es encargada de seleccionar el reparto y de escoger locaciones aquí en el puerto y en los alrededores.

-¿Cuántos días tienen que llegaron?. Pues yo quede de ponerme en contacto con ella por medio de León Rosales en el O´Brians y ya vez, el restaurant ha permanecido cerrado las últimas dos semanas.

–Se me hace que tú eres al que han estado buscando por todos lados. Le han preguntado a medio mundo, haber quien te conoce  –dijo Mauro deteniendo la pelota.

Andan buscando un hombre que le dicen “The Mountain Man”, “King of the Rasta Man” o algo así. La verdad es que no saben como te llamas, que se confundieron con los nombres. Yo voy a ver a Iliana más tarde, y le voy a decir que te encontré, le va a dar mucho gusto, pues me parece que el director ya iba a mandar traer un actor de México para que se encargara de hacer esa parte, y ella te quiere a ti, a nadie más.

Vamos haciendo una cita para esta noche en mi casa a las siente en punto. Ahí la voy a tener esperándote, no me vayas a fallar…

-Nos vemos a las siente, le dijo para despedirse, no se te vaya a olvidar.

Faltaba un escaso minuto para las siente de la noche cunado Malecón Man, con puntualidad inglesa, tocaba el timbre del departamento de Mauro, que estaba ubicado en el centro de la ciudad, cerca de “Las Palomas”.

Cuando el tenista le franqueó la entrada, a nuestro personaje que venía pulcramente vestido y rasurado, le dijo excitado:

–“come in man”, que bueno que viniste, ahí esta la chava ya tiene como una hora que llegó, y no deja de hablar de el gusto que significa el haberte encontrado, y eso que todavía no te ha visto, a lo mejor ni eres el que andan buscando. Pero pasa y sácala de la duda. Estrechando levemente la mano de su amigo.

Malecón Man se siguió de largo hacia la sala de la casa. Sentada en uno de los cómodos equípales leyendo lo que parecía un libreto, estaba la bella rubia.

-“Es él”, Mauro es él, exclamo Iliana abrazándolo emocionada. Después que arribó al puerto en compañía del director y la maquillista y no pudo ponerse en contacto con nuestro personaje, y ahora con muy poco tiempo para empezar la filmación lo había encontrado, sus esperanzas renacían. Estaba feliz. Tenía a su “Ricardo”. Definitivamente “Malecón Man” era su hombre, y esta vez no lo iba a dejar ir.

Sí, Iliana estaba que no cabía de contenta, estaba tan excitada que no esperó siquiera a saludarlo; sin esperar más le extendió el libreto que tenia en sus manos y le pidió que lo leyera.

Nuestro personaje con toda corrección reconociendo a Iliana, la abrazo  y le dio un beso en la mejilla de saludo, tomó el libreto y empezó a leer concentrándose en el pedazo de papel. Sin cruzar palabra.

Mientras lo leía, Iliana, a grandes rasgos le narraba la trama general de la película.

La historia era acerca de un velero que hacía un viaje a Colombia para conectar unos kilos de marihuana y llevarlos a Canadá y la escena en donde nuestro personaje iba a tomar parte, consistía en un diálogo con el actor principal, que hacía el papel del capitán del velero, que supuestamente iba a recoger la droga en esa playa  del litoral colombiano: “Ricardo” era “La conexión colombiana”.

El le entregaría la droga.

Definitivamente era una parte importante; una de las más importantes en el desarrollo de la historia, ya que el punto clave consistiría en adormecer al capitán por medio de un fuerte “toque” proporcionado por Ricardo, y mientras estaba distraído casi  dormido, atontado por la droga y el cansancio, deslizar entre los costales de marihuana que están poniendo a bordo en una canoa, una caja que contiene treinta kilos de la más pura cocaína colombiana, sin que se de cuenta, logrando con esto, que la carga se vea codiciada por la mafia, que va a tratar de apoderarse de ella a como de lugar. Esa era la historia, y Vallarta iba a parecer como Colombia y nuestro personaje, como colombiano; termino Iliana de narrar, a su vez “Malecón Man” estaba terminando de leer el libreto (la parte de Ricardo) que vamos a tratar de reproducir por media de una pequeña traducción.

ES DE NOCHE. EL INTERIOR DE UNA CHOZA EN LA PLAYA-LITORAL COLOMBIANO.

Sean, (el capitán del velero) es conducido al interior de un largo y oscuro cuarto.

Iluminado por quinqués solamente. Las sombras que se deslizan le dan a entender que  la habitación esta llena de gente, y siente sobre sí sus miradas curiosas.

De entre las sombras, surge una voz (en ingles masticado)

-“come in Mr. Phelan. Welcome to our poor country”

Sean da unos pasos en el interior de la habitación, sin atreverse a entrar. La luz de una linterna que está en una mesa, identifica a Ricardo. Un hombre moreno de unos 72 años de edad, con el pelo canoso, la barba crecida y una sonrisa sin dientes.

Ricardo, dirigiéndose a las sombras y tronando los dedos:

-“coffe for our guest”(dirigiéndose a sean) or perhaps you like to have? Something stronger? .

SEAN

No. Coffe would be fine. We have a lot of work to do, if I’m to sail by morning.

RICARDO

Such a short visit, how unfortunate. Your friend Miguel stayed whit us many months.

SEAN
“Miguel is richer that I am. I’m only a fisherman. Is my cargo ready?

RICARDO

Of course. We have been expecting you.

My men will load the boat with Ramón.

SEAN ESTA SENTADO ENFRENTE DE RICARDO CON UNA MESA DE POR MEDIO EN DONDE ESTA UNA LAMPARA QUE LES ILUMINA TENUEMENTE LAS CARAS.

SEAN

You know Ramón?

RICARDO
But of course. Remember, it was I who told Miguel about Mr. Gomez’s boat.

Ramón often comes with Mr. Gomez.

SEAN

And you know a Phil Jenkins? He’s an associate of Mr. Gomez. An American or Canadian perhaps.

RICARDO

No. That name means nothing to me, bur Mr. Gomez has so many friends. Why do you ask?

SEAN

He came on the boat in Puerto Vallarta. There was something sinister about him. And he didn’t know the code message.

Ricardo con una sonrisa siniestra y desdentada

I must admit I can never remember it eather.

We don’t take it seriously. Miguel like to play with codes. Like in the movies. And in this business everyone starts to look sinister. That’s  how you tell us from the police.

SEAN

Yeah, maybe, but this guy looked particularly creepy.

RICARDO (sonriendo nuevamente)

that means he’s one of us. All gringos look “creepy” to us.

LA SONRISA DE RICARDO A MEDIA LUZ DE LA LINTERNA. LOGRA QUE TAMBIEN SE VEA MISTERIOSO.

SEAN (aprehensivo)

I should chek on the loading.
RICARDO
my men will load the boat, do not worry. Come. Have some drink. Some food. The night is warm and long, come my boy.

You can’t try a bit of our leaft (fumate un toque de capuyos que yo te voy a preparar).

LA CAMARA SE ALEJA DEJANDO A SEAN Y AL VIEJO COMPARTIENDO UN TOQUE. MIENTRAS EN LA PLAYA UNA CANOA ESTA SIENDO CARGADA CON LOS COSTALES. RAMÓN SUPERVISA LA MANIOBRA. RICARDO LE ORDENA A LOS HOMBRES QUE COLOQUEN LA CARGA ESPECIAL CON LA COCAINA.

Nueve intervenciones de Ricardo, realmente era un parte importante; pensó “Malecón Man” cuando terminó de leer el libreto y se lo devolvió a Iliana:
“Yo no creo poder hacerlo”. La parte es muy grande. Para esto necesitan un actor profesional. Alguien con experiencia.

Sin hacerle caso, Iliana insistió aferrada, –“come on”, vamos a leerlo tan solo una vez. Yo voy a decir la parte de Sean.

Quiero oír como suena tu acento. “vamos”, tú empiezas, dices tu parte y luego me pasas el papel para que yo pueda decir la de Sean.

Al terminar de recorrer el dialogo Iliana estaba emocionada; “Malecón Man” era perfecto para  la parte de Ricardo.

Vamos a recorrerlo una vez mas le dijo. Pero esta vez quiero que le pongas un poco de énfasis, de actuación.

Ya era la cuarta vez que lo iban a recorrer. Iliana, cada vez que lo leían estaba más convencida de su acierto.  Casi había sido perfecta. Se asombro todavía mas cuando nuestro personaje después de iniciar el dialogo y devolverle el libreto a Iliana para que dijera la parte se Sean, le dijo que ya no era necesario cambiar el libreto de manos, que ya lo conocía de memoria>
-“No, es imposible”. Ahora si estoy impresionada de veras. “No me digas que ya te la sabes”, si solo has leído cinco veces. Haber dime, ¿como le haces para tener tan buena memoria?

– Es relativamente fácil para mí memorizar, ya que siempre he practicado con mi memoria. Cuando me quiero aprender una canción nueva, solamente necesito oírla unas cuantas veces, para poder sacar la letra y los acordes de guitarra, tengo mucha práctica haciéndolo. También puedo recordar un repertorio de mas de quinientas canciones en español, en ingles, en francés, en italiano, se canciones hasta en hebreo, con todo y arreglos. Afirmó con confianza en lo que decía “Malecón Man”.

Y para complementar esta practica; me aprendo cada mes las estrellas y constelaciones que vienen en mí revista de “ASTRONOMIA” en la parte central, que trae un mapa de la bóveda celeste del mes. Para después salir en la noche y poder identificarlas en cualquier momento con mis binoculares.

–“You are to much”, por favor haz Ricardo para mi en la película. Le dijo para finalizar, la cada vez mas sorprendida Iliana. No cabía duda; “The Malecón Man” tenía el papel de “Ricardo” asegurado. Ya solo restaba que llegara la hora de firmar la película, lo cual sucedería en unos cuantos días. Esta vez no se despidieron hasta que estuvieron de acuerdo en todo, teléfonos, nombres, y direcciones, asegurándose de no perder contacto, y de tener la posibilidad de localizarse en cualquier lugar, a cualquier hora.

Nuestro personaje, le pidió a Iliana le dejara conservar el libreto, pues si se lo permitían: “le gustaría hacerle algunas modificaciones”, para que de acuerdo a su apreciación del  papel de “Ricardo”, su actuación fuera mas convincente, mas creíble.

Iliana aceptó desde luego, y antes de despedirse le dijo”

-“una vez que lo tengas listo, dale una repasada y practícalo, estoy segura que el director no pondrá ninguna objeción a los cambios que  creas pertinentes. Nos vemos dentro de cuatro o cinco  días.

-No te preocupes. Respondió nuestro personajes estaré listo, nos vemos pronto, todo va a salir bien, ten confianza en mí. Y gracias por la oportunidad, no te voy a defraudar.

Pasaron tres días. “Malecón Man”, estaba en la terraza de su humilde morada junto al río esperando la alborada, cuando escucho que tocaban a su puerta insistentemente. ¿Quién seria  estas horas de la mañana? Eran cerca de las seis.

Aunque ya estaba despierto desde hacia unos minutos, “Malecón Man” se sorprendió con los fuertes e insistentes toquidos, que cortaban su meditación abruptamente a esa hora que él consideraba sagrada, y que era su favorita, pues a esa hora nadie podía interrumpirlo por ser tan temprano, y sin ruidos, podía alcanzar planos superiores de conocimiento, auxiliado por la tranquilidad y el relajamiento al que induce la medicina “moxza”, observar la salida del sol, en “estado de meditación profunda”

-“Un momento, ya voy”. Abrió la puerta para encontrarse con Martín. En ese tiempo asistente de Mauro como profesional de tennis de “Los Tules” ¿Qué andas haciendo tan temprano? Pásale,  ¿Qué se te ofrece?

-Buenos días. Saludo Martín. Prepárate por que vengo por ti. Me mandaron los de la película, hoy se va a firmar tu escena y te están esperando en “Los Tules” para que se trasladen a la locación, así es que apúrate y vámonos.

-Espérame tantito, me doy un baño rápido y nos vamos, siéntate, quieres una coca o un café, sírvetelo.

Se había llegado la hora, antes de meterse al baño, nuestro personaje rápidamente arreglo su “stash” viajero, que consistía en unos cuantos cigarrillos de medicina “moxza”. La parte que iba a representar de “Ricardo”, requería que se fumara la medicina y no iba a desperdiciar la oportunidad de hacerlo con “moxza” real. Pensaba mientras enrollaba los aromáticos cigarrillos y los acomodaba en su cigarrera de metal.

-Estoy arregladito y listo Martín. A la hora que gustes nos vamos…

A bordo de una combi se trasladaron hacia “Punta burro”, que esta junto a la playa mas hermosa del estado de Nayarit, en el extremo norte de la bahía de Banderas: “Destiladeras”. Durante el trayecto, que es aproximadamente media hora, el director, el actor principal (interlocutor de “Ricardo” en la escena a filmarse esa mañana) nuestro personaje, que por primera vez se conocían, despertándose una corriente de simpatía entre ellos, “Malecón Man”  le entrego el libreto ya modificado al director.

Estaba encantado con los cambios, nada mas que ahora, era necesario que las modificaciones y adaptaciones fueran incorporadas a las libretos con los que habían ensayado previamente, para así poder hacer la secuencia de toda la escena. Ya con las adaptaciones incluidas, ensayaron una o dos veces mas en la combi, antes de llegar.

En el lugar del “set” de la película. Un pequeño ejercito de técnicos, cámaras en sus tripiés, reflectores, pantallas y todo lo que se necesita para la producción de una película, los estaban esperando, como “agua para chocolate”.

En cuanto llego nuestro personaje fue llamado aparte por la maquillista, lo tenia que retocar para la caracterización de “Ricardo”.

“Ricardo” era  un colombiano de setenta y dos años, por eso tenían que envejecer por medio del maquillaje al “Malecón Man” que en ese entonces contaba con solo cuarenta y dos. Le iban a poner algunas arrugas, unas canas, echarle a perder unos dientes, y para que apareciera un colombiano moreno, le iban a cambiar el tinte de la piel.

La transformación había terminado, después del maquillaje, de el hombre del Malecón, solo quedaba su mirada profunda y el brillo de sus ojos hundidos, por lo que siempre seria reconocido detrás del disfraz.

Le permitieron usar sus mismas ropas y su tradicional sombrero de hongo, y lo condujeron cuando estuvo listo, a su lugar en el centro de la habitación en donde se iva a llevar a cabo el rodaje, para que los técnicos de iluminación pudieran hacer sus mediciones de la luz, y los del sonido las de la voces. Se le dieron los últimos toques de maquillaje y se prosiguió al primer ensayo general con vestuario.

Se escucho la palabra mágica: “ACCION” y todo el mundo guardó silencio, solo se podía oír el sonido de las olas. Nuestro personaje miro hacia donde estaba el velero, y en la línea del horizonte, concentro su mirada en el familiar cocodrilo gigante que forman los cerros en e extremo sur de la bahía. “Cabo Corrientes” se distinguía entre la bruma. Cuando habían llegado a  la mitad del ensayo, el director  detuvo la acción, el actor que representaba a Sean le hacía señales de que no se sentía bien del estomago (sufría de  “moctezuma´s  revanche”), diarreas y vómitos, por haber comido algo que le cayó mal, le sucede todo el tiempo a los pobres turistas, pues no están acostumbrados a la comida mexicana.

Tenían que proporcionarle alguna medicina que pudiera aliviar su problema y lograr que se sintiera mejor.

¿Alguien tiene un “Lomotil”?, grito el asistente del director (la medicina que se utiliza para detener la diarrea).

El doctor del hotel que los acompañaba inmediatamente saco de su botiquín una tableta y se la administraron con un vaso de agua.

El rodaje iba a tener un receso mientras la medicina surtía el efecto y el actor recuperaba su bienestar y mejoraba su disposición.

-¿Por qué mejor no lo invito a inhalar un poco de medicina “moxza”?

Estoy seguro de que eso lo a aliviar mas que ninguna otra cosa, ya que las propiedades de esa maravillosa hierva son reconocidas como el mejor remedio para ese tipo de malestares.

Pensó el “Malecón Man”, recordando los cigarrillos que previsoramente cargaba en su bolsillo.

Lo jalo aparte con el pretexto de ensayar nada mas los dos, y cuando estuvieron a prudente distancia, sacó de su cajita de metal un “joint”, le dio fuego… se lo pasó, tal como lo iban a hacer en escena minutos mas tarde…

-Oh! Maravillosa medicina!, exclamó el joven actor, cuando inmediatamente empezó a sentir el cambio.

-Me siento mil veces mejor. Gracias “Malecón Man”, me salvaste la vida, ahora si estoy listo. Y tú ¿Cómo te sientes? ¿Estas listo?….

El receso había sido providencial para “Malecón Man”, ya que estaba empezando a bajar de la arreglada que se había dado en su casa, la oportunidad de hacer la escena con “moxza” verdadera, se había esfumado, ya que los agentes de Gobernación que se iban a encargar de los aspectos legales de la filmación, ya se encontraban en el set, y vigilaban por todos lados para que todos se hiciera sin afectar las leyes o la imagen del país. Exagerando que todo estuviera correcto para las escenas donde se iba a utilizar “joints”, también se iban a usar “joints” de tabaco, por  eso el receso había sido mágico, afortunado. Ahora sí, nuestro personaje estaba listo para la escena, lleno de confianza en sí mismo, relajado, tranquilo.

-“Estoy listo”. Le contesto esbozando una sonrisa. Más de lo que tú crees. Intercambiaron una mirada de complicidad y se dirigieron de regreso al “set”, en donde ya todo estaba al punto y cada quien es sus posiciones, para empezar a rodar en cuanto los protagonistas retornaran…

Ya no hubo mas ensayos, y se procedió a hacer la primera toma…
¡S i l e n c i o!….

¡Cámara!… ¡Acción!

La escena era larga y difícil de interpretar.-“Recuerda que tu cara se va a ver en una pantalla gigante, se te van a notar hasta los poros”. Tienes que tener cadencia y hablar despacio y claro. Le aconsejaba el director cuando iban en trayecto hacia el “set” esta mañana. “Malecón Man” lo recordaba, y estaba practicando su control facial, y su concentración de la misma manera que lo hacia cuando se profundizaba en la meditación todas las mañanas…

La cámara empezó a rodar, los actores al representar su papel se adentraron en sus personajes. Le secuencia de la escena seguía ininterrumpida….

Estaba saliendo a pedir de boca, ya estaban a la mitad y parecía increíble que nadie se hubiera equivocado. Sobretodo cuando la escena duraba  más de tres minutos.

Todos los asistentes estaban rezando, para que saliera bien, en los tres minutos restantes. “Malecón Man” estaba tan profundizado con su personaje de “Ricardo”, que era como si el mismo “Ricardo” en persona estuviera actuando en su lugar.

– ¡Corte!…es toma…se queda… Exclamo el director sorprendido por la actuación sin errores, y feliz de no tener que repetir la toma.

Una gran ovación de todos los que presenciaban el rodaje de la película, premio a ambos actores, al término de la secuencia. “Lo habían logrado hacer en la primera toma”.

Sí, aun que parecía inverosímil, todo había salido a las mil maravillas, sin titubeos, ni lapsos mentales. La culminación de la historia, llegaba a su término felizmente, todo había quedado grabado en el celuloide.

“Malecón Man” era eterno, su imagen representando a “Ricardo”, iba a pasar a la posteridad. Además, su actuación en la película significaba que su mas caro anhelo se había realizado; la magia y la buena fortuna habían logrado el milagro.

Una vez que se calmaron los ánimos de la celebración, y se pudo continuar con el rodaje. El asistente del director llamó aparte a nuestro personaje.

-“You are terrific man”, fabuloso. Eres muy bueno. ¿En donde estudiaste actuación? ¿Por qué no te he visto antes? ¿Estudiaste en México? ¿En la ANDA?

Felicitaba el cineasta americano a nuestro personaje, mostrando su admiración y respeto por lo que “Malecón Man” acababa de hacer en el “set”.

-No me ha visto antes, por que no tengo ninguna experiencia. Esta es la primera vez que actuó en mi vida en una película. Respondió “Malecón Man”, como si nada, y agregó: no dudo que sea la última.

– ¡No me digas que esta es la primera vez que haces esto! Soy testigo de que te acabas de portar como un verdadero profesional. Escenas como las que acabamos de realizar, en algunas ocasiones se llevan hasta veinticinco tomas con actores de experiencia, y tú lograste llevar acabo con éxito, en la primera ocasión que actúas en tu vida, una secuencia tan difícil en la primera toma, eres un actorzazo, tienes grandes dotes histriónicas. No te hagas el que no sabes. “Don pull my leg”. “You are really terrific”, “Muy bueno”, lo adulaba. El asistente del director.

-En serio, se lo juro, de veras que ésta es la primera vez que actuó en mi vida y todo gracias a que Iliana siempre creyó en mí, me tuvo confianza y me dio la oportunidad. Se defendía nuestro personaje…

-Si no me estas mintiendo, eres uno de los mejores actores naturales que he visto. Aseveró el asistente del director

–  ¿Por qué dice eso? Respondió mostrando curiosidad “Malecón Man”.

– Porque en esta actuación que acabas de realizar, es muy difícil definir la línea entre “Ricardo” y tú. Nunca se sabe cunado entra él y cuando sales tú y eso sucede imperceptiblemente, ya que es imposible distinguir uno del otro. ¿Cómo lograste compenetrarte tanto de la personalidad de “Ricardo”? le pregunto por último.

-Lo que tu no sabes (le dijo en tono de broma) imitando la voz de “Ricardo”, que usara durante el rodaje de la película, y terminando de remover el pesado maquillaje de su rostro, apareciendo la cara amable de “Malecón Man”. Mostrando la sonrisa desdentada y siniestra del personaje, única parte que todavía conservaba del maquillaje en ese momento, -es que…I´m really “Ricardo”.

 

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UN ESTADO ALTERADO…. Demasiado Alterado

 

Llegamos a mi casa por ahí de las doce de la noche, habíamos estado tomando durante todo el día y todas las noches anteriores a navidad y después de navidad hasta esa noche de año nuevo que era la primera noche de 1976, nos traíamos un parrandón que parecía no tener final. Habíamos estado en Carlos O’Brian’s hasta que nos corrieron, y de ahí nos fuimos al City Dump que eran los lugares de moda y adonde nos reuníamos todos los que andábamos en el reventón, los de más ambiente. Todo ese año de 1975 lo había vivido con gran intensidad, mi primer año de soltería al término de un matrimonio tormentoso y apasionado con la mujer que más he amado en mi vida (aparte de mi madre), mi esposa americana, que ya no pudo soportar vivir en un ambiente de libertinaje y, finalmente me dejó y regresó a su país, los Estados Unidos y a su culta ciudad de San Francisco, de donde ella provenía.

Yo me quedé solo, como chino libre en ese Puerto Vallarta que con la influencia del hipismo que nos habían traído los americanos, disfrutaba de un estilo de vida muy liberal, que en mi caso se había convertido en libertinaje. Yo le entraba a todo, “todista”, aguantaba más que nadie, para las fiestas era yo un bárbaro; el primero en llegar y el último en salir.

Para celebrar la llegada del año nuevo en el calor del hogar nada más con los amigos más cercanos solía tener en el refrigerador, en la temperatura ideal, unas botellas de champagne cordon rouge, brutt, lo mejor que se podía conseguir en el Gutiérrez Rizo. Ya que tradicionalmente me gustaba brindar todos los años con mi esposa chocábamos las copas y nos dábamos también las uvas. Brindar con champagne era muy significativo para mí, porque me gustaba iniciar el año como un triunfador, con gran estilo, me daba la pauta de que se iba a vivir con la misma intensidad. La intensidad que conlleva al desenfreno, a los abusos, sobre todo a los abusos que terminan dañando al organismo, excesos alimenticios, comida grasosa, mucho alcohol, demasiado tabaco, sexo indiscriminado (en la borrachera con quien se ponga). En el alto riesgo, a un paso de la obesidad, de las várices por la mala circulación, las úlceras, las almorranas, los malestares nerviosos por causa de las desveladas y los malos hábitos, la falta del respeto al cuerpo y a los relojes biológicos. Reflejo de una vida desordenada. Cuando eres todista te la andas jugando todo el tiempo y estás entrado en el “reve” que para cuando quieres darte cuenta ya andas bien cerquita de la cirrosis, de la trombosis y otras “osis”, de las que te matan en menos de que cante un gallo, antes de que recapacites y le pares.

Esa noche se me iba a presentar la oportunidad de verme por dentro y darme cuenta en el estado en que se encontraba mi organismo después de tantos abusos, lo que estaba a punto de descubrir pronto transformaría mi vida.

Pusimos unos leños en la gran chimenea que se encontraba en la sala de la casa… apagamos unas luces, apilamos unos discos en el stereo… recuerdo muy bien uno que oiríamos toda la noche (Simphaty for the Devil, de los Rolling Stone). Forjamos unos “toques” y nos acomodamos cada quien con su trago y su toque para continuar la fiesta que ya veníamos arrastrando por varios días. La cuerda que traíamos por los efectos del alcohol y de la mariguana pronto se hicieron sentir y a cada minuto que pasaba nos sentíamos más borrachos, más alocados, hablando a gritos por encima de la música.

Así se deslizaron un par de horas departiendo alegremente. La euforia, los tragos del vino y el cansancio pasado menguaron nuestra energía, ya nada más quedaban las brasas de una pila de madera que se había consumido en la chimenea, la fiesta pasaba por un momento en que parecía disminuir su intensidad, a medida que había menos luz en la habitación.

-“Que no caiga el ánimo muchachos, vamos a ver que encontramos por ahí para echar a la chimenea, ahorita nos alumbramos de nuevo, por allá atrás hay unas javas de madera y unas cajas de cartón, arrímatelos, vas a ver que bonito van a arder”.

“Y tú ‘my friend’ cámbiate los discos (dale la vuelta a la tortilla) y ábrele todo el volumen, que se oiga”.

“Agárrense porque ya me llegó mi segundo aire, ahora sí vamos a chupar en serio. Pero antes quiero proponerles un brindis…”

Me dirigí a la cocina y saqué del refrigerador las tres botellas de champagne, estaban en su punto, “templaditas”, de veras se veían tentadoras, sudando como en los anuncios. Le entregué a cada quien la suya y les dije con entusiasmo: “prepárense porque les tengo una sorpresa”.

Once meses atrás, mi amigo Jesús, aquel que tuvo el trágico accidente cuando se echó el clavado en Las Juntas y los Veranos. En una de las visitas que le hice al hospital me había regalado los ácidos (LSD) window pane, lo mejor, lo más puro, elaborados por Zandoz en Suiza. Los había traído Monston Alexander, hijo de Tom, de los dueños del Garza Blanca. Un chavo que venía año con año a trabajar con los huicholes, estaba realizando un trabajo muy interesante con los chamanes (curanderos indígenas) y el empleo de enteógenos (sustancias que te inducen por medio de una experiencia mística a un encuentro con el Dios genético, el que mora en el interior de nuestra mente).

Sustancias que se encuentran en el peyote (mezcalina) en el hongo (psilosibina). El ácido (LSD) era un concentrado que producía los mismos efectos, iluminar el cerebro y darle claridad para llegar a la verdad, fuente de luz. La luz que ilumina el sendero a la alta conciencia. Descubierto accidentalmente por Albert Hoffman cuando experimentaba en un honguillo que se forma en la cebada, buscando un sedante, Hoffman había sintetizado el LSD y los laboratorios que llevan su nombre (Hoffman Laroche) para usarlos como auxiliares del psicoanálisis los enviaban a los psiquiátras y a los maestros de psicología en las universidades de los Estados Unidos y en otras partes del mundo.

Recordando que tenía los ácidos los busqué en el compartimiento secreto de mi cartera, en donde los guardaba como un tesoro… desdoblé el papel que los protegía… ahí estaban las dos miquitas. Cuando mi amigo Jesús me las pasó, eran transparentes. Después de once meses se habían vuelto obscuras, azulosas, brillaban a la luz con destellos diamantinos (Lucy in the sky with diamonds) “LSD” como la canción de los Beatles. Tenían ese atractivo… prometedor.

Me senté en mi escritorio y debajo de una potente luz que me permitía ver perfectamente bien lo que estaba haciendo, puse las miquitas en un espejo y con una navaja de rasurar con gran cuidado las corté en mitades. Salieron cuatro pedazos. Con los pedazos de mica todavía sobre el espejo me reintegré con mis amigos, que impacientes aguardaban mi regreso anticipándose a la sorpresa….

Realmente iba a ser sorprendente lo que estábamos a punto de vivir, de sentir. Ninguno de los tres nos imaginábamos que lo que estaba por venir resultaría una experiencia realmente inolvidable. De las que dejan profunda huella y yo menos, que cuando pensé en que esta era una buena ocasión para meternos los aceites, sólo buscaba seguir el reventón con un aditivo más.

Como un sacerdote repartiendo la hostia bendita, me dirigí a cada uno de los protagonistas, los que según yo buscábamos la “iluminación”.

-“A ver mi muchachito, ábrame la boca”. Procedí a depositar en su lengua uno de los pedazos pretendiendo musitar una bendición al mismo tiempo.

-“Y ahora te toca a ti”, repetí la operación con mi otro compañero de parranda (el bajista y el baterista con los que hacía trío, yo tocaba la guitarra y cantaba), los tres excelentes amigos inseparables. La experiencia que íbamos a vivir juntos esa madrugada nos iba a hermanar todavía más.

Tomando el tercer pedazo de mica lo deposité en mi lengua y tomé mi copa, proponiendo un brindis.

-“Salud compañeros, les garantizo que esto se va a poner muy bueno, vamos a volar muy alto, a rebotar en el cerebro, desde el fondo hasta la cumbre, vamos a platicar con nuestro otro yo”.

Chocamos las copas de champagne y nos empujamos las miquitas con el líquido y continuamos con la diversión y el relajo.

A partir de ese momento la fiesta tomó otro cariz. Ahora todo sucedía con una velocidad vertiginosa. El primer efecto que sentimos, inmediatamente después que nos metimos el LSD, fue una sensación de energía, que sustituyó inmediatamente al cansancio que arrastrábamos de tantos días y que ya se empezaba a notar en los ojos hundidos, en la barba crecida y en las arrugas, que parecía se habían multiplicado por toda la cara, gracias al cúmulo de desveladas y malpasadas. Producto de la intensidad con que se había vivido en esos últimos días del año de 1975, en los que se dormitaba sólo por unas horas, que no eran suficientes para recuperar el sueño.

La energía, que ya se había convertido en acelere, nos empezaba a transformar, alterando nuestras percepciones de la realidad. Los objetos se veían más claros, más brillantes, con vida propia, las llamas de la chimenea tenían unos colores increíbles y parecían bailar al ritmo de la música, como si tuvieran voluntad.

La música se oía por todos lados y más fuerte… “Glad to meet you, hope you get my name”.

Los Rolling Stone se metían hasta el fondo del cerebro y sus percusiones retumbaban, haciendo eco en las paredes de mi mente.

Fascinados con la lumbre, con el efecto visual de las llamas, empezamos a avivar el fuego con todo lo que encontramos a nuestro paso que pudiera arder. Ya no había más leña; “vamos quemando los cajones de ese mueble que ya está todo apolillado”, se fue todo el mueble, le siguieron unas sillas que estaban “cojas” y también una banquita de equipal que tenía arrumbada en la terraza…

Le echamos tanto combustible a la chimenea que las llamas parecían salirse sin control cada vez más grandes, más amenazadoras.

En el paroxismo de la locura, de un closet saqué un montón de ropa de mi ex mujer, que empezamos a aventar para arriba, los colores chillantes de la ropa americana volaban en todas direcciones, parecían detenerse en el aire, moviéndose como en cámara lenta. Con todo ese combustible la chimenea empezó a generar mucho calor, la sala era un horno y con el ajetreo que nos traíamos, nosotros también nos veíamos “psicodélicos”, las caras coloreadas, y sudábamos copiosamente por la agitación, por la danza alocada, el calor de la chimenea y la excitación causada por los “aceites”.

“Hey, momento, momentito, para tu carro”, ¿Saben qué? “me estoy asando”, aquí hace mucho calor, me voy a la azotea, al barecito de la terraza, necesito tomar aire, refrescarme. Me voy a fumar otro “joincito” para bajar un poco. Si quieren venir, acá los espero, voy para arriba…

Para llegar a la azotea de la casa, había que subir por una estrecha escalera, que estaba pegada a una pared y que terminaba en una puerta de madera, cuyo marco estaba tan bajito que para franquear la entrada, por fuerza tenías que agacharte. Por encima del marco de la pequeña puerta, corría a todo lo largo de la azotea una enorme viga de madera, que sostenía los morrillos de un techo de dos aguas, la llamada “viga caballetera”, que en el extremo opuesto remataba en el tiro de la chimenea, un cubo de ladrillo cuyo tramo final era de lámina galvanizada. En cuanto empecé a subir por la empinada escalera, me llegó un fuerte olor a quemado, una mezcla de fierro con soldadura, un olor muy peculiar, así como de petróleo, era el de la resina de la madera al hervir, la viga se estaba quemando por dentro. Con tanta leña ardiendo en la chimenea, las llamas habían llegado hasta la parte de arriba, la parte de lámina, convirtiéndola en una tea al rojo vivo que se extendía por el interior de la enorme viga, dejando un túnel de brasas por el centro inalcanzable.

Inmediatamente me di cuenta del peligro que corríamos si la viga terminaba por consumirse totalmente, sin ese apoyo, el techo se nos vendría abajo colapsándose y tal vez nos dejaría sepultados debajo de los escombros.

Tuve visiones de terror, de miedo. Reaccioné con señales de alarma. Había que hacer algo “de boleto”.

Bajé asustado para avisarles a mis compañeros lo que estaba sucediendo, a que me ayudaran a apagar el incipiente incendio. Era lo primero que teníamos que hacer.

“Pan comido”, no se preocupen, ahorita la apagamos, simplemente le echamos agua a la chimenea, las llamas se apagan y dejan de subir y todo se va a enfriar sin problema, un poco de agua en la lámina y “santo remedio”, la viga también se va a apagar… Manos a la obra….

Llenamos la tina de agua y como bomberos nos pusimos a acarrear cubetas, se empezó a controlar el calor, las llamas descendieron y después de una hora de trabajo parecía que teníamos la situación controlada. Parecía, pero no era así, porque la viga seguía ardiendo y todavía despedía ese olor a resina quemada tan característico. Con toda el agua que le echamos no habíamos alcanzado a apagar la viga y seguiría ardiendo toda la noche si no la apagábamos por completo. En qué broncota estábamos metidos, teníamos que apagarla, o la casa se nos vendría encima.

Nuevamente nos pusimos en acción. Para esas horas ya estaba amaneciendo y empezaban a despuntar los primeros rayos del sol, de por sí un evento espectacular, para nosotros, todavía bajo los efectos del LSD, era de una luminosidad impresionante, difícil de describir. Un brillo divino que se quedaba grabado en nuestro cerebro, muestra sublime de la grandeza de nuestro Dios genético.

Después de ese momento de éxtasis… a trabajar. Concentrarnos en solucionar el problema que teníamos enfrente. Tuvimos que hacer una horadación, que nos permitiera llegar al centro de la viga para poder inyectar agua, sólo así lograríamos apagarla, sin las herramientas adecuadas (sólo contábamos con un clavo grande y una hachita) nos tomó hasta bien entrada la mañana cumplir con nuestro cometido.

Finalmente exhaustos, sudados, tiznados y con la ropa arrugada y sucia dimos por terminada nuestra labor. HABÍAMOS TRIUNFADO.

Toda esa actividad nos llevaba rápidamente al “bajón”, que era demasiado abrupto, casi doloroso.

Yo por mi parte me sentía muerto de cansancio, desvelado, al comienzo de una cruda de pronóstico reservado, contemplando dos opciones: seguirle, curarme la cruda como siempre (“un clavo saca otro clavo”), todavía quedaban unas cervezas frías en el refrigerador…. O pararle de a tiro. Ponernos nuestros trajes de baño e irnos a la playa a “Las Glorias”, a dormir la mona debajo de una palapa y a sudar la cruda espantosa hasta el atardecer. Decidimos ir a la playa, sólo que mis compañeros no tenían sus trajes de baño a la mano, así que decidieron ir a sus casas a cambiarse, regresarían más tarde para en mi «safari” irnos juntos a la playa.

Nos despedimos: “En eso quedamos, sale, aquí los espero”. Partieron y me quedé solo en la casa. Los vi alejarse desde mi balcón calle abajo, y me quedé pensando…. Me doy un baño y a reposar mientras regresan.

Pero antes que tal si recojo un poco la casa. Me dije a mí mismo. La casa que había quedado como un verdadero campo de batalla. Montones de basura por todos lados, botellas a medio llenar, pedazos de leña carbonizados, la ropa de mi mujer tirada por el piso, ceniceros atascados de colillas, mugre, tizne…. un completo despapaye. Yo soy de buenos hábitos y me gusta la limpieza, no iba a estar completamente tranquilo hasta no poner en orden el hábitat. Secar, barrer, acomodar, poner los discos en su lugar, recoger la ropa, etc., etc., mucho quehacer, demasiado, y yo tengo una hueva terrible, ojalá tuviera un “pasesito”, un par de líneas, energía instantánea que me activara.

Como un flashazo recordé cómo nos habíamos puesto la noche anterior, cuando nos metimos los aceites y cómo habíamos pasado del cansancio, del agotamiento, a la euforia, al “acelere”.

“Ahorita verás” recordando que tenía un cuarto pedazo de LSD, me dije a mi mismo, con esto me acelero y agarro patín. Y me dirigí hacia donde había quedado el espejo, en cuya superficie brillaba la miquita azulosa, que parecía decirme como en la historia de Alicia en el País de las Maravillas: “cómeme”.

Sin pensarlo más, tomé el pequeño pedazo, lo deposité en mi boca y me lo empujé con el trago de cerveza que quedaba en la botella, me subí a la terraza y me eché sobre una hamaca, tratando de descansar un rato mientras me prendía y me llegaba la inyección de energía que, según yo, me permitiría realizar con premura mis labores domésticas.

Cerré los ojos y me quedé pensando: me acelero y de volada limpio este desmadre, para cuando regresen estos monos yo ya tengo este cantón decente y yo los voy a estar esperando listo para irnos a la playa a descansar, a bajarle. Hay que pararle por un tiempo, le hemos estado dando muy duro y ya se empieza a resentir el organismo. Ya se acabaron las fiestas decembrinas y hay que trabajar, poner nuevas canciones, ensayar. Me seguía adentrando con mi pensamiento cada vez más profundamente. El efecto del LSD se hacía sentir nuevamente, esta vez con más potencia. La iluminosidad a inundar mi cerebro, cada vez con más amplitud, llegando a las regiones más oscuras de mi mente. Viajando a velocidades de años luz hacia lo más profundo del cortex del cerebro, en donde se alberga mi memoria inmediata. Sucediéndose simultáneamente escenas del pasado, del presente, del futuro…

Un estado alterado II Segunda Parte

SINOPSIS

“Me seguía adentrando con mis pensamientos más profundamente. El efecto del LSD se hacía sentir nuevamente, cada vez con más potencia: la luminosidad inundaba mi cerebro, esta vez con más amplitud, llegando a las regiones más obscuras de mi mente…”

Viajando a velocidades de años luz hacia lo más profundo del Cortex sensorial del cerebro, en donde se analizan los impulsos sensoriales de todo el cuerpo y se memorizan. Ahí donde se forman las imágenes de la mente de la historia personal, sucediéndose simultáneamente escenas del pasado, del presente, del futuro…

La película de toda mi vida proyectándose en mi cerebro. Miles de rostros de personas, de escenas, escenarios, lugares…. secuencias de imágenes reproduciéndose con una claridad, como si fueran reales. Así es como funciona la realidad virtual en la mente. Dando comienzo a una regresión, transportándome al pasado.

Cuando era niño travieso y me caía golpeándome la cabeza…. más atrás cuando era un bebé temeroso llorando… más atrás todavía antes de nacer, interpolándose escenas que mi madre vivió… de un México de principios de siglo… escenas que vivió su padre –mi abuelo-, cuya historia va más atrás. Mi abuelo, un gran músico…. Mi primera infancia llena de notas musicales, una gran herencia de talento, de sensibilidad.

Por el lado de mi padre –quien fue ferrocarrilero-; escenas de trenes llenas de soldados durante la Revolución: las máquinas, los cabuces, el ferrocarril deslizándose por las grandes llanuras del norte del país. Mi abuela paterna –mamá Toñita-, indita “de a tiro”, contándome otro montón de historias de los indios de Zacatecas, los Chichimecas. Las raíces de mi árbol genealógico, todas en Zacatecas…

De lo que estoy compuesto, de mis genes. Mi herencia genética. Un recorrido completo hasta mis orígenes: el momento de la fecundación. El trayecto del espermatozoide para encontrarse con el óvulo. La formación de mi feto. Las paredes de la matriz, mi casa por nueve meses….

El alumbramiento… Entonces entendí por qué el nacer es equivalente a dar a luz. Y llorar es una prueba de que nos lastima la luz al nacer. Nos lastiman los jalones del parto. Nos duele dejar la comodidad que gozamos todos esos meses, flotando en el líquido amniótico, en la seguridad de la matriz, en lo oscurito… sin ver luz…, a salvo.

Después del alumbramiento, el primer contacto externo con mi madre. El refugio de sus brazos. Su pecho, fuente de alimento… reconocer el sonido de su voz, reconfortándome… el brillo de sus ojos llenos de ternura… de amor.

En veloz recorrido por la lactancia hacia la infancia, la adolescencia…. La juventud. Los primeros estímulos al cerebro intencionados. Las primeras borracheras… los primeros “pasones”. Mi paso por la Universidad… Mis primeras experiencias con drogas… Mi descubrimiento de la adrenalina, de las endorfinas, de los opiáceos del cuerpo.

Viviendo cada vez más intensamente los momentos dramáticos, emocionantes. El amor, la mujer de mis sueños. Mi matrimonio.

La pérdida de mi hijo. El dolor, la ruptura…. El divorcio. Luego, la separación, la soledad.

Acercándome al presente, con todas esas escenas más recientes del último año. Hasta esta mañana y todo lo que vivimos la noche anterior cuando nos metimos LSD, y de ahí en adelante por todo lo que estoy pasando desde que me metí en el “búster”.

A partir de ese instante, proyectándome hacia el futuro. Viajando en cápsula por el espacio mental, a través del microcosmos: galaxias, planetas, cometas, millones de partículas luminosas. Todo en mi cerebro es luminosidad.

DESCUBRO EL FUEGO INTERIOR… El regalo del Águila, el dios genético es como un sol, una gran fuente de luz, de sabiduría. Resplandece con tanta brillantes que empieza a lastimar las retinas de mis ojos, que se sienten como brasas.

Herido por ese resplandor que inunda mi cerebro como una explosión, trato de despertar, de volver a la realidad, de abrir los ojos que he mantenido fuertemente cerrados durante este lapso de tiempo que se me ha hecho eterno.

¡Quiero despertar!, Dar por terminado este viaje que ahora me lleva por el sendero del dolor, del sufrimiento… ¡¡Me quiero bajar!! Ya no quiero ver más visiones… no más luminosidad, no más fuego interior… me estoy quemando por dentro, se me están carcomiendo los sentidos, ¡me estoy desintegrando! ¡Tengo miedo!… mucho miedo. Temor… empiezo a perder el control…, demasiado alterado… ¡Oh Dios, ayúdame! Me quiero bajar, “¡Me quiero bajar!”, grito con desesperación…. Ya no quiero ver más esa luz. Y con los ojos cerrados la sigo viendo… Me duelen tanto los ojos que quisiera quedarme ciego. Quisiera cerrarlos para siempre… Grito más fuerte: ¡Me quiero morir! Lo único que me queda es el suicidio. Terminar con todo de una vez y para siempre…

Empiezo a llorar. Las lágrimas se sienten como gotas de aceite hirviendo, como ácido sulfúrico, siento como laceran mis pupilas… cómo se escurren por mis mejillas, formando un surco de irritación que quema mi epidermis.

Haciendo un gran esfuerzo trato de levantarme de la hamaca. ¡Arrojarme al vacío!… la única salida es LA MUERTE.

INTENTO REGRESAR…

Es cerca del mediodía y el sol cae a plomo sobre la azotea, los rayos del sol son unos cuchillos brillantes de luz que penetran mis sentidos y lastiman mi vista. Es una tortura, un verdadero suplicio. Me cubro la cara con las manos y cierro los ojos apretándolos, y aún así sigo viendo ese resplandor.

Intento levantarme nuevamente de la hamaca, el movimiento es tan fuera de control y desesperado que termino cayéndome, golpeándome la cabeza en la caída. El impacto en el suelo me priva momentáneamente del conocimiento. El desmayo provoca un cortocircuito y un apagón. Mi mente se queda a oscuras. A lo lejos oigo la voz de mi instinto de conservación: ¡sobrevive, sobrevive…! tienes que sobrevivir, ayúdate, tienes que salir de aquí. Lejos de los rayos del sol… Vete abajo, a la recámara, métete en un closet…. al lugar más oscuro de la casa. Como puedas, pero tienes que bajarte si quieres sobrevivir.

LA MUERTE CHIQUITA

Dando tropezones, con los ojos cegados por las lagañas, caminando de rodillas, llego hasta la puerta y me impulso hacia la empinada escalera… El impulso es tan violento y lleno de desesperación, que me golpeo fuertemente en la cabeza, al no poder agacharme para franquear el pequeño marco, del golpe en la frente se empieza a formar un gran “chichón”, del que escurre sangre. Pierdo el conocimiento, en la oscuridad de mi mente alcanzo a oír la voz del instinto de conservación, se oye difusa, como si viniera de muy lejos. “Eso que te está pasando es por el ácido, lo que sientes es pasajero… ¡Tienes que seguir hacia abajo!”.

Arrastrándome empiezo a rodar escalera abajo, en el último tramo, el más empinado, me proyecto con fuerza contra la pared y termino de bruces, tirado en el suelo del baño… ¡me golpeo por segunda vez la cabeza!, pierdo el conocimiento, esta vez me desconecto totalmente. De repente ya no siento dolor. Mi cuerpo está entumecido, insensible (las endorfinas se hacen presentes y actúan sobre las zonas del dolor. Empieza a cesar el sufrimiento, la angustia que se percibe con las experiencias cercanas a la muerte). La muerte, “la muerte chiquita” nada más está sucediendo en mi imaginación, consecuencia del LSD.

Me cuesta trabajo respirar… siento cómo me baja la presión, me siento frío, helado, sudando frío… titiritando. Me sigue bajando la presión… me falta el aire… siento como si me estuviera ahogando… me estoy poniendo morado, tiemblo de pies a cabeza.

Empapado de sudor, las gotas que me escurren por el cuerpo forman un charco a mis pies, me siento tan frío que las palmas de mis manos y las plantas de mis pies son unos témpanos de hielo.

Enfrente de mí, en una de las paredes del baño, un gran espejo de cuerpo entero refleja mi imagen. Estoy tirado en el suelo, enrollado en posición fetal, sacudiéndome, convulsionándome por la falta de aire. Siento los jaloneos de la muerte. “Real o ficticia, yo le peleo”.

En ese momento, abro los ojos que habían permanecido fuertemente cerrados, inevitablemente vuelvo la cabeza hacia el espejo y veo mi imagen reflejada.

Esa visión me impresiona grandemente. Pues no soy yo lo que se refleja en el espejo. “Es un muerto”, mi cabeza es como una calavera, como si fuera transparente, como si no tuviera piel…

Por una de las oquedades de los ojos empiezo a penetrar al interior de mi cuerpo, inicio un nuevo “viaje”. A medida que voy penetrando más intensamente me empiezo a dar cuenta del estado en que se encuentra mi organismo. Cuantos de mis órganos vitales están ya sumamente dañados por el abuso: “Daños irreversibles”. Lo que ya está muerto tiene un color negruzco, empezando por el hígado, que ya está casi cristalizado por la cirrosis, para llegar al estómago que es una cloaca de “comida chatarra”, lleno de úlceras, de tumores, pasando enseguida a los pulmones, llenos de humo de tanto cigarro, a unos pasos del cáncer.

Este viaje por mi interior es increíble: me estoy viendo tan dentro de mi, que puedo llegar a las células, a los glóbulos rojos. Puedo ver las células muertas y como se mueren las que ya están contaminadas. Todo en mi cuerpo es podredumbre, mortandad, es tan real lo que estoy sintiendo que hiede a descomposición, es repulsivo…. Tan repulsivo que me hace vomitar. Me convulsiono doblándome, arrojando por la boca borbollones de bilis, revuelta con toda clase de líquidos viscosos y turbios. Es un río de vómito… me estoy vaciando… siento que el estómago se me está volteando al revés, es tan irritante que empiezo a vomitar sangre. No puedo dominar el vómito, las convulsiones son cada vez más fuertes… no puedo respirar, vomito tan fuerte que mi cabeza se pone morada al agolpárseme la sangre. Siento que se me puede romper una vena del cerebro, que me va a dar una embolia… Me empiezo a poner pálido, cada vez me cuesta más trabajo respirar. Siento que voy a perder el conocimiento… ¡me estoy yendo!.

Todo parece detenerse. Ahora sí es el final… toqué fondo. Siento como si flotara en una luminosidad azul. Mi cuerpo astral se empieza a desprender de mi cuerpo físico… ¿Será esta la muerte? ¿Estoy muerto? ¿Estoy pasando a mejor vida? Si es así, este viaje sí es maravilloso, me lleva a un espacio en donde no existe el dolor ni el sufrimiento. Aquí me quiero quedar, aquí está tranquilo… el éxtasis… la paz eterna… estoy trascendiendo de nivel… estoy trascendiendo… ¡¡Estoy trascendiendo!!.

VUELTA A LA VIDA (LA REALIDAD)

¡Toc, toc, toc! Están tocando la puerta de enfrente, la que comunica con el exterior. Oigo los toquidos muy lejanos, como entre sueños. Los golpes en la puerta cada vez más cercanos terminan por despertarme, empiezan a sacarme de la inconsciencia, de ese espacio mental entre el sueño y el despertar. La habitación donde me encuentro está en penumbras, me cuesta trabajo adaptarme a la oscuridad. Una vez que lo logro, recorro con mi vista la habitación, se me hace familiar: es mi recámara y estoy acostado en mi cama: Me siento limpio y recién bañado, con ropa seca. La casa está limpia, en orden, como si no hubiera pasado nada. ¿Quién lavó el baño que quedó convertido en chiquero, con todo el vómito regado por el piso? ¿Quién me bañó, me puso ropa limpia y seca y me acostó en mi cama?

Sólo puedo pensar que lo hizo un ángel, “el ángel de la guarda”. El que nos cuida por encargo de Dios. El que nos acompaña todo el tiempo, y vela por nosotros mientras estamos dormidos. El que me mandó a mis compañeros de parranda que ya están aquí para auxiliarme y que están tocando la puerta para que les abra.

Nuevamente se oyen los toquidos en la puerta, esta vez más fuerte. Tengo que levantarme y abrirles para que puedan entrar… Dios mío, estoy tan débil, no tengo energía ni para incorporarme.

Los toquidos en la puerta cesan… ya se fueron… mis amigos. Al no tener respuesta pensaron que no estaba yo en casa y ya se fueron. ¿Qué voy a hacer? ¡Ellos son mi única oportunidad de ayuda… yo necesito atención inmediata! No estoy nada bien, me siento todo golpeado, como si me hubieran atropellado y un doctor tiene que venir a verme para que me aliviane.

¡Dios mío, dame fuerzas… me tengo que levantar!

“Voy… ¡ahí voy!… ahorita les abro”. Quiero gritar pero de mi garganta enronquecida, irritada, sólo salen sonidos guturales. Con grandes dificultades logro levantarme de la cama y arrastrándome, atravieso la sala y finalmente abro la puerta de la entrada…

¡Ahí están mis dos compañeros, relucientes como nuevos! En traje de baño, cuerpos enaceitados, cerveza en mano. Vienen por mi para irnos a la playa como habíamos quedado. Sorprendidos, asustados por verme tan pálido y demacrado, sin decir una palabra me llevan nuevamente a la cama, y se encargan de todo a partir de ese momento.

CONCLUSIÓN

Vino un doctor amigo nuestro (el doctor de los macizos) que sabía cómo manejar estos casos especiales de crisis (malos viajes, sobredosis, pasones, crudas y hasta delirium tremens.

Me recetó unos calmantes, me inyectó unas vitaminas y en el acto unos valium como para caballo. Me noquearon inmediatamente…

Dormí por 36 horas seguidas. El reposo es la mejor medicina. Sumido totalmente en la inconsciencia. Recuperándome en estado de hibernación.

Cuando desperté me sentí como nuevo, como si hubiera vuelto a nacer. Atrás había quedado una etapa de mi vida. “Yo tenía una personalidad antes del viaje, un estilo de vida muy liberal. Después del viaje soy otro yo. Libre de ataduras, firmemente en el sendero de la verdad, y en la búsqueda de la alta conciencia. Con una nueva oportunidad de vivir”.

EPÍLOGO

Escribir esta historia, de la que fui protagonista, me permitió viajar nuevamente a través de los recuerdos que dejaron esa huella imborrable. Esa experiencia que transformó mi vida y propició un cambio en mi actitud, en mi manera de pensar, me ayudó a conocerme mejor.

 

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UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE

Las cosas que le pasan a uno y que se convierten en historias.

El día 6 de mayo de este 2006 sabado. Ya oscureciendo al remover una madera vieja, me picó un alacrán. Esta fue la primera vez en mi vida que sufro un piquete. Aquí en este pueblo en donde vivo es cosa de todos los dias las picaduras de alacrán pues abundan y tienen fama de malos, muy venenosos.

Mas en estos dias tan calientes de mayo en que el calor los forza a salir de sus escondrijos, brotan en donde menos esperas encontrarlos, ya sea en el suelo porque se caen del techo de teja y lamina en donde les gusta anidar o como a ese desgraciado que me picó a mi, en la madera vieja, podrida. “como si no supiera que por alli andan”. Tan listo, previsor, cuidadoso, como presumo ser tuve que meter las manotas sin ninguna precaución en una pila de palos viejos. Necesitaba unos cuantos para asegurar un alambrado, que puse para proteger un jardincito de los animales. En el cual tengo trabajando un par de meses con cariño y determinación.

Es mi primer jardín y estoy aferrado en lograrlo. Como un ritual lo riego todos los dias al atardecer para que aproveche mejor el agua, a las primeras bugambilias les intercale unas copas de oro y unos obeliscos y ya todos los coditos empezaron a echar botones a retoñar. En un rincón en donde se anega más el agua, tengo plantitas del campo que dan florecitas chiquitas muy rojas y que se agarraron como en su casa, unas medicinales como la savila y una bruja. Tengo mis orquídeas de esas que enraízan en los árboles, floreando desde que las trajeron son una chulada. Con todas la regadas ya renació el pastito. Reverdece mi jardín, ya se empieza a ver bonito y ahora que empiecen las lluvias se va a ver más todavía. Ya siento que lo quiero, tenerlo le ha dado una nueva dimensión a mi vida. Ver crecer los que plantaste, establecer un lazo de honor, de lealtad con las plantítas que ahora dependen de ti. Por eso no he dejado de regarlas ni un solo día, son mis hijas, quiero que crezcan, floreen y se reproduzcan.

“Tener un hijo, escribir un libro plantar un árbol” son los máximos objetivos a alcanzar por un hombre para realizarse en el curso de una vida. No tengo hijos y pienso que ya es muy tarde la paternidad para mí a los 67 años. Dios me dio el don de la escritura y me las he arreglado para publicar varios libritos y un periódico que me permitió dar a conocer lo que he escrito.

“Escribir un libro” misión cumplida. Nada más me faltaba “Plantar un árbol”. Tener un jardín no es fácil. Hay que empezar desde abajo, trabajar  duro y constante para que las varitas que sembraste se logren y se conviertan en arbustos. Hay que tenerles fe “La buena mano” es atenderlas, podarlas a su tiempo y que no les falte el agua protegerlas. Para eso les puse el alambre de púas alrededor, improvisado, insuficiente. Detuvo por unos días  a las vacas de la ordeña vecina que atraídas por el pasto verde de pronto ya andaban metiendo la cabeza en el jardín y con los cuernos derribaron la precaria protección. Para cuando me di cuenta, ya estaban adentro triturando el pastito verde y pisoteando los retoños.

Tragedia. Mi jardín destrozado. Me dio tanto coraje que quería matar a esa vaca cabrona, dañera, como la odié. Tristeza. Impotencia de ver mi jardín perdido, tanto trabajo para nada. Junto con el pastito, trillaron todo lo que tenia hojas, la mas adelantada de las bugambilias la dejaron pelona como yo, igual le paso a una orquídea, un arbustito de Nancy corrió la misma suerte y para rematar hasta la bruja arrancaron de raíz, ojala les cause indigestión… Después de que se me paso el coraje, resignado a empezar de nuevo me dispuse a revisar los daños. Gracias a Dios algunas plantitas podrían ser restauradas, replantadas. Había esperanza de que se recuperaran la mayoría. Manos a la obra. Con cuidado, con cariño atender una por una, restañar sus heridas. Después de trabajar en el jardincito media mañana, de reacomodarlas, reparar los bordos de la acequia con que se riegan, echarles agua, casi de inmediato mostraron señales de recuperación. La naturaleza es maravillosa, mi jardín estaba salvado… pero no a salvo.

II

Lejos de estar a salvo, el alambre de púas por donde se había metido la vaca, permanecía tirado en el suelo. Nada más tres tristes postes en pie. Si de veras quería poner a salvo mi jardín, lo primero que hacer: era protegerlo adecuadamente. Poner más postes, más alambre de púas, estirarlo bien para no darle ninguna oportunidad a las vacas de siquiera meter la cabeza entre los hilos para llegarle al pastito. Nada más con eso en mente me puse a trabajar de inmediato, con lo que tenía a la mano. De una pila de madera vieja, y laminas de cartón, sobrantes inservibles de cuando hicimos el tejaban que cubre mi trailer y que eventualmente pensaba quemar, porque ya sabíamos que estaba infestado de alacranes. Aferrado en encontrar el que me pudiera servir sin ninguna precaución metí la mano entre la madera y entresaque uno de los palos viejos, no estaba tan podrido y podría aguantar una vez mas el reciclaje. Lo acomode en su lugar en la cerca y me regrese al montón de palos para localizar los otros dos que me hacían falta. Encontrarlos, no fue tan fácil como el primero. Ya que lo que quedaba, eran desechos que no servían para nada. Pero yo, necio, sin medir el peligro, metí la mano entre la madera por segunda vez y entre los maderos que estaban mas al fondo agarré los dos que me podían servir. Lleve el segundo y lo coloqué en la cerca, estaba más viejo y podrido que el primero, pero rollizo y se me hizo que todavía aguantaba. Lleve el tercero al lugar donde tenia intención de ponerlo entreverado entre los hilos de alambre de púas. Un trozo de viga bastante macizo, poco podrido se veía limpio. Con toda confianza lo levante del suelo y lo acomodé en el cerco, no quedo muy bien, no se podía sostener, en uno de sus extremos carcomido y disparejo, había que voltearlo, al hacerlo lo tuve que recorrer con mis manos de punta a punta, palpándolo… “La tercera es la vencida”. Ya casi al final del recorrido… Sentí el fuerte piquete del alacrán inyectándome con su poderoso  veneno en uno de los dedos de la mano izquierda. Un dolor intenso como si me hubieran quemado con una braza ardiente, entumecedor, aturdidor, profundo, avanzando rápidamente por todo el brazo.

Concientemente… inconcientemente… casi a propósito andaba buscando que me picara el alacrán, la experiencia cercana a la muerte. Finalmente lo había logrado… nunca lo vi., y después de que me pico, me sentía tan confuso y aturdido por el dolor del piquete, que no coordinaba bien y aunque quise buscarlo, para ver su tamaño y peligrosidad y matarlo… mi única reacción, fue la de supervivencia. Tranquilo, me dije a mi mismo. Aunque ya empezaba a sudar copiosamente. El veneno del piquete avanzando por mi brazo como un hormigueo. No necesite verlo. Sin lugar a dudas era un alacrán. Y ahora que vas ha hacer… lo primero, es mantener la calma ya que entre mas te exitas, mas rápido avanza el veneno. Por ahí había leído entre los consejos que te dan en caso de piquete de alacrán o mordedura de víbora, ponerte un poco de lodo en el piquete y trasladarte lo más rápido posible al centro de salud para que te inyecten el suero antialacran y encomendarte a Dios.

En el camino hacia el centro de salud, montado en mi bicicleta rodando lentamente con mucho cuidado para no caerme en la bajada. Diferentes pensamientos me asaltaban mientras sentía como el veneno del alacrán avanzaba alcanzando el codo. Entumecidos los dedos de la mano que ya no sujetaban el manubrio de la bicicleta. Dicen que cuando te llega al cuello sientes como que te asfixias, se te cierra la garganta y no puedes respirar !Ojala no me pase a mi¡ y que no me impida llegar al centro de salud. Y si me toca la mala suerte y siento que voy a perder el conocimiento cayéndome de la bicicleta que el golpe sea leve y no me rompa ningún hueso pa’ acabarla de amolar.

Concentrado en las sensaciones que me producía el piquete (es como un viaje de LSD o de peyote) buscando contrarrestar el efecto del veneno con el poder de mi mente casi sin darme cuenta llegue al crucero, la carretera, ya mero la libro. Si me caigo por aquí, seguro  que alguien me ve y me puede auxiliar llevándome al centro de salud… has un esfuerzo… solo unas cuadritas más… ya estas aquí… ándale… ya la hiciste, pronto te van a atender gracias a Dios

III

Un gran alivio sentí al llegar al centro de salud y todavía más cuando vi “Ángeles” ( ¿de la guardia?, los del cielo que te reciben cuando vas a morir?) No, asi se llama la doctora

Que en ese momento cubría su turno y a la que le iba tocar atenderme. Una excelente doctora a quien yo  conocía con anterioridad. Nada más con verla me sentí reconfortado. Seguro que ella me iba a alivianar estaba en buenas manos.

Me llevó a su consultorio, me revisó, y nos sentamos a platicar. Me hizo las preguntas pertinentes sobre el piquete. De que si había visto al alacrán. Cuanto tiempo había pasado desde que me picó. Cuales fueron mis primeras reacciones. Hasta donde llegaba el hormigueo que sentía en mi brazo a medida que avanzaba el veneno. Después de que le conteste, ya más tranquilo, me tomó la presión. Me dijo que me iba a poner en observación por unos treinta minutos, para ver que sucedía y decidir que clase de suero antialacran me iba a aplicar según el caso.

Durante la espera, para hacerme ver que mi piquete no era tan grave y que no me preocupara. Me explico que realmente había corrido con suerte y no me había puesto tan mal como otros casos, en que los picados corren peligro de muerte (hay quien se llega a morir de un piquete de alacrán o a consecuencias del mismo). Para tranquilizarme todavía más me refirió algunos casos, de los más difíciles que había atendido durante su diaria experiencia en el centro de salud y algunos otros que me ha contado la gente. Ya que a todos los que les platiqué de mi piquete, por lo menos los han “alacranado” una vez en su vida.

Uno de los más impresionantes de los que recuerda la doctora. Fue el de un señor de mediana edad, que acomodando un lienzo en un potrero fue picado varias veces `por uno o mas alacranes. Para cuando lo llevaron al centro de salud, ya había transcurrido más de una hora. Su rancho está alejado, en lo solo. Llego casi muerto, echando espuma por la boca, una baba amarillenta que expulsaba con espasmos que le recorrían todo el cuerpo… los labios morados, resollando… le costaba trabajo respirar, se estaba asfixiando, nada más por su juventud y fortaleza (hombre de campo y treintaicinco años) estaba resistiendo. Si esos piquetes le hubieran tocado a un niño o a un anciano, seguro ya estarían muertos.

Después de ver el estado de gravedad del pobre hombre, inmediatamente le inyectaron una fuerte dosis de suero antialacrán a ver como reaccionaba, no le hizo nada, cero, no hubo reacción seguía igual o empeorando. Se decidió ponerle una dosis más antes de enviarlo a Vallarta al regional. A ver si allá podían hacerle algo más para salvarle la vida. Mientras la familia iba por el taxi para llevarlo al puerto, la doctora le puso una tercer dosis y casi imperceptiblemente empezó a reaccionar… el contraveneno estaba actuando ganado la guerra por la supervivencia. Otras dos dosis más lo estabilizaron. Milagrosamente se había salvado, con cinco inyecciones volvió a nacer. Afortunadamente, llegó al centro de salud  a tiempo. Otros, no tienen la misma suerte. Algunos alcanzan a curarse con los remedios caseros que si se aplican a tiempo, son muy efectivos y pueden salvar vidas. Como abrir la herida con una navaja chupar la sangre y escupirla, untarse en el piquete veneno concentrado de coralillo o cascabel, pidiendole a Diosito que contrarreste el efecto mortal.

Por junto o por separado lo que le pasó a ese señor, les pasa a todos los “alacranados” a mayor o menor grado, todos lo recuerdan perfectamente “Es una experiencia inolvidable”.

Con esa conversación tan interesante de la doctora la media hora de observación pasó volando. Parecía que estando más en calma el veneno avanzaba más lentamente. El dedo, la mano, donde me picó el alacrán sintiendo un dolor intenso, pero a la vez entumecidos. Cuando el hormigueo ya pasaba del codo decidió que era el tiempo de aplicarme el suero antialacrán. Una inyeccioncita en la vena del brazo contrario, que la verdad ni me dolió. El efecto del contraveneno fue inmediato al instante sentí como el hormigueo en mi brazo empezaba a retroceder. Veneno contra veneno, siempre gana el más poderoso.

La acertada intervención de Ángeles (la doctora) surtía su efecto el piquete estaba contenido, estable. Expidió una receta, un analgésico para el dolor que me advirtió me iba a durar un par de semanas. Decidí no tomarlo y buscar controlarlo con mi mente ¡ya lo tengo, ahora hay que gozarlo¡

Me despedí de la doctora agradecido por las atenciones recibidas. Tomé mi bicicleta y me dirigí a mi casa, para darme un baño, cenar leve y meditar, sobre lo ocurrido ese seis de mayo del 2006 a veintiún años un día de la muerte de mi Madre.

EPILOGO

 

 

 

Cavilar……meditar……. ¿que tiene que ver un piquete de alacrán con la fecha del aniversario de la muerte de mi madre?

Fuera uno más de los que suceden a diario. Estadística solo, que me sucedió a mí, por primera vez en mi vida  y precisamente alrededor de esa fecha 5 de mayo. Conciente……inconscientemente; la tercera es la vencida. A propósito  quería que me picara el alacrán, experimentar dolor, sufrimiento. La angustia de la cercanía a la muerte. Como nunca me había picado ninguno yo presentía que el día que eso sucediera, el veneno iba a acabar con mi vida. Tal vez darme la oportunidad de reunirme con mi madre finalmente. Yo que la quise mucho, demasiado, tanto que su partida, dejó un gran hueco en mi vida. Pues mi relación con ella fue muy cercana muy íntima.  Mi madre era mi adoración y la recuerdo profundamente. Hay ocasiones en que la añoro a tal grado que ya quisiera estar a su lado juntos para siempre y cada año alrededor de esta fecha oigo su llamado. Como coincidencia puedo decir que las muertes recientes de mis hermanos han ocurrido alrededor de esta fecha y ese llamado estoy seguro que en un tiempo lo sentimos todos sus hijos. En algunos años, los nones la sensación del llamado es tan intensa, que puede mas que mi instinto de conservación y me invade una depresión tan grande que me quisiera morir. Dejo de comer, sin deseos de vivir, me enfermo y me asalta el pensamiento trágico. De ya para qué, lo mejor sería morirme de una vez por todas.

Pasa el tiempo y gracias a Dios, salgo de la depresión, la supero y poco a poco  recupero mi vida normal. Todavía no es mi turno, me digo a mi mismo. No te acobardes hay que luchar tienes mucho por hacer, escribir, dejar tu mensaje, asimilar la experiencia, amar a la vida.

En síntesis: esa es la relación, de este piquete de alacrán que lo hace único, con el aniversario de la muerte de mi madre hace 21 años. Ocurrido un 5 de mayo de 1985 en ciudad de México………………………………………………………..

Año del temblor…………….para los que lo vivieron sin duda fue otra experiencia inolvidable.

 

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UNA HISTORIA TRÁGICA

Esta es una historia que puede acontecer en el seno de cualquier  familia, cuando la imposibilidad o la impotencia de dar fin a una situación que ya no tiene remedio, permite que los familiares lleven a la agonía extrema a un ser querido.

  • Tío, ¿es cierto qué tu tenias un amigo que estuvo paralizado del cuello para abajo como consecuencia de un accidente, durante casi un año, antes de pasar a mejor vida?   Cuéntame que paso, yo sé que es una historia muy triste, porque a pesar de que lo querían mucho, le prolongaron la vida, en contra de su voluntad, y permitieron que llegara  a la agonía extrema. ¿Es posible que le puedas hacer eso a un hermano?, ¿a un hijo?
  • Lo que paso con mi amigo Jesús te hace cavilar en como la .forma de pensar de los familiares y de los amigos va cambiando a medida de que pasa el tiempo, sin quererlo;  o tal vez de una manera consciente le niegan el derecho a una persona enferma y sin remedio de tener una muerte “feliz”, una muerte “digna”.
  • Tío, ¿qué significa tener una muerte feliz? ¿Tu crees que sea posible eso?
  • Tener una muerte feliz es tener una muerte instantánea, sin dolor ni sufrimiento. Y te lo digo con tristeza, esa no fue la clase de muerte que tuvo mi amigo; morir pacíficamente durante el sueño, dormirte y no despertar. Morir sin angustia, sin temor a la muerte, nada mas aceptándola como un paso a la mejor vida. Eso es una muerte digna.
  • Tío ¿qué fue lo que paso realmente?, ¿cómo sucedió la desgracia?
  • Un accidente desafortunado, que nadie espera que le pase a esa persona tan querida, tan estimada, porque además, lo sufre quien menos lo merece.
  • Tío ¿por qué dices que le sucede  a quien menos lo merece?
  • Tener un percance como ese, es como sufrir una condena; verte prisionero de una cama, en cadena perpetua hasta la muerte. Un suplicio, un castigo que solo deberían sufrir los criminales, pero que siempre les toca a las personas más nobles, o a la gente más buena, tal vez sea la última prueba de dios, antes de entrégales la gloria, el descanso infinito.
  • ¿Crees en la gloria? Tío, ¿piensas que hay otra vida después de esta?
  • Una vida feliz y eterna, es lo que me enseñaron a creer en la iglesia católica, que te premia con el cielo si fuiste bueno, y si fuiste malo te castiga  con el infierno. Premio o castigo, es igual en casi todas las religiones, que prometen gloria y honor como recompensa al valor en el momento de morir.
  • Yo, por mi parte aunque naci y crecí católico, me baso en mis propias experiencias para afirmar  que tanto gloria como infierno están programados para que se realicen en el transcurso de una vida, y cuando esta se acaba, se acaba todo.
  • Quieres decir que para ti no hay nada después de que ocurre la muerte de un ser humano. ¿A dónde va el alma?, ¿el espíritu?; ¿qué pasa entonces con el cielo y con el infierno, y con el “karma”?
  • Presiento que todos lo experimentamos en este mundo, tarde o temprano…pero ya nos estamos desviando de nuestra historia; déjame que te cuente lo que paso con mi amigo Jesús. Tal vez eso responda algunas de tus preguntas.

Mi amigo Jesús estaba en la plenitud de su vida cuando la tragedia sacudió a su familia. Tendría unos 25,  tal vez 26 años; alto, complexión atlética, bien parecido, perteneciente a una de las familias más tradicionales del puerto, conocido y apreciado por todo el mundo, muy popular y con muchos amigos.

Desde que lo conocí, me dio la impresión de que tenía algo especial, una cualidad que lo distinguía de los demás jóvenes, una sensibilidad extraordinaria, que se requiere para trascender a otros planos de espiritualidad, y que una vez adquirida, te coloca por encima de la gente común, porque ya se ha manifestado en ti, el elemento divino, y ya está consciente de su presencia.

El conocimiento de este elemento divino dentro de sí mismo, lo había transformado poco a poco. En los seis meses anteriores al accidente. Le empecé a notar un cambio, después de que tomo un potente viaje de LSD. Me atrevo a sostener que esa sustancia contribuyo  para que pudiera distinguir dentro de sí mismo a ese ser superior, nuestro “Dios genético”

Por mi parte, pude comprobar su efectividad antes de que Jesús falleciera, ya que por azahares del  destino, dos capsulas de “LSD” vinieron a caer en mis manos –el me las dio- y te juro sobrino, que también contribuyeron a transformar mi vida.

Después de esa experiencia, Jesús decidió limpiar su cuerpo de impurezas: se volvió vegetariano; crudivoro, renuncio a las drogas, al alcohol, al sexo. Decía con convicción: él cuerpo es el templo del alma y para que el alma pueda morar feliz en ese templo, ese templo tiene que mantenerse libre de impurezas”.

Vivía humildemente, como un asceta, renunciado de todas las comodidades, dormía en cama dura y ayunaba  constantemente.

Poco tiempo después, se ausentó del puerto por un mes, en una visita a un famoso centro naturista en el Grullo, Jalisco.

Durante ese tiempo estudio los métodos que se utilizaban para curar enfermos, sabía reconocer las enfermedades nada más con mirar los ojos “iridologia”, y ponía en práctica los mismos tratamientos que tan efectivamente se usaban en el centro naturista.

Llego a conocer tan bien la medicina naturista, que desarrollo poderes curativos; y enfermos que lo consultaban, porque según los médicos alópatas  “ya no tenían remedio”, con sus tratamientos naturistas, milagrosamente se recuperaron.

Para culminar su trayectoria ascendente y terminar de limpiar el cuerpo, su dieta consistía en solo naranjas. Empezó a  adelgazar y se dejo crecer barba y pelo (la transformación había terminado).

O más bien: “había comenzado” o  “culminando en los últimos seis meses”.

Con ello, sus ojos adquirieron una brillantez que yo no le había notado antes, y que no he vuelto a ver en los ojos de ningún otro ser humano.

Tuve la fortuna de que fuera mi amigo. Nos queríamos, nos conocíamos, nos respetábamos, era como mi hermano, mi maestro. Aprendí mucho observándolo. Era muy interesante lo que le estaba sucediendo, y yo  testificaba al verlo acercarse a la perfección, todos los cambios físicos y mentales que se estaban dando en él.

En tiempo de lluvias, lo ríos que bajan de la sierra, en las primeras crecientes aumentan sus caudales con agua coloradosa de arena  tierra. Y en las cascadas del rio de los Horcones, que se desbaratan contra las piedras en las Juntas y Los Veranos. También se forman unos charcos especiales para echar clavados y nadar. En tiempo de “secas es fácil distinguir el fondo del rio porque el agua es transparente. Los jóvenes del puerto cuando se dirigían a ese paradisiaco lugar y competían para ver quien ejecutaba el mejor clavado”.

Esa desafortunada tarde de verano el agua coloradosa y turbia impedía ver el fondo del arroyo; aparentemente el nivel era el apropiado para lanzarse un clavado. Así lo juzgó Jesús. Hacia calorcito, el agua invitaba a refrescarse en ella. Sin pensarlo más, se despojo de sus ropas y con agilidad se trepo a una roca y alta que hacía las veces de trampolín.

Llamo la atención del grupo de amigos y amigas que lo acompañaban y se arrojo al agua de cabeza, haciendo un “Cristo” en el aire, su cuerpo desapareció entre las oscuras ondas.

Tardo para emerger unos segundos que se hicieron eternos….

La preocupación y la alarma se apoderó del grupo de amigos, quienes dirigían con ansiedad la mirada por donde había desaparecido, esperando verlo sonriente y a salvo.

Unos metros rio abajo emergió e inmediatamente la corriente lo sambutió con fuerza hacia el lecho del rio, quedando atorado en un banco de arena, que impedía que la corriente lo siguiera arrastrando. Parecía manotear con desesperación en el aire, como si quesera nadar, como si quisiera quitarse la arena de la cabeza…

Este movimiento violento lo liberó del banco de arena y nuevamente desapareció en las turbias aguas, arrastrado por la corriente.

Al ver esto, uno de sus amigos, el mejor nadador, se lanzo en su búsqueda y después de zambullirse tres veces, logro rescatarlo y con muchas dificultades lentamente lo llevo a la orilla. Lo tendieron de espaldas sobre la toalla; su cuerpo permanecía inmóvil, como muerto. Ya no respiraba…

Así estaba marcado su destino, para que Jesús transcendiera a la mejor de las vidas en ese escenario tan grandioso y en esa forma. Debió haber muerto allí mismo y pienso que llego al lugar a donde las almas van cuando abandonan los cuerpos.

Un espacio en donde todo es de una luminosidad azulosa, donde no hay dolor ni angustia y existe la tranquilidad eterna.

Todos permanecían estupefactos sin saber qué hacer con él. La primera que reaccionó fue una joven enfermera canadiense que venia acompañándolos. La única con experiencia en esos casos.

  • No lo muevan. Les dijo la enfermera y empezó a proporcionarle respiración de boca a boca y a sacarle el agua de los pulmones. Con una sacudida, su corazón latía nuevamente, y sus pulmones jalaban aire…

Paulatinamente empezó a cambiar de color a medida que la vida retornaba a él; ya no tenía el tono amoratado de los casi muertos por inmersión (ahogados). Ahora se veía extremadamente pálido, pero su rostro, sin embargo, mostraba tranquilidad, no había el rictus de desesperación en sus facciones, parecía no tener dolor. Insensible, más allá del bien y del mal, libido.

La noticia del accidente corrió como reguero de pólvora. Para cuando lo ingresaron a urgencias del Hospital Regional ya todo el puerto sabía del desafortunado percance y del peligro que corría Jesús de perder la vida. Amigos y familiares esperaban con expectación la última palabra de boca de los doctores, porque el cuadro que presentaba la lesión sufrida era de pronostico “grave”.

Por fin llego el médico de la familia y dio a conocer el resultado de las primeras auscultaciones y de acuerdo a  radiografías y análisis, diagnosticaban sólo unas horas más de vida, tal vez un día, lo máximo serian tres días. Era un milagro que estuviera vivo, pero su estado se consideraba crítico, debido a  la magnitud de las lesiones sufridas, estaba condenado a morir en cualquier momento.

Las radiografías que mostraban los daños en su cuerpo, así lo indicaban.

Tenía destrozada la columna vertebral, que es la línea de la vida a la cual se aferraba Jesús, gracias a su juventud y fortaleza física.

La esperanza muere al último. – ¿qué tal si lo llevamos a Guadalajara?, a lo mejor logramos hacer algo mas por él, sugirió uno de sus hermanos. – hay que aprovechar que el tío Manuel es el director de el hospital más grande del Seguro Social, pues con una recomendación suya le pueden brindar la mejor atención medica posible, porque allí cuentan con los aparatos más modernos. Vamos haciéndole la lucha y ojala resista el viaje.

La primera vez que lo volví  a ver después del accidente, habían transcurrido tres días; lo habían trasladado a una sala de terapia intensiva del citado hospital, lo encontré tendido de espaldas en una cama quirúrgica, conectado a toda clase de mangueras, cuyos extremos monitoreaban en una pantalla el latir de su corazón, y en otra, las señales de sus principales órganos vitales.

En el momento que entre en la habitación y el percibió mi presencia, volteo sus expresivos  ojos hacia mí, esos grandes ojos que ahora, como consecuencia de la vigilia y el desvelo, brillaban con más intensidad que nunca….

Verlo en ese estado tan lamentable, me acongojó tanto que quise llorar, y no supe que decirle en forma de saludo, porque se me hizo un nudo en la garganta que me impidió hablar. Para no trastornarlo, haciendo un gran esfuerzo  logre controlarme y mostrar serenidad. El se encontraba tranquilo y sin alterarse se dirigió a mí como si estuviéramos reanudando una conversación… – “no me o vas a creer, pero por esa puerta, he visto pasar a los soldados  nazis; andaban buscando judíos para exterminarlos, pero a mí  no me han visto”.  Se sentía en segunda guerra mundial en sus alucinaciones.

En los estímulos que su mente recibió, con las experiencias cercanas a la muerte, Jesús viajo al pasado en su subconsciente y debido a la extra sensibilidad, vivía esos momentos como si fuesen reales.

  • “Qué bueno que viniste a verme, tal vez seas el único a quien puedo contarle lo que he estado viendo, tal vez seas el único que lo alcance a comprender. Tengo que decírselo a alguien o me vuelvo loco. Estoy asombrado y al mismo tiempo, ya le  perdí el miedo a la muerte”.

De pronto, cambio su actitud, y casi en secreto, cerciorándose  de que no lo oyera nadie más que yo, me dijo. –“Ya sé a dónde te vas cuando te mueras, es un sitio muy bonito en donde no hay dolor ni sufrimiento. Todas las sensaciones se quedan en tu cuerpo y solo la mente se transporta y penetra esa luminosidad azul. Es bellísimo y ahora que se como es la muerte, te lo juro que ya le perdí el miedo, y quiero regresar a ese estado, a ese espacio mental.  ¿Me entiendes? quiero morir, quiero que me dejen que me vaya… trascender… ya no tengo lucha y no quiero vivir más.

Por favor, tienes que convencerlos para que me desconecten de todas estas tripas que mantienen este cascaron con vida. Ya no tengo remedio, mi cuerpo está hecho pedazos: vertebras, pulmones, ya no me funcionan muchos órganos, siempre he conocido demasiado bien mi estado físico y mental, y me he recorrido palmo a   palmo en un viaje de inspección interior y cuantificado los daños que sufre mi organismo, y mi decisión es que no quiero que me prolonguen mas la vida por medios artificiales, que simplemente acepten que mi situación es irreversible, y que me dejen partir hacia ese sitio tan especial, que es a donde yo pertenezco desde hace mucho tiempo. Continuó diciéndome con vehemencia:

  • “Yo ya no tengo nada que hacer en esta tierra, ya cumplí mi misión y me aliste para partir, tuve el cuidado de limpiar mi cuerpo de impurezas y lo convertí en una digna morada de dios, ahora es un lastre sin vida que me impide regresar al más allá. Amigo mío, tienes que convencerlos de que me dejen morir. No tengo remedio”.

Permanecimos en silencio por un momento, solo mirándonos  a los ojos intensamente; en su mirada yo veía una súplica.

Me despedí de él, prometiéndole que haría todo lo posible para lograr  que sus deseos fueran atendidos, pero fue inútil, existía una enorme barrera  de comunicación entre sus familiares y yo, que nunca lograrían entenderme; sus peticiones serian inútiles.

Para su familia, lo único que contaba en ese momento, era prolongar su vida por todos los medios posibles.

Esa fue la última ocasión que estuve con él, por razones que trabajo, me tuve que ausentar del puerto y del país por un tiempo. Cuando regrese, me entere que Jesús había pasado a mejor vida. Finalmente estaba en donde él quería estar.

Falleció después de once meses de agonía, termino sus días en la sección desahuciados de un hospital civil. Su cuerpo era una llaga putrefacta y maloliente que pasaba solo unos cuantos kilos. Únicamente sus hermanos lo acompañaron hasta el final; los demás familiares y amigos, uno a uno lo fueron abandonando.

  • Si sobrino, en esta historia sufrieron todos inmerecidamente. El, que sabía que se estaba desintegrado, y que su condición se deterioraba irremediablemente y ya no quería vivir. Los familiares. Quienes lo vieron desintegrarse, impotentes e imposibilitados para actuar y poner fin a la situación.
  • Tío, si hubiera estado en tus manos, ¿qué habrías hecho? ¿Te hubieras atrevido a tomar su vida y dejarlo descansar, si te lo hubiera pedido?
  • No lo sé. Es muy difícil actuar el papel de Dios, a veces sucede de milagros y las personas severamente dañadas se logran recuperar y continúan viviendo existencias normales por muchos años. Sin embargo, existen casos en los que creo se debería hacer algo. Un ser humano normal, no puede permanecer insensible al dolor ajeno por mucho tiempo sin hacer nada, sin ponerle final. Cuando el único camino que existe, es terminar con la vida, para si también acabar con el sufrimiento.

En esos contados casos cuando se llega a esta disyuntiva es cuando se debería permitir la eutanasia; es justificado es humanitario.

  • ¿Qué piensas? ¿No lo crees así?

 

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