Leyenda del fuego: Un relato mexicano de los huicholes
La leyenda del fuego según los huicholes
Esta ‘Leyenda del fuego’ pertenece a la del pueblo de los huicholes, que vivía de las plantaciones de maíz. Descubre cómo el hombre conquistó el fuego gracias a las comadrejas.
Una curiosa historia, que también explica cómo perdió este animal el pelo de su cola…
Existió en México un pueblo muy, muy antiguo, al norte de Jalisco, que no conocía el fuego. Vivían del cultivo del maíz, y por ello les conocían como los huicholes. Amaban los animales y muchos, eran amigos de ellos, desde la comadreja hasta la iguana o el armadillo.
Al no tener fuego, los huicholes pasaban mucho frío en invierno, y comían los alimentos crudos. Por las noches, se refugiaban en las oscuras cuevas de las montañas hasta que salía el sol. La noche, por lo tanto, era como una pesadilla de la que deseaban despertar. Con los primeros rayos del sol, cada mañana, por fin respiraban tranquilos.
Un día, durante una tormenta, un rayo incendió un árbol. Los huicholes se asustaron, mientras que el pueblo vecino, enemigo de ellos, decidió hacerse con el fuego con la intención de no dejarlo apagar nunca. Para ello, un grupo de hombres se dispuso a hacer guardia alrededor del fuego, alimentando la hoguera con más árboles y ramas. El fuego devoraba todo lo que echaban.
Algunos de los huicholes intentaron arrebatarles el fuego, al ver que con él sus enemigos no pasaban frío y que podían calentar los alimentos… Pero los centinelas que vigilaban la hoguera, eran más numerosos y muy fuertes, y terminaban siempre con ellos.
La leyenda del fuego y el plan de la comadreja
Los animales que vivían con los huicholes, pensaron en cómo podían ayudarles. Decidieron ir uno a uno a por el fuego. El armadillo y la iguana fueron los primeros, pero los centinelas les descubrieron rápido. Así que solo quedó la comadreja, que en lugar de desistir de una idea tan peligrosa, decidió intentarlo.
La comadreja se hizo una bola al llegar a la zona en donde estaban los vigilantes. Y allí se quedó muy quieta durante siete días.
Los centinelas se acostumbraron a verla allí, sin hacer nada, y dejaron de prestarle atención. Aprovechó la comadreja todo este tiempo para observar a su enemigo. Descubrió que durante las primeras horas de la madrugada, prácticamente todos los centinelas, se dormían.
Al séptimo día, aprovechó al ver que solo había un hombre despierto, para acercarse rodando hasta la hoguera. Usó su propia cola para hacerse con un poco de fuego, y salió corriendo.
La victoria de la comadreja
El centinela al principio pensó que era un leño que había saltado del fuego, pero al ver que se alejaba, comenzó a perseguirla. Una de las flechas le alcanzó, pero el animal siguió corriendo. Y ya cuando el hombre estaba cerca, tomó una brasa del fuego de su cola y la guardó en su mano.
El soldado al darle caza golpeó y apagó el fuego de su cola, y le dio unas cuantas patadas. La comadreja se hizo entonces la muerta y el soldado se alejó victorioso.
Ya casi sin fuerzas, la comadreja llegó hasta la cueva de los huicholes y les entregó la brasa aún encendida. Los huicholes consiguieron hacer fuego, cubriendo la brasa con hierbas secas. Curaron al animal y prepararon para él una gran fiesta.
La comadreja perdió para siempre el pelo de su cola, pero estaba realmente orgullosa de haber podido con ello ayudar a sus amigos los huicholes.
Fuente: Tu cuento favorito
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